Llegamos a Siena en un día lluvioso aunque nos dio la tregua suficiente para hacer una vuelta de reconocimiento al centro histórico. Dormíamos en casa de Franceso, un alojamiento más de airbnb.com y uno de los mejores que hemos disfrutado. Ese lunes por la tarde hicimos la compra en un supermercado cercano y cenamos un revuelto de espinacas y unos yogures en la estupenda cocina del piso. Esas noches son perfectas para escribir posts en el blog ?
A la mañana siguiente fuimos a comprar un pase combinado para varios sitios llamado OPA SI PASS y luego aparecimos puntuales a las 11.00 para seguir a un guía en un tour contratado. Éramos nosotros y tres parejas de seniors americanos y uno de ellos parecía muy emocionado preguntado mil tonterías. La peor fue cuando en una calle “Via de la torre” preguntó al guía “¿Puede tener relación con mi familia? mi apellido es Torre” e insistió mucho a un guía desorientado sobre dónde dirigir sus pasos para encontrar calles de “torres”. Angela apostó a que sus antepasados eran judíos conversos. Pero no hablemos de Angela y sus apuestas, tan sólo quiero recordaros que nunca debéis apostar contra ella ya que si ella acepta apostar es porque sabe que va a ganar. Sí, la pareja alemana de aquel restaurante de Florencia había pedido sendos terceros platos y no el postre.
Con un día espectacular, Siena se disfruta muchísimo. Con razón es patrimonio de la UNESCO y centro urbano medieval mejor conservado del mundo. La culpa la tuvo la peste negra, ya que se llevó la vida de dos tercios de la población en un suspiro y la ciudad se quedó sin actividad y no “pasó” por el Renacimiento. La vecina y más próspera Florencia (a la que detestan en Siena tras cinco siglos) superó mejor la peste y de ahí que sean ciudades tan diferentes.
Nos hablaron de que Siena fue una ciudad de banqueros y prestamistas y que muchas fortunas nacieron al calor de la Vía Francigena, el “otro” Camino de Santiago, que va desde Canterbury a Roma y que atrajo a millones de peregrinos durante siglos. El cambio de moneda entre tantos estados y las compras de comida y vestimenta eran un negocio redondo para los sieneses.
Nos hablaron de las Contradas (una suerte de 17 barrios intramuros) y su importantísimo papel en la vida de sus vecinos. Son esas 17 contradas las que pelean en el famoso Palio (la carrera de caballos en la Piazza do Campo) y las que rigen el destino de muchos habitantes de Siena. Llevan 800 años compitiendo y aunque la violencia es rara, la ira contra contradas enemigas está a flor de piel en el día a día.
Vista de la Torre di mangio en Siena
En Siena lo mejor es andar y perderse por callejones. Por el día hay demasiada gente y el ambiente turístico desinfla un poco pero en cuanto pasan de las siete, empieza uno a sentirse más solo y más privilegiado. Por la noche, Siena es muy tranquila, silenciosa y acogedora.
Antes de que llegara la noche, sin embargo, fuimos a disfrutar de una colección en la Academia Fisiocritici. La descubrimos de casualidad entre los carteles pegados por las afueras de la ciudad y se llamaba “Libro rari e curiosi”. Efectivamente, era una estupenda colección de libros raros, la mayoría muy antiguos y todos relacionados con las ciencias. La colección se encontraba dentro de la Academia y podíamos visitar el museo en sí, una impresionante colección de ciencias naturales (fósiles, minerales, semillas, etc) en un entorno de otro tiempo, de etiquetas viejas y vitrinas y maderas envejecidas, hasta el celador con su barba y bata blancas parecía de otro tiempo.
La cena la disfrutamos en el restaurante en donde trabajaba Francesco (su segundo trabajo) y nos fuimos “plenos” de vuelta a casa a preparar el día siguiente.
Aunque el plan para el martes era ir en coche por pueblecitos y disfrutar de castillos y degustaciones de Chainti, el plan se chafó cuando a las 13.00h me di cuenta de que me había cogido “cual anillo único” las llaves de casa de Francesco. Todavía no sé cómo pudo pasar pero estaba en mi bolsillo…
En Castello de Meleto antes del chasco :)
Fue un grandísimo chasco tras una mañana de carreteras preciosas y paseos alrededor del Castello de Meleto a la espera de que llegara el hambre. Tras volver a Siena y corregir mi error, volvimos a Florencia por la autovía pero antes paramos en Monteriggioni de nuevo, para comer. Fue un fantástico Plan B. Tomé un ossobuco delicioso y Angela un estofado de tenera muy rico y lo regamos bien con un Chianti de allí mismo, de Monteriggioni, todo al sol en la plaza de este pueblo fortificado minúsculo.
Al llegar a Florencia y dejar el coche, hicimos checkin en un B&B tan bien situado cerca del Duomo como caro (pero era la última noche) y fuimos a tomar algo en lugar de cenar. A la mañana siguiente queríamos rematar la visita a Florencia viendo la iglesia de Santa Maria Novella y no nos decepcionó. Los frescos del ábside son realmente impresionantes.
El infierno en el Baptisterio de Florencia
Angela observa un sospechoso escudo... quizá sea...
Con esto y el enésimo “espresso”, fuimos a por las maletas y al aeropuerto y de vuelta a casa.
El viaje nos ha encantado. La Toscana es un portento cultural-monumental, el campo es espectacular, la gastronomía magnífica aun con la sorprendente ausencia de pescado y los italianos aparentan ser bastante semejantes a nosotros. El único problema es que somos demasiados turistas…
Para un futuro segundo viaje habrá que hacer la ruta de los castillos, olvidarse de las ciudades y abandonarse a la gastronomía y a los paseos ¿en vespa? por la campiña toscana. De peli, pero es que la Toscana es así.
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