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Japón: Nikko, escapamos del calor by ghilbrae

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Voy con mucho retraso en los posts y no puede ser, que luego se nos olvidan las cosas. En el último episodio habíamos terminado en Tokyo por temas laborales de Pablo pero el lunes (se supone) ya estábamos los dos de vacaciones. Como el viernes 19 teníamos que estar en Kamakura, al sur de Tokyo, no queríamos alejarnos muchísimo, así que nos decidimos por ir a Nikko en la prefectura de Tochigi que es un enclave histórico en una región montañosa con multitud de onsen (baños termales) y donde el tiempo parecía ser menos caluroso. No lo sabíamos, pero el lunes 15 era festivo y nos encontramos con que había más gente en todas partes de lo que esperábamos de un lunes.

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En uno de los varios trenes/metros hasta Nikko

El día empezó regulinchi, Pablo tenía una reunión a las 10 y necesitábamos estar ya situados en el tren para que pudiera hacerla con calma. Nos fuimos a la estación de Shinagawa prontito para conseguir los billetes y coger un tren con tiempo. Todo fue mal. Llegamos con tiempo de sobra pero el tren que nos recomendaba el google de los demonios no salía el lunes de la estación a la que habíamos ido, así que o bien nos íbamos a otra estación o lo intentábamos con una combinación diferente de trenes y compañías de tren. En Japón hay varias compañías de tren y a veces es confuso saber quién opera qué servicio y cuándo tienes que hacer ajuste del coste del billete en la estación de destino. Para llegar a Nikko se puede ir todo usando Japan Rail pero también combinando Japan Rail con Tobu, que comparten vía en un tramo. Al final conseguimos encontrar un mostrador con personas en la estación y mientras Pablo tenía la reunión detrás de una columna en una estación muy concurrida en un día de festivo nacional, yo conseguí billetes para ir a Nikko. Tuve que ir arrastrando a Pablo por la estación mientras tenía su video conferencia y dejarlo en el andén hasta que viniera el tren.

[Comentario de Pablo: Fue un poco estresante pero sobre todo porque la llamada era con una fundación australiana que estaba valorando otorgar una subvención importante a un proyecto de software libre que conozco bien y aprecio mucho. No quería que las condiciones de la llamada, con ruido, movimiento de cámara y con distracciones pudiera perjudicar el proceso. Creo que la cosa salió muy digna pero no fue un rato agradable, la verdad]

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Una libélula nos dio la bienvenida nada más salir de la estación de tren en Nikko

Afortunadamente el viaje no tuvo más contratiempos. Llegamos a la estación algo más tarde de lo que teníamos planeado pero aún con tiempo. Paramos en la oficina de turismo de la estación en la que el señor que estaba en prácticas nos ayudó lo justo. Sacamos en claro que había un bono de autobús para dos días que nos podía venir muy bien y un mapa de las cosas de mayor interés de la región. Le estuvimos preguntando por opciones de rutas senderistas por las montañas y el hombre, muy azorado, no nos supo responder muy bien y nos recomendó un camino de dos horas y un paseíto en barco en un lago bastante famoso de la zona.

[Comentario de Pablo: Este "trainee" ya madutiro (quizá un trabajo por horas de alguien en paro) daba por hecho que estábamos en una visita de día, porque es lo típico y tuvo que ir actualizando sobre la marcha sus recomendaciones a medida que descubría que nuestra estancia iba a ser más larga de lo que iba pensando. En Japón, como en todas partes, hay sitios que se llenan a primera hora de la mañana y a la noche quedan desiertos y Nikko tiene un poco ese estatus aunque tenga muchísimo más que ofrecer.]

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El restaurante de ramen donde comimos bien

Cominos en un restaurancito un ramen muy rico, dejamos los trastos en el hotel y nos tomamos un café en un sitio hipster que no volvimos a ver abierto antes de ponernos en marcha para ver los templos.

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Vista "hacia atrás" una vez que has traspasado la gran puerta o "torii" principal. Se observan los enormes cedros en el fondo.

El recinto de los templos es enorme y está situado en un enclave boscoso de cedros impresionantes. El más famoso de los santuarios que hay es el de santuario sintoísta de Tōshō-gū que es el lugar en el que está la tumba de Tokugawa Ieyasu, una de las figuras más relevantes de la historia de Japón ya que consiguió (a base de victorias militares) acabar con el largo período de guerras entre los señores feudales y establecer el shogunato (1600) que se mantendría en el poder hasta el período de la Restauración Meiji (1868).

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La tumba de Tokugawa Ieyasu, lleva sin abrirse desde siempre. Wow.

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Que no falten amuletos para comprar. En este caso, la temática equina se debe a que un pequeño templito estaba dedicado al caballo de Tokugawa Ieyasu (o su hijo) y al Yabusame

El santuario es impresionante, tanto el edificio en sí como las diversas puertas y estructuras que se encuentran en los alrededores. Todo está profusamente decorado y no hay lugar al que mires en el que no descubras algún detalle curioso: pájaros de brillante colorido, dragones, kirin, elefantes... Los más famosos son un gato que guarda la puerta principal o los famosos tres monos sabios.

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Profusamente, pues eso

Nosotros subimos los 200 escalones hasta la tumba en la que mucha gente hacía alguna señal de respeto y recorrimos santuarios y caminos lo mejor que pudimos. Como era festivo pues había bastante gente, al fin y al cabo Nikko es una excursión de un día desde Tokyo, así que cual madrileños yendo a comer corderito en Segovia (e igual ver el Acueducto), los tokiotas también se acercan a ver sus monumentos naciones y Patrimonio de la Humanidad en los festivos.

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Un bajorelieve en madera en el muro exterior de uno de los innumerables templos

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Aquí en plena faena, un robado en toda regla

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Aquí la "ladrona" diciendo ¿yooo? Yo no he hecho ninguna foto de ti...

A las 16:30 los templos y museos del recinto ya estaban echando el cierre, pero como el recinto está abierto, pues pudimos quedarnos a pasear tranquilamente entre los árboles y seguir disfrutando del exterior de los templos y santuarios con mayor tranquilidad.

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Una foto cuando ya nos despedíamos del conjunto de los templos

Pablo además se empeñó en comprarse un amuleto de los que venden en los templos para que proteja nuestra casa y nos traiga prosperidad y tal. La gracia es que estábamos ahí intentado descifrar lo que era y se nos acercó un chico por si necesitábamos ayuda ofreciéndose en inglés pero cambiando al español en cuanto se dio cuenta de que éramos españoles. Así que él: "cómo sabes japonés! se te da muy bien!" y yo lo mismo pero en japonés y los dos practicando ahí mismo el idioma que estábamos estudiando, en un minuto de conversación. Al final, lo que nos dijo es que ellos tampoco entienden muy bien lo que significan las cosas que ponen que hacen los talismanes esos, así que nada, igual es una maldición. A mí me da igual, si sirve para echar mal de ojo a cierta vecina yo compro 30.

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Un detalle de una de las muchas linternas de piedra que hay por todo el recinto

Antes de marcharnos paseamos por la zona en la que se encuentran los templos budistas (Rinnō-ji) que hay en el recinto. La paz que se respiraba en esta zona era llamativa después de la cantidad de gente que habíamos encontrado en el área del mausoleo. Imagino que entre que era tarde y que los templos ya estaban cerrados, mucha gente no tenía interés. A mí me gustó especialmente y me pareció que el edificio mucho más sobrio transmitía mucha serenidad sólo con mirarlo.

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Angela haciendo una foto

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La foto que estaba haciendo Angela

Al lado había además un estanque en el que probamos a sacar algunas fotos artísticas.

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Efecto mirror con la Instax de Angela

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El estanque tenía su encanto

Los templos están a las afueras del pueblo, así que nos volvimos paseando y pasamos por el puente Shinkyo sobre el río Daiya, construido para poder acceder al mausoleo de Tokugawa.

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El puente "Shinkyo", muy fotogénico

Aquí todo cierra prontísimo y se hace de noche en seguida, así que a las 17:30 ya no había mucho que hacer en un pueblo enano en mitad de la nada en el que además muchos turistas son de un día. Como habíamos desayunado fuerte y comido una sopilla, pues antes de las 19 nos fuimos a cenar a uno de los pocos sitios que estaban abiertos.

Un gran aprendizaje es que no te puedes fiar nada de lo que diga el google maps, no sé cuántas veces ya en este viaje nos ha pasado que los sitios ya no existen, están cerrados cuando deberían estar abiertos o están abiertos cuando deberían no estarlo. En fin, que hemos empezado a ir con opciones A, B y C para poder cambiar de plan rápidamente. No ayuda mucho que las cosas cierren muy pronto. Nosotros somos de cenar a las 20 o antes cuando estamos de vacaciones pero si vas a un sitio a las 19 y te dicen que a las 20 cierran pues regular porque ya está todo el mundo nervioso con el horario.

En Nikko encontramos una izakaya moderna llamada Kurine que cerraba tarde. En general, las izakayas cierran notablemente más tarde y terminamos cenando en ella las dos noches que pasamos en el pueblo.

Al día siguiente la idea era salir prontito para hacer una ruta por el Parque Nacional. Desayunamos un desayuno en el hotel que era bastante poco interesante y nos compramos unos sandwiches y frutos secos en el konbini cerca de la estación, antes de coger el autobús que nos llevaría al punto en el que queríamos iniciar la ruta.

Como Nikko está entre las montañas, el autobús va por carreteritas de montaña con unas curvas que no veas, el paisaje es fantástico pero las curvas son de vértigo y la señora que conducía iba tan tranquila avisándonos cada vez que venía una curva cerrada o un giro más pronunciado aquí o allí. Aunque ya no era festivo, el autobús iba lleno de jubilados japoneses de excursión a la montaña o a alguno de los múltiples onsen que hay repartidos por toda la región y de turistas alemanes. Nos tocó ir de pie la hora y cuarto que tardamos en llegar a Yumoto en el que hay onsen, un centro de visitantes al parque y un camping. Cuando llegamos ya sólo quedábamos en el autobús los alemanes y nosotros. LMAO.

El micro pueblo estaba bastante desierto, entiendo que ya no era temporada alta y no merecía mucho la pena tenerlo todo abierto. Nos fuimos al centro de visitantes del Parque porque aunque Pablo ya había mirado la ruta queríamos algo de información extra o recomendaciones. Lo único que conseguimos fue averiguar que había osos por la zona y comprarnos un mapa de 300 yenes con la descripción de las rutas más recomendadas.

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La ruta que finalmente hicimos

Nosotros con komoot, la aplicación de rutas que llevamos usando unos años, nos habíamos decidido por una ruta casi circular que luego pensábamos unir con otra que nos llevaría hasta un punto en el que coger un autobús de vuelta. En total la idea era hacer 8km + 4km en unas 4 a 5 horas. No eran unas rutas muy complicadas, así que parecía factible.

[Comentario de Pablo: Al final fueron 14.2km y tardamos unas 4h en total, con dos paradas. Hubo momentos durillos de subida y de bajada pero acabamos relativamente enteros]

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Angela era clave para descifrar algunos carteles en el camino. Aquí leyó "zona de grandes árboles claros" que intuímos que se refería a los abedules que estábamos viendo

La ruta inicial recorría caminos de montaña siempre bajo un bosque muy tupido, con lo que estábamos constantemente a resguardo del sol. Hacía muy buen tiempo, no mucho calor ni humedad pero con una temperatura suficiente como para no tener que llevar chaqueta en el bosque.

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Vista del lago Karikomi

El camino fue largo pero muy agradable y disfrutamos del cambio de los árboles al ir bordeando la montaña, en los pasos, al acercarnos a sendos lagos o cuando paramos a comer en el mirador de Karenuma junto a una extensa pradera y marjales.

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Un momento de la ruta pasado el lago Karikomi, bajando hasta la llanura del lago seco

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Angela harta de mis micro-paradas para fotos diciendo en japonés "no se pueden hacer fotos, fotos no, fotos no"

Cuando terminamos la primera ruta llegamos a una especie de centro de actividades cerca de un sitio llamado Kotoku.

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A punto de llegar a Kotoku, se intuye la planicie

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Angela decidió que mejor ponerse crema protectora para el sol si la rboleda iba a desaparecer (aunque luego no fue tanto así)

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Kotoku, una planicie que en su día fue un lago, ahora seco. Con esta vista nos comimos unos sandwiches

Allí repusimos el agua y algún tentempié y nos pusimos en camino para atravesar el marjal de Senjōgahara y llegar hasta Akanuma para coger el autobús.

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La zona llana antes del marjal

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Contamos unos 250 anillos en este tronco de lo que intuímos fue un roble

En cuanto llegamos a la zona del marjal nos encontramos con que la ruta era un camino de madera construído por encima del marjal. Nos sorprendió muchísimo pero en seguida nos dimos cuenta de que el marjal es impracticable de otra forma, no se puede meter un pie ahí sin hundirse o quedarse sin las botas. Así que prácticamente toda la segunda ruta la hicimos por este sendero de madera muy cómodamente.

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Un rincón en los marjales

Pablo había puesto en duda la existencia de los osos que avisaban en el centro de visitantes y a la entrada de algunos de los caminos diciendo que los japoneses eran unos exagerados. Nos cruzamos con unos cuantos senderistas con campanitas y los alemanes se las compraron también en el centro de visitantes de Yumoto. Nosotros no las compramos guiándonos por la sabiduría Yellowstoniana de Yami y Alex que dice que campanitas mal y palmas o voces bien.

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Vista de los marjales con una luz vespertina bastante especial

En fin, que cuando estábamos cruzando los marjales por un sitio muy tupido nos encontramos con huellas de osos bien reconocibles en el sendero de madera. Pudimos determinar el punto de entrada, recorrido y punto de salida. Así que aunque no vimos osos vimos sus huellas bien claras.

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Las huellas del oso. El tinte rojo es por el óxido de hierro presente en el agua de los marjales

Por lo demás el camino fue bien y sin contratiempos, yo ya soñaba con una duña y un cafecito con leche calentito en Nikko, que llevaba todo el día con ganas. No hubo suerte, el autobús se nos había ido escasos minutos antes de que llegáramos a la parada y tuvimos que esperar 50 minutos al siguiente. Por supuesto, cuando llegamos a Nikko casi a las 18 no había ningún sitio para tomarse un café. ¡¡¡Una tragedia!!!

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El garito (cerrado) al lado de la parada del bus

Pablo se tomó muy en serio lo del café y la leche y ahora está como un halcón vigilando lo que como porque cree que no estoy comiendo las suficientes grasas y estoy empezando a alucinar. Igual no le falta razón porque ando con ganas de lentejas con chorizo de León del que agrada desde hace ya unos días.

Antes de volver a cenar al sitio del día anterior decidimos tomarnos una cervecita en una especie de caminoneta/stand de cervezas locales, SPiCA kunst BiER 龍 (instagram), y allí que estuvimos disfrutando de las dos cervezas y chapurreando japonés con el dueño y productor que nos contó que todos sus clientes son europeos, australianos, neozelandeses o canadienses porque a los japoneses no les sacas de las cervezas oficiales (las mahou y cruzcampo de aquí) y que eso de beber cervezas negras o tostadas no se estila nada. Además el hombre nos preguntó por nuestros múltiples viajes por Japón o por mi interés en aprender el idioma, el hombre estaba bastante sorprendido de que encontráramos su país tan interesante como para venir 4 veces o para estudiar japonés. Mira, algo bueno de estudiarlo es que puedes comunicarte durante media hora con alguien y aprender cosas sobre su vida o el sitio en el que estás. Nos enteramos de que en Nikko todo el mundo es muy mayor, que no hay prácticamente gente joven, la mayoría vive en sitios más grandes como la cercana ciudad de Utsunomiya. También nos dijo que casi todos los negocios son familiares pero que los llevan personas mayores y, claro, es una pena. Pero bueno, allí está él intentándolo. Nos despedimos dándole ánimos y deseándole suerte con su negocio y nos fuimos a cenar.

[Comentario de Pablo: Lo que iba a ser matar el rato de espera para tener mesa en Kurine se convirtió en toda una experiencia viendo a Angela comunicarse con un "entrepreneur" japonés de la cerveza. Yo no entendía nada aunque podía intuir el sentido de la conversación en determinamos momento y a veces el amigo decía algunas palabras en inglés, lo cual me lo facilitaba. Después de una caminata de 14km, ahí estaba Angela con su cervecita charlando con un lugareño que compartió con ella en 30 minutos un montón de perlas que de otra manera no hubiéramos conocido. ¡Olé!]

Así dimos por cerrada la parada en Nikko. Nuestro siguiente destino fue Kamakura, pero eso será tema del siguiente post.

【つづく】

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