Diecisiete años después estamos de vuelta en Irlanda. Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, nos casamos y vinimos a Irlanda de viaje. Ahora, todo este tiempo después, hemos decidido repetir porque es un destino cómodo en un mundo post-pandemia (se supone, aunque yo no lo veo tan claro) y porque tenemos la restricción de tener que estar en Oxford el 1 de septiembre para un evento de Tolkien al que quiere ir Pablo, of course.
Llegamos ayer a Dublín, ciudad que visitamos entonces y de la que no recordamos gran cosa, nuestra idea es pasar más tiempo en el campo o poblaciones pequeñas que en la ciudad, así que no hemos planificado más que un par de días por aquí para ver lo que nos pida el cuerpo y nos permita el tiempo.
Esta mañana, con el parte del tiempo dando posibilidad de lluvia por la tarde, hemos decidido dedicarnos fundamentalmente a turismo de interior. Nuestra primera parada ha sido el Trinity College para ver el Libro de Kells otra vez pero, sorpresa, sorpresa, hay que comprar las entradas online, así que nos hemos sumado al conjunto de gente que, móvil en mano, estaba comprando las entradas en la puerta y nos hemos dado la vuelta tras asegurar un par para las 16:30. Con este primer contratiempo hemos cambiado el plan por el Museo Arqueológico de Irlanda con la idea de entrar un poco en el contexto irlandés y los orígenes.
Uno de los hallazgos en las ciénagas "en magnífico estado de conversación"
La visita ha sido un poco caótica, primero porque hemos empezado por el final porque al no ver claro que ir por la derecha era preferible o cronológicamente con más sentido que ir por la izquierda. Luego porque realmente no hemos apreciado que hubiera una división muy clara más allá de que la planta baja parecía más prehistoria y Edad Media muy temprana y la segunda planta Edad Media menos temprana y los vikingos.
Uno de los objetos vinculados a la importancia de los porta-salmos en tiempos medievales
Uno de los tesoros nacionales, Tara's brooch, realmente bonito
Mi impresión es que el museo es prescincible, tiene objetos artísticos interesantes desde el punto de vista celta-cristiano y una sala enteramente dedicada a un tesoro de estas características que es destacable. La parte vikinga es curiosa pero no aporta nada y lo más interesante, que es la parte de la prehistoria, tiene bastante información sobre los diferentes objetos y personas encontrados en los bog o ciénagas que abundan en Irlanda y que parecen responder a sacrificios, ofrendas y marcadores territoriales usados desde épocas muy tempranas en el neolítico hasta la primera era cristiana. A pesar de que esta era la parte más interesante para nosotros, nos ha dejado con más preguntas que ideas claras sobre lo que estábamos viendo.
Uno de los paneles más informativos y útiles de todo el museo
Por ejemplo, en uno de los paneles al respecto de los sacrificios humanos, se menciona similaridades con prácticas en el norte de Europa pero no se profundiza más, no se menciona nada que lo relacione con alguna cultura específica o si no tiene nada que ver con esas prácticas por los motivos que sean. Otra cosa que nos ha llamado la atención es que en ningún sitio hemos visto que se comentara el origen de los primeros pobladores de Irlanda, da la sensación de que aparecieron mágicamente en el Neolítico, ya que sí se menciona de pasada que no hay pruebas de presencia humana en el Paleolítico.
Otra pequeña exposición que también nos ha llamado la atención es la dedicada al héroe nacional Brian Boru que luchó una batalla (Batalla de Clontarf) contra los Vikingos invasores para liberar Irlanda, LMAO. La pequeña exposición trata de poner en contexto que la cosa no era así como se la han contado, para empezar porque las crónicas más antiguas de la batalla son de un siglo después de que ocurriera y tienen un tufillo político bastante claro que con los siglos se ha ido convirtiendo en casi leyenda. Si sumamos que ha pasado por el maravilloso tapiz nacionalista que arrasó Europa en el s. XIX pues ya se sabe, ha terminado siendo una épica lucha contra un tirano. La cosa realmente parece más una pelea familiar por ver quién es el rey que más manda entre unos señores que se habían casado con las madres y las hijas de unos y otros y, da la casualidad de que uno (el vikingo) era un tal Sigtrygg, rey de Dublín de la llamada cultura Hiberno-Norse, que es la de la mezcla de los vikingos que doscientos años antes se habían establecido en la zona y se habían mezclado con los locales. Al parecer en la batalla murieron casi todos los reyes (incluido Brian) y todo el mundo perdió parte del poder y la estabilidad que tenían previamente. Eso que no falte, nos hemos topado con el único arco de todo el museo, uno vikingo.
El arco, de tejo, llamado de Ballinderry, siglo X
Un detalle del tip superior con el nock para la cuerda lateral, marca de la casa vikinga
Tras una comida ligerita, nos hemos dado un buen paseo por el parque Saint Stephen's Green y Pablo ha aprovechado para fotografiar un montón de flores y plantas. Ahora que ha descubierto su vena jardinera pues es lo que nos toca también.
En Dublín es muy habitual ver estos arreglos florales que se repiten en tamaño, dispocisión y especies de plantas
En el césped del parque
Dentro del Trinity College, esperando a llegara la hora de nuestra visita a la exposición del Bookof Kells
Más o menos a la hora señalada nos hemos ido a ver el famoso Libro de Kells, que es uno de los tesoros nacionales de Irlanda. El libro, que data del s. IX es un manuscrito bellamente iluminado de los cuatro Evangelios creado en algún monasterio de San Columba aunque no se sabe si fue en Irlanda, Escocia o Inglaterra. El nombre le viene de la Abadía de Kells, en Irlanda, en la que estuvo guardado durante siglos.
La exposición que precede a ver el libro da un repaso rápido a la historia del mismo, la forma en la que se creó, los materiales y tintas que se emplearon o la especial relevancia de algunos de sus folios. Es una buena introducción al contexto y la peculiaridad del libro. La exposición en sí nos ha gustado mucho pero había muchísima gente y eso nos la ha deslucido un poco. Afortunadamente, hemos tenido la suerte de acceder a la sala en la que se encuentra el libro cuando había poca gente y hemos podido verlo con tranquilidad. Al salir nos hemos quedado pensando que en estos diecisiete años han cambiado algunas cosas, aunque recordábamos que había una exposición nos da la sensación de que era diferente y también que el libro estaba más iluminado (este cambio se puede entender para mejorar las condiciones de conservación del manuscrito).
La visita termina en la Long Room, o la biblioteca del Trinity College, esta estancia abovedada contiene miles de libros si bien no la colección completa del Trinity College. La estancia es muy espectacular pero nuevamente nos desmereció un poco que estaba llenísima de gente.
Panorámica de la biblioteca evitando las cabezas y los cuerpos de la gente
Tras otro paseo y una breve pausa en el parque de la Catedral de San Patricio, hemos dado por concluído nuestro primer día. Mañana tenemos idea de ir al Jardín Botánico para que Pablo vea más plantas y puede que visitar el castillo, ya veremos.
Por cierto, si no damos señales de vida en unos días es porque el espíritu de la señora dublinesa de orejas de gato nos ha hecho algo. Hasta tres veces nos la encontramos y estamos seguros de que estamos encantados...
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