Escribo el resumen de nuestro segundo día en Osaka en el tren Hikari Rail Star que cubre la distancia Osaka – Hakata y que para, entre otras estaciones, en Hiroshima. Estoy escuchando un disco de Agua de Anninque y por la ventana va pasando a toda velocidad un paisaje mezcla de pueblos grises y montecitos verdes.
En Osaka habíamos reservado habitación en un “Weekly mansion” que no es otra cosa que una casa de huéspedes. Por 9.500 YEN (unos 90€) teniamos dos noches sin desayuno. El interior del edificio se parecía a una clínica hospitalaria y sería fácil rodar una película de terror psicológico que tanto aprecian en Japón (y tanto copian en Hollywood quitando la parte de “psicológico”). Los carteles explicativos mezclaban un, suponemos, perfecto japonés con buenos ejemplos de japanglish. El japanglish, en mi opinión, tiene dos variantes; el que te hace gracia y el incomprensible. El primero proviene de un esfuerzo real por algún nativo en traducir fielmente un texto japonés pero suelen acabar en literalidades jocosas o mutaciones gramaticales. El segundo bien puede ser el resultado de un traductor automático programado por un becario o un random() sobre un diccionario inglés.
Me encanta la parte de “Cooperate humbly…”
Tras disfrutar de la proyección Hubble 3D en el IMAX de Osaka, volvimos a la habitación de este hotel para descansar un poco y tomar el trípode y el objetivo “tele” con la intención de pasar una tarde-noche fotográfica en Dotombori, la zona de salir de marcha. Descubrí con horror que el trípode se había quedado en la maleta grande que habíamos gestionado con Yamato Transport para ser recogida directamente en Hiroshima. Me quedé bastante chafado, la verdad, pero al final cogí el objetivo 55-200 VR y salimos a coger el metro hasta Dotombori.
En la guía se hacía mucho hincapié en que Dotombori tenía un aire muy Blade Runner. Cualquier fan del cine de ciencia ficción comprenderá con qué expectactivas íbamos hacia aquel lugar. En fin, una vez más, la guía se había emocionado demasiado. Es cierto que había multitud de puestos a cual más ruidoso, que estaba lleno de gente (joven, para un aire Blade Runner se necesitan viejos), que había neones y anuncios luminosos enormes… pero no había esa “atmósfera” (y nunca mejor dicho) de suciedad, humo y conglomerado de luces y cables retro. Estaba muy bien y sacamos muchas fotos pero me tranquilicé un poco tras mi olvido del trípode (ello no quitó para que tuviera la tentación de pedir prestado uno aunque finalmente no lo hice).
Recorrimos la zona principal de Dotombori y el río que corre paralelo (Okawa). Con el horario algo trastocado en cuanto a las comidas, nos vimos buscando un lugar para cenar pasadas las 19.30h. En esta ocasión fue fácil encontrar uno en el que ofrecían Okonomiyaki, CHIBO. Nos sentaron rápidamente y pedimos dos okonomiyaki. Angela pidió uno cualquiera y yo… en fin ¿habéis visto alguna vez esos programas del Discovery Channel en donde se documentan estructuras enormes? Los anuncios suelen ser del tipo “Grande, más grande, EL MÁS GRANDE. MEGACONSTRUCCIONES”. Bueno, pues de haber un episodio dedicado al okonomiyaki, el mío tendría que aparecer. Tenía el radio de una pizza mediana pero con una altura considerable. Era el especial Hiroshima y ya ni me acuerdo de todos los “toppings” que llevaba. Por cierto, que en Osaka utilizan mucho el pulpo en los platos. Es una ciudad con puerto pesquero (aparte de comercial e industrial) y tiene pinta de que históricamente han cazado y degustado el pulpo. Esto se ve claramente en la enorme cantidad de puestecitos callejeros cuyo logo es un pulpo cocinero con un pañuelo atado a su cabezota, todo muy manga, claro.
Tras engullir el MEGAokonomiyaki, fuimos rodando hasta una orilla transitable del río y estuvimos sacanado unas fotos muuuuy relajadamente. La parte de Dotombori que se divisaba desde nuestra posición tenía la gracia de ser la espalda de esa calle principal y, por tanto, no contenía apenas luces ni anuncios. Por así decirlo, eran los “traseros” de los edificios y quedan a la vista sus vergüenzas en forma de tubos, cables, ventanas rotas y escaleras a ninguna parte. Si acaso, recuerdo que apuntó Angela, esto sí podía ser más Blade Runnner.
Tras levantarnos e irnos de nuevo a la zona “in” tomé algunas fotos más y nos fuimos al metro de camino al hotel.
Mientras esperábamos el ascensor para subir a nuestra habitación, nos fijamos en un monitor que mostraba la visión de una cámara dentro del ascensor ¿alguno ha visto la película de terror japonesa Dark Water? Pues la rodaron en ese ascensor y con esa cámara.
Al haber llegado pronto a la habitación nos apatecía jugar a uno de los juegos de mesa que habíamos traído con nosotros. En este caso, a Osaka habíamos decidido traer Dungoneer. Se trata de un juego tipo HeroQuest (o Descent) pero con la particularidad de que el dungeon se construye con cartas y, además. en el turno de un jugador, el resto hace de Dungeon Lord (el malo). Nunca habíamos conseguido terminar una partida ya que las reglas tardan en ser digeridas. Tras tener la mesa preparada e ir leyendo la cuarta página de las reglas, le pregunté a Angela si se estaba enterando de algo. Levantó la mirada soñolienta y me dijo que no. El “bajón” asesino atacaba de nuevo. Le propuse dormir una corta siesta de 1h (eran las 22.30) y volver a intentarlo. En fin, ni 1h ni 8h. En algún momento me levanté a apagar la luz y seguimos durmiendo hasta las 7h de hoy.
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