Bucovina y Maramureș son las dos regiones que hemos explorado en la siguiente etapa de nuestro viaje. Estas dos regiones están al norte del país y hacen frontera con Moldavia y Ucrania la primera y Ucrania y Hungría la segunda.
En Bucovina el plan principal era visitar los monasterios pintados que hay repartidos por toda la región. Las iglesias de algunos de estos monasterios están inscritas en una lista de la UNESCO de iglesias pintadas moldavas, son reconocidos por las pinturas que los decoran tanto por dentro como por fuera. Todos ellos pertenecen a la fé cristiana ortodoxa y, por lo que hemos podido ver, ahora mismo están al cuidado de comunidades de monjas, algunas de ellas establecidas en el monasterio desde los años 90 del siglo XX.
Estos monasterios comparten ciertas características como que son una especie de construcciones fortificadas cuadradas con sus torres y todo en las que parece protegerse como una joya la iglesia que se levanta en medio del patio. La iglesia es el punto en el que se concentra toda la expresión artística de estos complejos y tiene un estilo muy característico tanto en la representación de las figuras humanas, en esa forma de la iglesia oriental que entronca claramente con las raíces bizantinas, como en el colorido de los murales, con brillantes verdes, azules y dorados. Al entrar a mí me recuerdan vagamente a las iglesias y capillas que habíamos visto en Rávena, aunque salvando mucho las distancias porque lo de Rávena es de una escala que no he visto en ningún otro lugar. Por regla general estos monasterios se encuentran emplazados en parajes naturales preciosos, rodeados de bosques o praderas y en los que seguramente, cuando se van los turistas, se respira mucha tranquilidad.
Muchas de las iglesias de estos monasterios datan de fechas parecidas desde los siglos XV a XVII. Además hemos notado que los pintores tienen una especie de fijación con representar martirios de santos a los que pierden la cabeza. La forma más popular es la espada, pero hemos visto cabezas arrancadas e incluso mordidas por leones. No sabemos si es que era un martirio muy de moda o la moda es la de las pimturas, así que se deja como ejercicio para el lector o lectora el descubrirlo.
Como partíamos de una localidad al este, dedimos seguir una ruta de este a oeste de cuatro monasterios. El primer monasterio fue el de Voroneţ que está en la lista de la UNESCO y cuya iglesia se construyó en el siglo XV, por cierto que iglesia en rumano se dice biserica, por si teníais la curiosidad. Una de las cosas más destacadas de su iglesia es un fresco del Juicio Final con su río y sus jueces separando a los justos de los pecadores y aplicando castigos a diestro y siniestro a personas en pelotillas, un clásico en el cristianismo por lo que sea.
Impresionante cómo se ha podido conservar un fresco exterior como éste. Representa el juicio final, a la izquierda los que se salvan, a la derecha los que no.
La segunda parada fue el cercano monasterio de Humor que tal vez está un poco peor conservado pero que sigue mereciendo la pena, especialmente estando tan cerca del otro.
La siguiente escala fue el monasterio de Suceviţa que se construyó a finales del siglo XVI y cuyas pinturas son de principios del siguiente. Este complejo era especialmente grande y atraía a muchos turistas con lo que había toda suerte de puestos y casetas en las que comprar souvenirs o cosas para comer. Como ya era hora de comer pero no teníamos mucha hambre decidimos compartir un dulce como una especie de tortita gorda rellena de cerezas que estaba bastante buena.
El último que visitamos fue el de Moldoviţa que parece que fue enovado en 2013. Desde luego toda la parte circundante es muy moderna y se nota que está hecho con visión de atraer el turismo. He de reconocer, que como me pasa siempre con estas cosas, después de haber visto tres se me empiezan a solapar todas en la cabeza y no recuerdo si una imagen que tengo es del primero o del cuarto. Ains, por lo menos están las fotos de Pablo :D
Jardincito con rosales en el de Moldoviţa
Todos estos monasterios hemos notado, especialmente Pablo, que tienen jardines muy cuidaditos y llenos de rosas. Mi teoría es que en invierno todo está tan muerto que en verano se vuelcan en que esté florido y lleno de color.
Entrar en todos estos monasterios e iglesias viene a costar 10 lei (unos 2€) por persona, aunque hemos llegado a pagar un poco más en algunos sitios. En muchos de ellos es preciso pagar en metálico así que es conveniente llevar suficiente para no verse en el apuro de tener que darse la vuelta o buscar un cajero en medio de un lugar apartado.
[Comentario de Pablo] Siendo cierto que hay que pagar estos 10 lei por persona también he observado que hay gente que pasa olímpicamente de pagar. No sé si es porque no se lo pueden permitir o porque se niegan. No hay mecanismo alguno para "obligarles" a pagar porque realmente nadie controla esto. Los 10 lei son en realidad una donación "por defecto".
Las monjas se lo montan relativamente bien
Por la tarde nos metimos en el coche y nos dirijimos al oeste, a la región de Maramureș. El trayecto en sí mismo fue bastante interesante ya que cruzamos dos parques naturales muy bonitos, ascendimos varios puertos y nos sorprendimos viendo una especie de remolques de camnión que parecían transportar panales de abejas. Por lo que he visto buscando por internet es una cosa que se da aquí, apicultores errantes que transportan sus abejas de un sitio a otro en estos remolques.
No es la mejor vista desde la carretera pero tampoco quisimos parar mucho
Tras casi cuatro horas de viaje llegamos a nuestra pensión en el pueblo de Bonești. Estábamos un poco preocupados porque eran las 19:30 y no tenía pinta de haber muchos sitios para cenar en el pueblo, que viene a ser un pueblo un poco en medio de nada, ya que no es muy turístico. Tiene una iglesia de las famosas de madera de esta región, pero poco más. Afortunadamente la señora que lleva el sitio nos dijo que podíamos cenar allí si queríamos pero que nos lo tenía que preparar, así que tan contentos le dijimos que sí y a las 21, con un hambre tremenda nos sentamos a cenar. Primero, segundo y postre...
Unas vistas nocturnas muy chulas de la noche anterior de la luna azul de agosto
Sólo voy a comentar que he dormido fatal porque Pablo no paraba de moverse, según él porque la cena era muy calórica. Por si hay curiosidad en saber qué cenamos, pues nada, una sopita de fideos con trozacos de pollo y verduras, un plato de carne de ternera en salsa con puré de patatas, ensalada de tomate y pepino, y de postre tiramisú. Para rebajar nos pusieron una botella de palinka (licor de ciruelas local) junto con la comida. Todo casero, todo bueno, pero nuestros estómagos!!
[Comentario de Pablo] Esta cena no tuvo ningún sentido, parecía preludiar una jornada de duro trabajo en el campo cuando apenas nos quedaban dos horas antes de dormir. Me sorprende la enorme cantidad de carne que se come en Rumanía y al parecer hay una tendencia a hacer de la cena la comida más importante. Luego pasa lo que pasa.
Cuando nos preguntó que si queríamos desayuno estábamos por decir que no pero al final le dijimos que ok. ¡Qué error! A las 9, 12 horas escasas después de ese festín, nos sentamos frente a dos platazos con carnes, quesos, huevo, pan, mermelada y un cafetito. Yo ya estaba llena de sólo mirarlo y además aún no había digerido la cena del día anterior. En fin, que nos lo hemos comido sufriendo un poco y ya no hemos comida nada más que una pieza de fruta en todo el día hasta la hora de la cena.
Explíqueme usted cómo es que se puede desayunar todo esto. Hay hasta un filete empanado y lo que parece queso a la derecha en realidad es tocino. Y aparte pan con mantequilla y mermelada, claro.
El día lo hemos pasado por la zona. Primero hemos visitado una iglesia de madera típica de la región en el pueblo de Deșesti. Al llegar nos hemos encontrado una puerta cerrada y un teléfono, hemos llamado y creído entender que alguien venía. A los cinco minutos ha aparecido un señor local que andaba enseñando la zona a un chico norteamericano y que también ha llamado. Antes nuestro ojos atónitos, ha levantado una alfombra y allí estaba la llave. Sin palabras. El caso es que poco después ha aparecido una señora diminuta con las llaves y se han puesto a hablar. Nosotros hemos visitado a iglesia, que era pequeñita y menos exuberante que las del día anterior, pero igualmente decorada con esmero. Al parecer esta iglesia se sigue usando para el culto normal y la señora se ha hecho entender para contarnos que las alfombras que cubrían todo el suelo las había hecho ella. Luego, mientras mirábamos las pinturas de uno de las paredes en la que se mostraba ejemplos de pecados por los que la gente iba al infierno, nos ha señalado la imagen de una mujer que se había quedado dormida el domingo en lugar de ir a la iglesia y ha soltado una risilla O_o Para no ir al infierno, hemos dejado una "donación" de 10 lei para el mantenimiento y hemos dado la visita por terminada. Cuando ya nos íbamos la señora ha sacado una bolsa que tenía detrás de una cortina y tras hablar con el lugareño parece que estaba intentando vendernos unas blusas y bolsos que hace ella también.
La iglesia estaba ricamente pintada por dentro, sin dejar ni un hueco sin color
La buena mujer hobbit que tenía interés en vendernos su labor
Al salir de la iglesia hemos puesto rumbo al norte, hacia la frontera con Ucrania para ver un cementerio alegre que tienen por allí. Como nos hemos encontrado atasco hemos decidido parar en un museo al aire libre de casas típicas de Maramureș. El museo se encuentra en terreno bastante grande en el que hay casitas de diferentes estilos y épocas pero todos de esta región. En algunas de ellas se podía entrar pero la mayoría estaban cerradas o no tenían nada dentro salvo cacas de oveja. Algunas de ellas tenían un QR con un audio en rumano, así que nos hemos tenido que conformar con leer el año de cada una y el nombre. Aún así no ha estado mal.
El complejo tiene como 45 casas pero aún no hemos averiguado cómo las han traído hasta allí. ¿Deconstrucción/reconstrucción o elevación y transporte?
Detalle de un soporte exterior
Detalle de una habitación de una vivienda de la primera mitad del siglo XX
[Comentario de Pablo] Venimos observando que en los portalones (por no decir megaportalones) de muchas viviendas hay una cierta geometría. Son casi rectangulares y el "casi" se debe a que ambos lados lamen el travesaño con un cierto ángulo. En las construcciones modernas esta unión es un ejercicio de finura pero gracias a haber estado en este poblado de casas antiguas pudimos ver el modelo original.
Un sistema de encaje muy práctico y resultón
Una vez llegados a Săpânța hemos seguido la hilera de casetas y puestos de souvenirs hasta llegar al parking del cementerio "alegre". Este cementerio destaca porque todas las lápidas están pintadas con imagénes representativas de la persona que está enterrada y, al parecer, un poemilla jocoso que no entendemos. Según parece un señor local en los años treinta del siglo pasado empezó con la idea y desde entonces. El cementerio no es muy grande pero presenta una imagen bastante llamativa con sus lápidas azules y sus dibujillos.
Un cementerio diferente y uno de los principales atractivos turísticos del municipio
Después de visitarlo nos hemos parado a tomar un café (sí, además de la fruta ya mencionada) y se ha puesto a llover un buen rato. Mientras veíamos llover hemos visto a una señora mayor recoger sus mercancías de un banco en las que las había extendido y marcharse. Lo que hemos visto, al menos en esta zona, es que algunas de las cosas que venden son artesanales, seguramente hechas por la persona que las vende o por algún familiar (blusas, pañuelos, cestas, alfombras, etc.) y están allí compitiendo con los productos de manufactura industrial y bueno, allí estamos nosotros que como no entendemos no podemos discrimirnar en muchas cosas qué es genuino y si estás aportando a mantener la artesanía local o no.
En fin, que cuando ha escampado un poco la lluvía nos hemos vuelto a Budești a descansar un poco y a cenar en un restaurante de un pueblo cercano en el que sólo hemos comido un plato cada uno y un postre para compartir. Además se nos ha acercado un gatete de la finca en la que estaba y nos ha dejado sobarle (quería comida pero no le hemos dado, que sabemos que está feo dar comida a mascotas ajenas).
Se llamaba Marcel "Marchel" y tenía marcas de peleas recientes pero parecía mucho más preocupado por la trucha de Angela
Al día siguiente todavía teníamos pensado pasar por algunas de las iglesias que queríamos ver antes de partir hacia nuestro siguiente destino, la ciudad de Oradea.
Pensábamos salir directamente y tomar alguna galleta o fruta de la que llevamos de camnio, pero la amable señora de la pensión en la que nos alojábamos nos ofreció un café y aceptamos. Charlamos un ratillo con ella en una mezcla de español, rumano y palabras en inglés y nos hicimos entender, le contamos las iglesias que íbamos a ver, nos comentó que ella era originaria de uno de esos pueblos y nos dio alguna recomendación. La pensión se llamaba Bontoș en el pueblo de Budești y la recomendamos, es sencilla pero acogedora y limpia. Además te reciben muy bien y son muy majos.
[Comentario de Pablo] Las guías de viajes, como la Rough Guide nuestra, suelen referenciar estas casas de huéspedes con algún punto exagerado que puede llevar a pensar que eso que le pasó al autor de la guía ocurre por norma general. En este caso decía que la pareja dueña de la pensión "te podía acompañar charlando hasta altas horas de la noche con una o más botellas de palinka (licor local)". Sabemos que no hay que fiarse de estas "notas de color" pero te dan pistas sobre el carácter de los anfitriones. En la charla de despedida la mujer, Maria, nos comentó que su hermano era doctor en matemáticas y profesor en la EPFL de Lausana, ahí es nada. Se la veía muy orgullosa. También comentamos sobre el pueblo de al lado, Breb, que se había puesto de moda (vimos muchas casas nuevas o en construcción) y empleó el término "aglomerat" que vamos a incorporar en nuestro vocabulario privado. Eso sí, viniendo de España, nuestros "aglomerat" me da que son de otra liga que esta señora no puede ni imaginar.
Empezamos por la iglesia de San Nicolás en Budești que nos la habíamos dejado pendiente el día anterior, aunque la habíamos visto por fuera. Es una de las iglesias que están cerradas y hay que llamar pero coincidimos con un bus turístico y no hubo que esperar mucho a que abrieran la puerta. Dejamos nuestro 10 lei de donación y observamos con interés como los turistas (o peregrinos?) locales ponían caras para aflojar los lei o se quedaban fuera sin pagar. Esta iglesia de madera tiene una torre cuadrada en la que hay otra cuatro agujas más pequeñas en las cuatro esquinas que rodean la más alta. Otra cosa en la que nos fijamos es que teníala cota de malla de algún señor enmarcada. Según la wikipedia y al traducción del rumano al español de Google:
Cota de malla atribuida al forajido Pintea la Valiente. Grigore Pintea de Măgoaja (1670-1703), famoso forajido y capitán del ejército, amante de la libertad y la justicia para los muchos y los ofendidos.
La iglesia tenía sendas ventanitas diminutas como de duendecillos en cada muro lateral
La idea que teníamos era hacer un poco la ruta hacia Oradea desviándonos para ver las iglesias que nos interesaban. La segunda era una iglesia muy pequeñita, la Bisericuța de lemn Șurdești. Lamentablemente estaba cerrada y no había teléfonos ni nada, así que nos conformamos con verla por fuera y ver las fotos del interior de la Wikipedia. La iglesita era muy mona, todo hay que decirlo.
Con mejores perspectivas nos fuimos a la última iglesia de nuestro itinerario, la iglesia de los Arcángeles Miguel y Gabriel (Arhangheli Mihail şi Gavril) en Plopiş (de dónde era la dueña de la pensión). Tras aparcar el coche, ascendimos por una escalerita que cruzaba el cementerio y pudimos reconocer el apellido Bontoş en varias de las lápidas. Para nuestro alivio, la iglesia estaba abierta y la guardiana de las llaves estaba barriendo dentro. La mujer nos invitó a entrar y nos explicó unas cuantas cosas que no sabíamos. Para empezar nos hizo notar el techo trilobulado, en lugar de ser la típica bóveda de cañón tenía tres lóbulos. Nos sorprendió que tuviese menos pinturas que las que habíamos visto hasta el momento y ella nos contó que las que tenía eran de un artista local de 1811. La iglesia se había construído en 1789 por la gente del pueblo (sin arquitectos) con madera de roble muy oscura. Sin embargo, el tejado nos contó que se renovaba cada cierto número de años (ahora no recordamos si nos dijo 14 o 40...) porque se estropea mucho al ser de de pino. Datos intersantes que aprendimosde ella fue que las iglesias ortodoxas antiguas están divididas en altar (al que no podemos entrar ni ver), naos (donde asisten los hombres al servicio) y pronaos (la estancia inicial en la entrada en la que se ponen las mujeres).
La naos trilobulada
Otro dato es que en el iconostasio que separa el altar del resto de la iglesia está siempre ocupado por cuatro iconos de izquierda a derecha: San Nicolás, la Virgen, Jesús y quién sea el protector o protectora de la iglesia, en el caso de ésta los arcángeles Miguel y Gabriel.
Vista desde la pronaos. Se puede ver a San Pedro y San Pablo pintados.
Dejamos nuestro donativo de 10 lei que la mujer nos insistió que eran para la iglesia y no para ella, y nos pusimos en camino a Oradea, que nos esperaban casi 4h de coche. El camino no ha sido tan bonito como los que hemos hecho hasta ahora pero ha sido bastante informativo en lo que se refiere a ver otras zonas y pueblos. Como ya hemos asumido, las carreteras atraviesan todos los pueblos y hemos cruzado por muchos de lo que sería cualquier pueblo feo y sin interés aparente de cualquier otro lugar de Europa con casas destartaladas o que se caen a trozos, pueblos dedicados a la agricultura con la maquinaria al lado de las casas e incluso algunos en el que nos daba la sensación de que debía haber mayoría de población Romaní y en los que hemos reconocido lo que ya sabíamos de los niveles de pobreza aguda que se dan en esta etnia, en gran parte debido a la discriminación que siguen sufriendo.
[Comentario de Pablo] Nuestra parada técnica para descansar y comer algo nos ha reforzado la idea de que en muchos de los pueblos, el típico "bar" es en realidad un puesto de comida rápida. No pertenecen a ninguna cadena y es como el bar de toda la vida pero insisten en vender hamburguesas, perritos calientes y pizzas. Éste es un tema que nos tiene un poco alerta y ya hemos leído algo sobre el creciente problema de sobrepeso en Rumanía por malos hábitos alimentarios y abundancia de comidas durante el día. Tampoco vemos gente haciendo deporte (corriendo o en bici). Seguiremos indagando.
A eso de las 17:30 y tras algunos kilómetros de tráfico lento por la abundancia de obras y la ausencia de carriles en la carretera, hemos llegado a nuestra pensión a las afueras de Oradea y hemos soltado nuestra colada que esperamos recuperar mañana :S
En el próximo episodio hablaremos de Oradea, una ciudad que es muy bonita, o tal vez no...
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