Éste es uno de los libros que vino en mi último pedido a Amazon. No sé muy bien por qué no se editan libros de Lord Dunsany en español, al menos yo no los encuentro, afortunadamente existe Internet.
Hasta ahora lo que he leído de Dunsany han sido, sobre todo, cuentos cortos. En estos cuentos hay un poco de todo. Se pueden encontrar algunos que claramente inspiraron a H.P. Lovecraft, otros – que yo llamo los de ciudades- en los que se describen fantásticas y míticas ciudades que habrían existido en la infancia de la civilización. Existe también un grupo de cuentos que encajaría mejor en la literatura fantástica más clásica. Este libro pertenece a estos últimos, es un cuento de hadas.
La historia se divide en dos partes, la primera refleja lo que podría llamarse choque cultural élfico. Personalmente, el protagonista -Alveric- me parece muy injusto por sacar a la princesa de su tierra y esperar que en unos pocos años se olvide de toda su herencia. ¡Humanos! La segunda parte narra el viaje de Alveric para recuperar a Lirazel y la vida de Orión, su hijo.
Lo que es fascinante de este libro es su estilo, la manera en que se habla de Elfland, describiéndola y no haciéndolo al mismo tiempo. Dunsany nos deja asomarnos un poco, como si mirásemos por el ojo de una cerradura, y luego tapa nuestra visión diciéndonos que sólo las canciones hablan de la belleza de esta tierra. Nosotros nos vemos siempre presos en los límites de the fields we know. Sus descripciones entran perfectamente en el campo de lo que se ve y lo que se insinúa, siempre más atractivo.
El estilo marcadamente onírico de muchos relatos de Lord Dunsany y, que a mi me encanta, resulta pesado para muchos lectores; sin embargo, en este libro no está presente de una forma tan constante y quizá por ello, sea una buena opción para aquellos que sienten interés por este autor pero que no terminan de animarse.
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