Llevamos un día en Osaka, desde que llegamos ayer por la tarde, hasta ahora (16.50). Lo que hemos notado desde que estamos aquí es que a pesar de ser una ciudad, que a priori y a pesar de las diferencias de tamaño podría ser del estilo de Tokio, no se parece a ella tanto como esperábamos. Lo que yo destacaría es que la gente no parece tan estupenda. Lo que quiero decir es que la gente va más normalita, y con normalita me refiero a menos peripuesta y fashion de la muerte.
Ayer por la tarde, después de soltar las cosas y comer, fuimos a dar un paseo por un parque bastante agradable que hay en una isla en medio del río, el Okawa. Nos encontramos con que este fin de semana se celebraba un evento para promocionar la ciudad como Ciudad del Agua y había bastantes puestecillos de comida y actividades. Vimos una mini-exhibición de coches eléctricos en la que uno de los exhibidores se empeñaba en contarle a Pablo las maravillas de los coches, y eso después de haberle dicho que no hablaba japonés, en fin.
Creo que lo que destacaría del parque, además de que era muy agradable, sería la gente que estaba trabajando en el evento. A pesar de su escaso conocimiento del inglés y mi torpe japonés, se esfuerzan en que participes de las actividades que se desarrollan y puedas enterarte de algo de lo que está pasando. Un 10 : )
Ya al anochecer nos aventuramos a visitar una torre con un mirador. Hay que tener en cuanta que aquí anochece a las 17.30 más o menos, así que tampoco es tanto. Las vistas de Osaka por la noche merecen muchísmo la pena. Es cierto que estas ciudades que no son especialmente bonitas a la luz del día, se descubren como una sorprendente maraña de luces por la noche que les confieren un encanto especial. Al mirador, que está al aire libre, se accede por una larga escalera mecánica con laterales transparentes y una suave luz azulada que te va preparando para el espectáculo de la torre. Eso si, todo lo que rodea al mirador tiene un punto hortera dirigido a parejas que es tremendo. Hay un enorme corazón luminoso en el mirador completamente preparado para que te fotografíes con tu pareja y, debajo, en la zona de acceso a la parte superior, además de otro corazón, hay unos sillones preparaditos para que te sientes a observar la ciudad con tu ‘churri’
Es todo tan obvio que no entiendo muy bien que atractivo tiene todo este decorado para la gente…
Cuando bajamos de la torre decidimos ir a comer okonomiyaki (del que ya hablé en el post de viaje a Londres). La pesadilla más absoluta. Las descripciones de la guia para llegar al lugar que recomendaba eran imposibles de trasladar al caos de calles, centros comerciales y pasos elevados que se encuentran en el laberinto que es la zona de Umeda en Osaka. Finalmente nos arriesgamos a entrar en un centro comercial con un nombre diferente al que buscábamos y encontramos allí otro sitio. Al menos, tanta vuelta y tensión obtuvieron recompensa.
Hoy hemos vistado el Castillo de Osaka, un lugar con más historia que cosas que ver. La pena es que gran parte de los datos se pierden en los carteles en japonés. El castillo original fue construído por Toyotomi Hideyosi en las ruinas de un templo anterior quemado por Nobunaga Oda en su guerra para unificar Japón, alrededor de 1580. Posteriormente fue destruído y reconstruído poco después por Tokugawa Ieyasu , tras vencer al clan Toyotomi en 1615. El castillo de Tokugawa se mantuvo en pie hasta la Restauración Meiji, en el s. XIX, en el que volvió a sufrir bastantes desperfectos a los que se añadieron los causados por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Actualmente se encuentra rodeado de un gran parque y algunos de los edificios han sido reconstruídos. En mi opinión ver la torre del castillo desde lejos, iluminada, es más bonito que verla por dentro aunque las vistas pueden tener cierto interés.
Todos los que sean aficionados al anime habrán visto en más de una ocasión los puestecillos de comida que se montan alrededor de cualquier ocasión. Hasta ahora no nos habíamos animado a comprar nada en ninguno, pero hoy ha sido el día elegido para probar. No es que hayamos encontrado un gran surtido, así que sólo hemos probado un par de cosas: takoyaki, una especie de bolas de masa rellenas de pulpo; y nombre-que-no-recuerdo, que eran unas bolas de una masa muy pastosa, pringosona y algo insulsa bañada en una salsa dulce. No ha estado demasiado mal. Como nota curiosa, diré que la chica que nos ha vendido unos heladitos que hemos tomado después, se había pasado un añito en León estudiando español.
Por la tarde hemos visitado el Acuario de Osaka. A pesar de ser sábado por la tarde y estar lleno de gente con niños, el sitio nos ha gustado bastante y tiene un impresionantemente grande tanque central con un par de tiburones ballena y un buen número de mantas. También hemos aprovechado para ir al Imax 3D y ver la proyección sobre el Hubble que ponían. No sé si siguen dándola en Madrid pero me parece que merece mucho la pena verla.
Ahora nos iremos a dar un paseíto por la zona sur en la que se supone que hay unas calles un poco a lo Blade Runner.
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