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Storm King's Thunder Parte II (Los relatos del bardo Ybd-el-Tarim) by diacritica

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Serie de relatos sobre las aventuras del paladín Kadash (dragonborn), bardo Caeldrim (elfo), exploradora Myev (semiorca), hechicera Nana (gnoma) y el pícaro Lint (humano) en la campaña de DnD5e Storm King's Thunder.
Primera parte disponible aquí

Aaahhh, ¡qué placer degustar este hidromiel! Veo que seguís aquí, mi ilustre audiencia, y eso solo puede significar una cosa; queréis que os siga relatando qué ocurrió a continuación cuando nuestros héroes y heroinas dejaron Nightstone al sur para encaminarse a lomos de sus monturas a las cuevas del norte, esperando encontrar a los supervivientes huidos del pueblo.

Con el deseo de resolver algunas de las incógnitas del ataque de los gigantes y dar con el paradero de los supervivientes, el grupo se puso en marcha para cubrir una distancia de una hora hasta las cuevas y abrigos naturales que salpicaban las colinas al norte. Lindando con el bosque de Ardeep, estas colinas mostraban caras tan verdes como rocosas y de tránsito difícil pero afortunadamente, había un camino muy bien marcado que discurría por entre ellas y aliviaba el esfuerzo.

Myev, la exploradora, no dejaba de mirar hacia atrás con inquietud, intuyendo una presencia animal que los seguía (o la seguía a ella en particular). Hacía varias jornadas que sentía un vínculo especial con una bestia que hasta entonces se había mantenido a una cierta distancia, pero esa distancia parecía decrecer poco a poco para a su vez fortalecerse un lazo entre ambas. Myev había decidido no actuar por el momento.

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Kadash señaló una gran abertura natural en una de las laderas de una colina particularmente grande. Se trataba de una oquedad ancha y sobre todo muy alta que parecía adentrarse en el corazón de la tierra. Cuando se acercaron a investigar la semiorca, el humano y el elfo identificaron restos recientes del trajín de humanos y goblins como pisadas, restos de tejido y otras minucias. Aunque hubiera sido sabio buscar otras entradas a las galerías que se intuían en el interior, optaron por entrar directamente en la oscuridad y la humedad de sus fauces, Lint y Kadash ayudándose por luz mágica proporcionada por Nana, la gnoma. De esta forma fue obvio al poco rato que la entrada daba paso a una gruta y esta gruta, de paredes muy irregulares, se estrechaba a medida que avanzaban.

Pasados unos instantes el grupo oyó unos cuchicheos a cierta distancia, parecían dos personas o dos criaturas discutiendo en siseos. Estos cuchicheos agitados se fueron volviendo más nítidos a medida que se acercaron sigilosamente hasta que fue obvio para Myev y Nana que hablaban en lengua goblin aunque ninguna podía comprender el significado de lo que decían. Caeldrim y Lint optaron por acercarse hasta el origen de los cuchicheos, que parecían provenir de la izquierda pasado un estrechamiento de la gruta. Caeldrim distinguió claramente a la goblin que habían visto en Nightstone y en un susurro la llamó "Gwerk! Gwerk!". Ésta cesó en su conversación y se vino hacia donde estaban ellos visiblemente agitada y nerviosa. Lint, Caeldrim y Gwerk volvieron a donde estaba el resto del grupo y entonces Gwerk les habló con más calma. Les pidió que se fueran, que no entraran en la gruta, pero el grupo estaba decidido a entrar y a confirmar si había supervivientes.

Razonar con estas abominables criaturas es siempre un tormento ya que son miserables y traicioneras pero como quiera que el grupo descubrió por Gwerk que, en efecto, había humanos apresados en estas grutas, finalmente ésta les propuso un pacto. Una tal reina goblin Snitbag que no ostentaba el poder efectivo en las cavernas de los goblins aceptaría liberar a los humanos a cambio de que nuestros héroes y heroinas acabaran con la vida de Hark, el jefe del clan, y sus ratas. En el grupo había fuerte división de opiniones pero finalmente aceptaron esperar a que viniera Gwerk con Snitbag y tomar una decisión entonces.

Gwerk desapareció en la negrura de las cavernas y el grupo comenzó la espera. Al cabo de apenas un minuto, Caeldrim decidió seguir a Gwerk para conocer mejor la distribición de galerías dentro de la colina. Sin avisar a sus compañeros de viaje, volvió al estrechamiento en la caverna donde había visto a Gwerk y lo atravesó unos pocos metros más allá hasta encontrarse en mitad de lo que pareció una gran gruta de dimensiones imponentes. Mientras su vista de elfo se hacía a la oscuridad el resto del grupo permanecía sorprendido y alerta en la ubicación original con dudas sobre qué hacer tras el osado movimiento del bardo.

La señal no tardó en llegar, cuando Caeldrim empezó a distinguir con claridad las paredes de la caverna y dos figuras enormes a cierta distancia, una flecha le atravesó el costado derecho arrancando un tremendo grito de dolor. El resto del grupo, algunos mascullando entre dientes, se apresuraron a socorrerlo sin saber muy bien qué se iban a encontrar. "¡Un ogro!"- gritó Nana, "¡Dos!" se apresuró a corregirse cuando vio que a la enorme criatura que veía a varios metros a su izquierda se sumaba otra igual de imponente enmarcada entre numerosas estalactictas y estalagmitas ocupaba el mismísimo centro de la caverna. Los ogros no estaban solos, un número indeterminado de goblins apostados a diferentes alturas y ángulos, usaban su ventaja para disparar flecha tras flecha sobre nuestros sorprendidos amigos.

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Lint fue el primero en devolver cierto equilibrio al combate cuando, en un expresión de sangre fría, acabó con la vida de un goblin arquero con una certera flecha que se alojó en la cara de la criatura. Nana decidió por el momento usar su ballesta y apostar seguro apuntando al primer ogro. Se hizo una bola con su espalda pegada a uno de los lados del estrechamiento con suficiente ángulo para ver pero sin estar enteramente expuesta y dejó que su virote golpeara de lleno en el pecho del ogro, que gritó de dolor mientras se llevaba una mano a las plumas que aún sobresalían de su cuerpo. Myev aprovechó para asomarse brevemente y apuntar con su arco hacia su izquierda, al mismo ogro, fijando su mirada en las plumas del virote de Nana y dejando volar la flecha hasta ese mismo sitio atravesando al ogro de lado a lado impidiendo que los gritos de dolor que retumbaban en la caverna cesasen. Kadash, mientras tanto, decidió concentrarse en el ogro como si de una presa de cazador se tratara y lanzó una jabalina que se clavó en el vientre de la enorme criatura al tiempo que ésta salía de una especie de charca de barro y en apenas tres zancadas se plantaba frente a la gnoma para acorralarla y golpearla con su maza. El golpe fue tremendo y pudo haber sido mucho peor si Nana no hubiera pronunciado un sortilegio de protección instantes atrás. Aún así, la hechicera rodó malherida y trató de esconderse entre los salientes naturales de la pared de la gruta tras ella mientras dolorida trataba de cargar de nuevo su ballesta para poder tener una oportunidad de disparo a bocajarro.

Caeldrim, testigo de la situación, quiso ver en Kadash al héroe del día y con palabras de ánimo y confianza le conminó a que acabara con el ogro mientras él mismo merced a sus dotes arcanas se introducía en la primitiva mente de la bestia y le producía unos ruidos insoportables que hicieron que se llevase las garras a la cabeza y retrocediera huyendo del bardo.

Era el momento que Lint llevaba tiempo esperando. Oculto a la vista del ogro, a su costado, y aprovechando su desorientación, abrió su arco, aguantó así unos instantes y soltó una flecha que atravesó sus dos oídos atrapando en su camino a las dos garras que trataban de acallar los incesantes ruidos. El ogro cayó con todo su peso al suelo y no se movió más.

La situación estaba lejos de estar resuelta a favor del grupo. Por todos lados volaban flechas amenazadoras y seguía habiendo un segundo ogro en la caverna que parecía blandir una jabalina dispuesto a matar a cualquiera de los cinco. Ignorando al segundo ogro, Nana se adelantó unos pasos hacia el centro de la caverna y trató de conjurar un rayo de pura magia caótica en dirección a uno de los goblins más alejados, detrás de donde se encontraba la charca del primer ogro. Sin embargo, aún dolorida por el golpe de la maza, fue incapaz de dirigir bien el destino del rayo y éste acabó desviado y golpeando la pared de roca tras el goblin.

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Myev optó por atacar en sentido opuesto, ya que estaban siendo flanqueados por ambos lados y tras volver a asomarse brevemente soltó una flecha que tuvo la mala fortuna de golpear una estalactica que impidió que la saeta alcanzara en su vuelo al goblin arquero apostado más arriba. Por el rabillo del ojo, vio a su derecha como Nana, ahora más expuesta que antes, recibía una tremenda herida por una flecha certera que alcanzó de lleno su pierna derecha, la más expuesta al peligro.

Kadash, con el primer ogro muerto, se centró entonces en el segundo ogro y lo marcó a su vez como su presa de caza. Se interpuso entre Nana y la enorme criatura y se aprestó a lanzar su jabalina. Ésta se clavó en el pecho del ogro que se retorció de dolor y ya más cerca el paladín de la criatura, éste se dio cuenta de que no se trataba de un ogro sino de una ogra. La ogra quiso repeler al dragonborn con una jabalina que estaba en el suelo y que pasó muy cerca de nuestro paladín, así como no una ni dos, sino tres flechas que silbaron cerca de su cabeza para clavarse unos metros más atrás.

Nana, muy malherida, buscó dentro de sí un portal a una energía arcana que le insuflara una vida prestada, aunque solo fuese por unos instantes y sintió recorrer por sus venas un segundo latido, con otro ritmo y otra naturaleza, pero que le hizo recobrar el control de su cuerpo y adormecer el dolor que la atenazaba. No se había apenas levantado con esta nueva vitalidad cuando otra flecha la alcanzó por la espalda, atravesando su costado derecho y derribándola de nuevo. Nana desesperó sintiendo que esa recién obtenida energía, de una signatura tan pura y tan ajena, se disipaba ante el nuevo dolor y la sangre derramada.

Myev, a cubierto gracias a su posición, trataba de acabar con el goblin arquero que a unos veinte metros seguía siendo uno de los peligros más claros para el grupo ya que disparaba flechas con total impunidad. Sin embargo, si bien era presa difícil de las flechas de aquél y otros goblins, no conseguía acertar con las propias y el combate se mantenía en unas frustrantes tablas.

Lint también se afanaba en acabar con otro de los goblins que seguían desde sus posiciones elevadas lanzando flechas abajo, al grupo, en cuando veían la oportunidad clara, pero esta vez tuvo peor fortuna y sus flechas erraron el blanco. Caeldrim, mientras tanto, había ido corriendo a socorrer a la gnoma para sacarla de la zona de peligro y parapetarla unos metros tras el paso angosto que les había conducido a la caverna. Cuando estuvieron a salvo, Caeldrim pudo usar un hechizo curativo para restaurar aunque fuera un poco de la vida de casi inconsciente hechicera. Mientras, Kadash cargaba con toda su energía contra la ogra, cantando a Bahamut y blandiendo su espada en combate singular. Su espada fue a clavarse en el pecho de la ogra, unos palmos por encima de la jabalina que aún sobresalía en el vientre. En ese momento, Kadash se arqueó de dolor al notar una flecha clavarse en su espalda, una saeta que encontró un hueco en su armadura y se hundió profundamente en su carne. A esa flecha le siguió otra segunda que se alojó bajo su brazo derecho levantado. El paladín recurrió a todo su autocontrol para no sucumbir al dolor y mantener fija la atención en la ogra a quien consiguió volver a herir de gravedad con su espada. Sin embargo, la ogra, mucho más grande y fuerte que el paladín, aun malherida y aturdida, era un enemigo formidable y descargó su enorme maza en la cabeza del paladín que le obligó a postrarse súbitamente amplificando la diferencia de estatura de los dos contendientes. Así, muy malherido, fue la fortuna o las palabras inspiradoras del bardo, lo que hizo que esquivara a tiempo una traicionera flecha que llevaba su sino marcado pero que se perdió rebotando y astillándose en la caverna sin poder reclamar la sangre del dragonborn.

Lint y Caeldrim se concentraron entonces en la ogra, evitando que el paladín, con una rodilla en tierra y encorvado por el sufrimiento, volviera a recibir otro golpe de la maza de la ogra. Caeldrim con su estoque y Lint escondido a escasos metros con su arco atacaron a la ogra antes de que pudiera reaccionar. Ésta, que sí tenía frente a sí al bardo fue a enterrar su maza en el hombro izquierdo de éste al mismo tiempo que el estoque de Caeldrim infligía una nueva terrible herida a la ogra. Caeldrim aulló de dolor pero encontró la forma de transformar sus gritos en palabras de ánimo para su compañero Kadash que aún apenas podía recuperarse.

Nana eligió el mismo goblin al que antes no había podido herir y se concentró por completo en la silueta de la criatura mientras murmuraba unas palabras de poder y describía gestos rítmicos con sus manos. De su mano derecha salió entonces un rayo ígneo que iluminó a su paso la caverna hasta que alcanzó de lleno al goblin con tanta energía que éste primero se envolvió en llamas y luego explotó en varios pedazos. Los jadeos de agotamiento de Nana fueron precio más que justo por poner fin a la vida de la miserable criatura.

Myev quiso socorrer a Kadash. Con la máxima cautela pero tan rápido como pudo fue hasta donde Kadash se había quedado en actitud meramente defensiva y le aplicó un bálsamo curativo gracias a su poderes naturales. Esto fue suficiente para que el dragonborn reaccionara y pidiera él mismo la ayuda de Bahamut para recuperar gran parte de la vitalidad perdida al sanar sus heridas por intervención divina.

Ambas, Nana y Myev, demasiado expuestas ahora al resto de los goblins arqueros, recibieron sendas flechas que las hirieron levemente. Lint, a salvo de estas mismas flechas esperaba el momento propicio para asestar el golpe definitivo a la ogra y así lo hizo con una última flecha que se clavó en sus costillas y arrebató a la enorme criatura el hálito vital mientras caída de bruces al suelo. Al mismo tiempo, Nana, a pesar de su debilidad, dibujaba en el aire signos arcanos para obtener un enorme poder en los dedos de su mano derecha. De sus dedos salieron entonces tres rayos como relámpagos que acabaron inmediatamente con la vida de otros dos goblins arqueros. La gnoma estaba tan agotada por el esfuerzo que su vista se emborronaba cuando Lint y Myev acudieron a ayudarla y sanarla. Tan débil la encontraron que pusieron toda su energía en bálsamos y canciones curativas y Nana pronto volvió a sentir la vitalidad recorrer su cuerpo. De hecho, volvió a sentir la extraña energía arcana recorrer sus venas y se deleitó en su consquilleo mientras se levantaba y se reunían todos de nuevo, ya sin enemigos a la vista.

No transcurrió mucho tiempo antes de que escucharan unos pasos acercarse por una de los pasajes que llegaban a la caverna por el lado opuesto por el que habían accedido a ésta. Todo el grupo se preparó para lo peor, más enemigos, pero en su lugar apareció Gwerk con otros cinco goblins, entre los que parecía encontrase una goblin más llamativa, sin duda Snitbag. Myev, la semiorca, no estaba de humor para parlamentar y negociar y su paciencia se había agotado con alguna de las primeras flechas del combate anterior. Apostada encima del grupo, saltó por sorpresa en medio de la comitiva goblin tratando de apresar a Snitbag y tomar así la iniciativa. Sin embargo, aunque los movimientos de la exploradora fueron rápidos, el cuerpo pequeño y ágil de la reina lo fueron más, y pudo zafarse del intento de Myev por pegarla a su cuerpo con la daga. Sorprendidos por esta acción, el resto de goblins sacaron sus dagas para corresponder el ataque a la mínima orden de su reina pero Nana los contuvo llamando a la calma.

Kadash se adelantó y conminó a los goblins a soltar las armas pero aunque su voz y su poder eran imponentes y tenía tras de sí un cementerio de ogros y goblins, no lo eran tanto como el miedo y la lealtad de los goblins a su reina y se mantuvieron con las armas en alto. Fue la reina, Snitbag, la que tomó entonces la iniciativa y mirando a Gwerk, le dijo "¡Esto no es lo que yo esperaba!" a continuación dirigiéndose a nuestro grupo para inquirir "¿Podéis ayudar o no podéis ayudar?". Caeldrim y Kadash se turnaron para llevar hacia el terreno de la conversación y no al del combate la delicada situación y finalmente, aun cuando la tensión era obvia en el ambiente, Snitbag y el grupo parecieron llegar a un acuerdo.

Snitbag deseaba desahcerse de Hark, el cabecilla del clan, alguien a quien la reina detestaba pero con quien no osaba enfrentarse por la protección que unas ratas gigantes le proporcionaban. A cambio de su muerte, decía la reina, ella les aseguraba la liberación de los prisioneros de Nightstone, que andaban ocultos en algún lugar de la serie de galerías y cavernas.

El grupo se fue un lado para decidir qué hacer y pronto vieron que no todos estaban convencidos de los pasos a seguir. Myev proponía acabar con todos los goblins de la caverna empezando por la misma reina Snitbag ahí mismo. En el otro extremo, Caeldrim el bardo proponía un acuerdo que les hiciera ganar tiempo. Kadash parecía conforme con el bardo y no deseaba matar a unos goblins sin motivo mientras Nana acabó por aceptar posponer la muerte de éstos y otros goblins tras la liberación de los prisioneros. Lint se mantuvo en silencio escuchando al resto del grupo pero no se decantó por ninguna opción. Finalmente, el grupo aceptó seguirle el juego a Snitbag por el momento pero antes exigieron a la reina que trajera a un prisionero como gesto de buena voluntad. Así lo hizo Snitbag, quien envió a uno de los goblins de su comitiva a buscar a un prisionero, reapareciendo al cabo de unos minutos con un mocoso y lloriqueante niño halfling que en estado de shock no pudo ayudar en nada a nuestro héroes y heroinas.

Todo el grupo se puso entonces en marcha guiados por uno de los goblins recorriendo un tramo de las galerías que se adentraban más aún en el corazón de la colina hasta que finalmente llegaron a una estancia relativamente pequeña en donde se encontraba Hark, algunos goblins armados y unas ratas gigantes, sin duda a las que se había referido Snitbag, dando buena cuenta de los restos de algo que era difícil discernir.

Kadash habló y pidió la liberación de los prisioneros de Nightstone, algo que Hark prometió hacer inmediatamente después de que le ayudaran a él con un problema en los túneles más profundos de las cavernas, acabar con un tal "Blob". Caeldrim subió el tono de la conversación exigiendo la liberación inmediata mencionando el reciente combate y su resultado al tiempo que con un susurro mágico, le exigía a Snitbag que diera la orden de atacar a sus esbirros.

Snitbag dio la orden y uno de sus leales goblins disparó una flecha a una de las ratas, lo que generó la suficiente confusión para que nadie se percatara de que Caeldrim estaba preparando uno de sus más poderosos sortilegios, la onda de trueno. Tal fue su concentración y determinación que de él surgió un onda de viento sonoro hacia delante, justo donde se encontraban las ratas gigantes, dos goblins escoltas y Hark. El combate terminó antes de empezar. Las ratas y los goblins murieron en el acto aplastados por la fuerza de la onda mientras que Hark sobrevivió para inmediatamente anunciar que se rendía y que les conduciría hasta los prisioneros si no lo mataban.

Una mujer de Nightstone, en shock, prisionera en una salita contigua, fue encontrada y liberada por Nana, quien ya había intuido que los restos que devoraban las ratas habían pertenecido a un desgraciado prisionero.

Hark les condujo por una serie de pasajes hasta llegar de nuevo a la caverna del comienzo, donde aún permanecían los cadáveres de la batalla. Una vez allí escogió un camino en la pared opuesta, a la derecha según había entrado el grupo a la caverna tiempo antes, y en poco tiempo llegaron a otro ensanchamiento natural de la roca. Repartidos en las repisas y terrazas de piedra de las paredes se encontraban los supervivientes prisioneros de Nightstone. La mayoría en estado de shock, sollozando desconsoladamente, apenas se movieron. Sin duda había muchos heridos y en estado lamentable y algunos miraban nerviosamente una apertura en el centro de la caverna, que se asemejaba a un enorme pozo y sobre el que Hark adivirtió al grupo al mencionar a unos murciélagos.

Kadash se dirigió a las gentes de Nightstone y transmitió calma. Encontró entre el grupo a un enano, de nombre Morak, que parecía entero y con capacidad de conducir a los prisioneros a salvo fuera de las cuevas y al sur por el camino hasta Nightstone. Kadash y Morak los llevaron hasta la salida de las cuevas mientras el resto se quedaba dentro con Hark y algunos goblins leales a la reina Snitbag, una reina, por cierto, que había desaparecido en el proceso.

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Caeldrim decidió que había llegado el momento de matar a Hark y le atacó con su estoque pero en lugar de Hark halló entre sus brazos a un goblin muerto, no a Hark, que parecía haberse transportado unos metros más allá y que no tenía ninguna intención de morir a manos del bardo. El resto de goblins sopesaron rápidamente a quién les interesaba proteger y optaron por la lealtad goblin, lo que hizo que de pronto la situación que se encontraba bajo control se volviera particulamente problemática. El hecho de que Hark aún conservara su cimitarra sirvió de escarmiento para el futuro ya que con ella atacó en dos rápidos golpes al elfo que sufrió una humillante herida por la que manaba generosa la sangre. Uno de los goblins se revolvió contra Nana y con su daga le hizo un tajo muy feo. Myev se dirigió rauda a Hark para acabar rápidamente con la situación y aunque al principio Hark pareció esquivar el golpe, la daga de Myev ya preparaba un segundo arco que se clavó en las costillas del goblin y le dejó muy malherido.

En ese momento, como llamada por un instinto y un vínculo poderosos, apareció la bestia que llevaba días siguiendo en la distancia a Myev. Una enorme jabalí hembra apareció como de la nada y se abalanzó contra Hark que, aunque no cayó al suelo, sí quedó momentáneamente desiquilibrado por el tremendo empellón del animal, que continuó su carrera unos metros más allá. Esto dio vía libre a la gnoma para que descargara sobre la cara de Hark una nube venenosa que surgió de sus manos. La respuesta de Hark, moribundo y desesperado fue terrible, y aprovechando la cercanía de Nana golpeó con fuerza su cimitarra sobre el cuerpo de Nana, hiriéndola de gravedad antes de que Caeldrim acabara con la vida del jefe goblin de una vez por todas. El resto de goblins huyó hacia el interior de las cuevas y nadie quiso perseguirlos por el momento.

Mientras, Kadash compartía con Morak el infausto destino de Lady Nandar al tiempo que el enano le relataba cómo habían llegado huyendo en mitad de la noche y cómo, desconociendo la presencia de goblins en aquellas cuevas, habían sido sorprendidos y presa fácil de los ogros y los goblins.

El resto del día fue un penoso viaje de vuelta a Nightstone por parte de los supervivientes, agradecidos pero aún lastimosos y aterrados por lo que les deparara el futuro, algunos ya conscientes de que sus familiares y amigos yacían muertos en el pueblo o en las cuevas de los goblins.

Nuestro grupo, que iba a un paso más rápido, llegó antes al pueblo y habló con los soldados que habían dejado esa misma mañana a cargo de la protección de Nightstone, para que tuvieran todo listo ante la llegada de los supervivientes.

Mi querida audiencia, ya sé lo que muchos estáis pensando ¿qué fue de Felgolos, el dragón de bronce? ¿Había cumplido su parte y se encontraba aún ahí a la vuelta del grupo junto con Xolkin? Esa parte de la historia, me temo, tendrá que esperar a mañana. Por esta noche hemos tenido todos muchas historias que sucedieron y ahora es el momento de soñar otras que quizá algún día se tejan también entre las leyendas. ¡Buenas noches!

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