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Hiroshima, bis by diacritica

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Dado que la vuelta de Miyajima nos dejaba buena parte del día para  rematar Hiroshima, decidimos “en plan tranquilo” visitar los puntos  relacionados con la bomba más importantes que nos quedaban pendientes.  Tras dejar las cosas en el hotel, fuimos dando un TRANQUILO paseo hasta  la avenida comercial Hon dori. El objetivo era encontrar una  cafetería-restaurante donde sirvieran sandwiches o ensaladas. Lo  encontramos fácilmente y tras pagar la cuenta y andar otro poco,  encontramos por casualidad una tienda de Yello Submarine, dedicada a  figuritas, cartas coleccionables, juegos de rol, de mesa, etc.  Conocíamos la existencia de un Yellow Submarine en nuestra adorada  Akihabara, en Tokio, ya que fue allí (en un sexto y séptimo pisos) donde  compramos la segunda edición del juego de rol Vampiro de segunda mano  en inglés (era difícil de encontrar en España y estaba baratito). La  verdad es que estas tiendas, en cuanto a la figuritas, tienen un surtido  imponente y, lógicamente, cuentan con una buena representación de  muñecas con cierto contenido sexual (que no deja de ser irónico en un  país donde el sexo “real” es precario). Nuestra intención era comprar un  juego de mesa de origen japonés para el que no fuera preciso saber su  idioma o, en su defecto, la versión japonesa de un juego europeo para el  que tuviéramos ya muy conocidas las reglas. Encontramos un magnífico  ejemplo del primer grupo que además tenía en las propias cartas la  traducción al inglés de los textos en japonés. No desvelamos todavía el  nombre.

Alejándonos de Yellow Submarine y de Hon dori se encontraba el Parque  de la Memoria por la Paz. Estvimos haciendo buen uso de alguno de sus  bancos y luego nos fuimos a ver el famoso Bomb Dome, vestigio simbólico  de los efectos de la bomba construido en 1915 y que por estar situado  relativamente cerca del epicentro de la detonación (y ser de hormigón),  resistió mucho mejor que el resto de edificios. Al parecer, durante un  tiempo existió división de opiniones sobre si mantenerlo en pie con  constantes labores de mantenimiento o derruirlo y eliminarlo de la vista  de los habitantes de Hiroshima. La polémica se resolvió sola con el  tiempo cuando el resto de edificios (pocos) que habían aguantado la  tremenda explosión fueron derruidos y apenas quedaban testimonios de lo  ocurrido.

El edificio tiene dos grandes particularidades; el primero,  naturalmente, es su estado “esquelético” y todos los ladrillos y  escombros acumulados en el suelo. El segundo es que el propio edificio  tiene mucha personalidad por su estructura y su bóveda de hierro  superior. Como extranjero, el mantener en pie este edificio me  proporciona un impacto emocional mucho más poderoso que el museo que  vimos el primer día. Cuando paseas por la ciudad de Hiroshima, te  sorprende gratamente el ver cómo de la nada volvió a surgir una  bulliciosa ciudad de más de 1 millón de habitantes pero siempre estás  viendo edificios construidos _después_ de la explosión. Frente al Bomb  Dome es cuando te enfrentas directamente contra tu propia reconstrucción  mental de los hechos con el nada consolador apoyo de este edificio  ruinoso y en parte fantasmagórico.

Como quería captar la esencia del edificio mediante una serie de  fotos y aún quedaban un par de horas para la puesta de sol (esperaba  obtener tonos rojizos en las nubes), fuimos dando otro paseo por el  parque que hay alrededor. Dado que un río cruza Hiroshima, al parque se  va accediendo por puentes paralelos y bajo uno de ellos vimos a un joven  japonés tocando a solas con su guitarra española una especie de j-pop.  Todo muy bohemio, claro, de lo exagerado que nos parecía.

Una vez que cruzamos el puente y nos fuimos alejando de este  atrae-niñas-sensibles hilo musical, fuimos asaltados hasta tres veces  por estudiantes japoneses. La primera vez se trataba de una estudiante  universitaria de algo similar a Magisterio que estaba realizando un  estudio sobre Japanglish (no obstante, ella habló de Janglish). El  Japanglish es escribir en inglés pero pensando en japonés. Ya sabéis a  qué me refiero ya que todos los idiomas, incluido el español, tiene su  versión de este fenómeno. Nos pidió que respondiéramos a una serie de  preguntas en un folio y una de ellas se refería a nombres “graciosos” en  Japón para los occidentales. Esto realmente no es japanglish, sino  desafortunadas coincidencias fonéticas pero respondimos encantados con  la sugerencia de Angela “Mos Burger” (cadena local de hamburguesas) ya  que “Mos > Moss” en inglés resulta especialmente negativo para una  hamburguesa :)

A los pocos segundos de despedirnos de esta estudiante, aparecieron  dos escolares de unos 10 años. Tras un muy educado “Excuse me”, se  presentaron solemnemente en inglés primero uno y luego el otro.  Rápidamente nos dimos cuenta de que ése era el único inglés que conocían  pero la pregunta que nos hacían para su trabajo de clase era bien  sencilla “Is Japan a comfortable place for foreigners?”. Nos mostraron  entonces un enorme panel en blanco con dos grandes secciones YES y NO y  nos ofrecían pegatinas redondas para colocar en la sección por la que  apostáramos. Aunque en segunda aproximación y evaluando muchas  variables, yo hubiera tenido serias dudas, sin darle muchas vueltas y  con la gorra de turistas, pusimos dos pegatinas bajo el YES y con esto  inauguramos el panel completo y se despidieron con miles de arigato  gozaimasu.

Al poco rato, vinieron dos niñas y su profesora (bueno, yo la  confundí con una alumna de curso superior pero Angela insiste en que  tendría 30 años) y nos preguntaron si hablábamos japonés. Angela  respondió que un poco y se lanzaron con la misma fórmula del panel, las  pegatinas y el YES y NO pero con la pregunta “Consideras Japón un país  de paz?”. Aquí la cuestión es que estaba todo en japonés y no entendían  nada de nada en inglés. Con lo famosa que es su constitución pacífica  redactada tras la guerra y no comprendían la palabra “Constitution”  mientras Angela se desesperaba por buscar en su diccionario de la  Nintento DS su equivalente japonesa. Fue claro (porque las pregatinas  las pusimos nosotros) que Japón nos parecía un país de Paz (igualmente,  en aproximación lineal) pero de los motivos que anotaron en un cuaderno  no respondo.

En el parque hay un monumento dedicado a los niños que murieron con  motivo de la bomba y vimos en varias ocasiones cómo escolares se reunían  bajo el concierto de sus profesoras y cantaban canciones o se turnaban  en los que nos parecieron “peticiones”. Vimos también muchos escolares  estadounidenses de origen japonés que claramente venían de viaje de  raíces. Resultaba muy chocante el contraste de sus andares y su  vestimenta con los otros escolares japoneses de la misma edad.

Visitamos también el llama por la desaparición de las bombas atómicas  (se apagará cuando no quede ninguna) y el mausoleo dedicado a las  víctimas. Tras esto, nos fuimos a tomar un zumo en una calle animada y  cuando dieron las 6 volvimos al Bomb Dome para probar suerte con la  cámara. No tuve suerte con esos tonos rojizos porque toda Hiroshima  parecía cubiera por un enorme nubarrón.

Bomb Dome at Hiroshima, by night

El resto del día nos lo repartimos entre preparar las maletas para el  check-out del día siguiente y un paseo + cena en una zona alejada del  centro. Estuvimos en un italiano bastante agradable y con la comida  aceptable (quizá algo sosa pero el tabasco vino al rescate) llamado  Misto y poco rato después dimos por terminado el día.

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