El viaje de vuelta a Atlanta desde Bryson City no es que sea muy digno de mención. La distancia es de unas tres horas, que a velocidades españolas se harían en una, supongo. Aquí el límite de velocidad es menor que en España y la gente lo respeta bastante, nadie te adelanta a una velocidad absurda y te deja pensando si lo que te acaba de adelantar era un coche o un reactor.
Recién llegados a Atlanta, y con el estómago lleno, nos fuimos a recoger nuestras acreditaciones para la DragonCon. Una cola que daba la vuelta al hotel nos recibió alegremente y nos sumergimos en el calor humano y ambiental. He de decir que a pesar de que estuvimos una hora en la cola, estaba bien organizada y avanzaba más rápido de lo que se podría esperar con tanta gente. La palabra es pastorear, los voluntarios y organizadores nos pastorean a todos para que no nos amontonemos, no paremos delante de salidas y para que sigamos fluyendo por todas partes sin crear más caos del que ya hay. ¡Un aplauso a la organización!
No creo que haya nada en España con lo que se pueda comparar lo que es una convención en Estados Unidos. Esto es enorme, de dimensiones gigantescas. Gente por todas partes, colas, follón. No sé cómo describirlo. Lo que es realmente alucinante es que nunca se tiene la sensación de abandono o desesperación que sobreviene en los eventos mal organizados. Realmente, el mayor problema es que hay tantas opciones que no sabes qué elegir. Para ayudarnos, además de un práctico librito de 128 páginas que recoge el programa, la localización de los cinco hoteles en los que se desarrolla y la distribución de los eventos en su interior, hay una aplicación para Android y iphone muy útil que permite crear un calendario personalizado fácilmente.
El primer día se trataba de hacernos un poco con esto sin perdernos nada de lo que nos interesara realmente. El programa está tan lleno que es prácticamente imposible que no se te te solapen al menos tres paneles o eventos. Imposible ponernos todos de acuerdo, aunque Pablo y yo hemos llegado a un programa común que nos permita estar el mayor tiempo posible juntos.
No se puede asistir a todo y hay que tomar decisiones dolorosas sobre lo que uno se va a perder, ¡qué dura es la vda del fan! El primer panel al que asistimos era con tres de los actores de The Guild, entre ellos Wil Wheaton (para los que no tengáis ni idea es un escritor, actor y blogger muy conocido en el mundo nerd). Tras una cola de hora y media que me hice, mientras Pablo asistía a una charla sobre ordenadores cuánticos, puedo decir que mereció la pena. Fue muy, muy divertida. Algo que es fundamental entender es que hay que dejarse llevar por el fan-boy interior para poder sumergirte en la atmósfera de una convención como ésta. Esto es puro entretenimiento y es fundamental entenderlo y abrazarlo, al fin y al cabo sólo son cuatro días.
Una pequeña cola y un breve encuentro con Wil Wheaton en el “salón de las firmas” en el que le dimos un dado de 20 (más información en su blog). Decidimos asistir a un panel sobre el juego de rol Pathfinder. En este caso salimos un tanto decepcionados, ya que esperábamos algo menos orientado a las novedades editoriales y más sobre el juego en sí mismo. Aquí nos separamos y mientras Pablo asistía a otro panel de RPGs indies, yo me daba una vuelta por las tiendas. El resumen es: mucho merchandising muy chulo, pocas camisetas de mi talla ? y muchos juegos. Las estrellas suelen ser Star Trek, Doctor Who, Firefly, Star Wars y una mezcla de los videojuegos más famosos. ¡Muchas tentaciones!
La faena fue que un evento en el que participaba uno de los actores de Firefly se canceló y nos quedamos los cuatro con las ganas de verlo. Afortunadamente, nos enteramos pronto y pudimos buscar alternativas antes de que fuese demasiado tarde. Arrastré a Pablo a una charla sobre Doctor Who en la que se discutían los enfoques de los guionistas Moffat y Davies -estás son las cosas de las que discutimos los fans de algo- al principio fue un poco aburridilla ya que los panelistas eran unos fans como los asistentes, sin embargo, la charla fue secuestrada por el público al poco tiempo y se convirtió en algo dinámico y bastante divertido.
Llegamos a las 8 de la tarde sin haber cenado en este país. Nos fuimos los cuatro a un pequeño centro comercial y nos tomamos una cena a base de pollo rápido un tanto raro. Con el estómago lleno los dos nos metimos en nuestra última charla del día, sobre el Proyecto 100 años. Si no habéis oído hablar de él, es un proyecto impulsado por DARPA y la NASA para estudiar la posibilidad de construir una nave capaz de realizar un viaje interestelar. En serio. Es un proyecto muy interesante y la charla nos gustó bastante.
Para otra perspectiva podéis leer las impresiones de Yami en su blog.
Me encantaría poder poner alguna foto de esto pero estamos teniendo problemillas con el ordenador para subirlas, así que habrá que esperar.
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