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Irlanda: Donegaaaaal by ghilbrae

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Tenéis que leer el título con la tonadilla de Country Road.

En el anterior episodio nos despertamos vivos recién cruzada la frontera de Donegal en el B&B peor que hemos estado en todo este viaje, claramente. Pablo está hasta pensando en contactar a AirBnB porque cree que hay algo que huele raro con las reseñas que tienen publicadas.

[Comentario de Pablo]
El sitio está muy viejo y nos atendió una señora muy mayor con obvios problemas de demencia senil o ictus reciente. Sin embargo, se suponía que lo lleva su hija que no apareció en ningún momento. No voy a entrar en detalles pero el sitio claramente juega al despiste y renuevan sus anuncios de AirBnB cuando acumulan suficientes malas reseñas. La habitación estaba limpia pero todo lo demás fue incómodo.
[Fin del comentario]

Nos pusimos en marcha sin mucho miramiento con destino hacia la costa y de camino paramos en un café un poco alternativo para desayunar unos scones y unos cafés. La idea de esta etapa del viaje era seguir lo que llaman Altantic Way, que viene a ser una ruta por carretera que se supone que lleva por sitios pintorescos o interesantes a lo largo de toda la costa oeste de Irlanda. Con mayor o menor adhesión, ya la habíamos seguido en días anteriores. Durante los dos días que hemos pasado en Donegal, esta ruta ha sido "el plan" y la hemos solapado con cosas que nos interesaban en ella o en los alrededores. A veces con mucho acierto hemos recorrido paisajes de páramos, brezales o ciénagas intercalados con paisajes de colinas verdes salpicadas de ovejas pastando. En otras ocasiones la ruta nos ha llevado junto a la costa y nos ha permitido disfrutar desde el coche de dunas, playas y bahías. Alguna vez hemos decidido abandonarla para meternos por caminos casi sin señalizar porque se empeñaba en llevarnos por zonas residenciales sin ningún encanto.

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Las ovejas a veces se ponen chulitas en la carretera

Nuestra primera parada del primer día fue en un mirador casi en la cima de una colina que se asomaba a un valle de origen glacial: Glengesh Viewing Point.

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Las vistas eran espectaculares, como sinuosa la carretera que subía hasta el mirador

A continuación llegamos a un pueblo llamado Ardara que reclamaba ser el mejor pueblo de Irlanda para vivir. No sabemos si era la hora o que era domingo pero a las 11:30 el pueblo estaba bastante muerto y lo poco de interés turístico que podía tener estaba cerrado. Pablo había identificado un sitio interesante para comer, pero como no abría hasta las 12:30 pues hicimos tiempo reconociendo el camino que teníamos que tomar para llegar a la playa después de comer.

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El Irish Times lleva nosecuántos años bendiciendo a un pueblo irlandés en el concurso del mejor pueblo del año para vivir y creo que en 2012 le tocó a Ardara. Ya os podemos decir que el premio no vale ni para pipas

El pub Nancy's era un sitio con solera y también encanto, lleno de cachivaches, como tanto les gusta aquí, pero más limpio y luminoso que la mayoría. Yo me pedí la sopa del día y Pabló se animó con un fish and chips que dijo que estaba bien.

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El Nancy's estaba realmente bien. Tenían fotos en las paredes que aparte de gritar ¡somos antiguos! desvelaban un montón de reformas y ampliaciones del pub

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Este fish&chips estaba realmente bueno

Ya comidos cogimos el coche hacia la playa de Maghera que además de ser bonita tiene unas cuevas. El objetivo de ir después de comer era ir con marea baja para poder entrar en las cuevas, Pablo había mirado la hora exacta de marea más baja, ¡qué os creíais! Al final del camino hacia la playa hay un parking improvisado en el que aparece un paisano y te pide 3€ por aparcar, nosotros no sabíamos muy bien si es el dueño de las tierras que se saca un sobresueldo o uno que pasa por allí. Es cierto que a la "entrada" hay un cartel que dice que tienes que pagar un fee pero ni dice la cantidad ni nada. Nosotros pagamos y nos fuimos a la playa. Yo me volví a descalzar porque pensamos que sería mejor para el tobillo (que ya sólo me duele un poquito muy de vez en cuando) y fue un acierto porque la arena estaba suavecita y seca.

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Angela en el umbral de la primera cueva

Efectivamente la marea estaba muy baja y había mucho trecho hasta el agua, así que pudimos darnos un paseo tranquilo hasta las cuevas que estaban en uno de los laterales de la playa. La playa está situada entre colinas, de modo que la erosión del agua ha creado estas cuevas.

Los dos nos metimos en la primera que encontramos, que no era muy profunda pero como hacía un poco de curva, la luz prácticamente no iluminaba el fondo. Nosotros tenemos la sensación de que agazapado entre las sombras había un selkie observándonos. Una cosa que noté en cuanto puse el pie dentro de la cueva es que la temperatura de la arena caía en picado. ¡Estaba helada! Así que me metí hasta el fondo rápidamente, dejé que Pablo me hiciera una foto y salí corriendo para calentarme los piececillos.

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Entrada a una de las primeras cuevas, se ve claramente el estrato de basalto negro

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Una entrada a otra de las cuevas

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*Un selfie, que no "selkie", de Angela probando que pudo acercarse por haberse quitado las botas *

En un punto tuvimos que separarnos porque Pablo no quería quitarse las botas y tuvo que dar un rodeo para no cruzar una zona en la que había mucha agua acumulada, yo mientras tanto exploré otras dos cuevas, también de poca profundidad y luego los dos nos quedamos mirando otra más a la que, aún con marea baja, sólo se podía llegar dándose un chapuzón en una especie de piscina natural.

Nos encantó el contraste entre la hierba, la roca, el agua y la arena.

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Una cueva de pura fantasía geológica por la acción de la erosión del mar durante milenios

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Pisando el atlántico

De vuelta en el coche nos pusimos en marcha otra vez hacia un pequeño pueblo en el que íbamos a tomar un ferry para pasar otra noche en una isla porque Pablo no se había quedado satisfecho con la anterior :P

Dejamos el coche en el parking y cogimos un ferry mucho más pequeño que el de Inis Mor en las Aran para ir a Arrainmore. Sí, le nombre se parece y no, no sabemos por qué.

Arranmore es una isla bastante pequeña en la que viven 600 personas y en la que no hay absolutamente nada que hacer cuando se van los turistas, tampoco hay muchos sitios donde comer más allá de las 19:30 - 20:00. Nos alojamos en un B&B junto al muelle en el que Pablo dice que la señora le miraba mal, pero que en general estuvo bien.

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Llegada a la isla de Arranmore en el ferry, más viejillo que otros que hemos cogido

Como no podía ser todo fácil, Pablo quería ver el atardecer en el faro, pero no se podía cenar en un sitio y ver el atardecer también porque el faro está en la otra punta de la isla y es lo único que hay allí. Así que con esta perspectiva hubo que pedir unos sandwiches para llevar en uno de los dos sitios que estaban abiertos.

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Vistas hacia el sur de la isla antes de llegar al faro. La tierra parece estar plantada con firmeza diciendo "soy una isla pero nohay tormenta marítima que me doblegue"

El trayecto hasta el faro fue una hora (que hicimos en algo menos) por una carreterita asfaltada. Pronto dejamos atrás las escasas casitas y caminamos por un páramo interminable en el que sólo nos hicieron compañía las ovejas y los mosquitos (midges). A nadie sorprenderá que Pablo se haya despertado con los brazos acribillados. Para mí que es el karma por hacerme andar una hora para cenar...

Llegamos al faro con tiempo de sobra y unas cuantas nubes en el horizonte. Nos sentamos en una mesa de picnic que tenían por allí junto a uno de esas furgonetillas-cafetería (que estaba cerrada porque eran las 20:00 y allí no había más que ovejas) y nos pusimos a comer nuestros sandwiches mientras las ovejas no nos quitaban ojo, pa' mí que estaban aburridas de comer hierba.

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Esperando a la puesta de sol

La web que había consultado nos había dicho que la puesta de sol sería sobre las 20:30, así que como es de rigor, diez minutos antes una nube gigante se puso delante del sol y allí se plantó. LMAO!

A Pablo casi le da algo al pobre. Hay que reconocer que la vista del Atlántico era cuanto menos evocadora y con el faro a un lado y los acantilados que empezaban a cubirise de niebla al otro, en los colores azules y anaranjados de la tarde, la vista era muy bonita. pasadas las 20:30, en vista de que la nube no se iba, nos dimos por vencidos y nos pusimos en camino hacia el pueblo para intentar cubrir el mayor trecho posible antes de quedarnos completamente a oscuras. Pero cuál sería nuestra sorpresa que al darnos la vuelta vimos aparecer el sol en el hueco entre el mar y la nube. Qué tensión!! Sin ver el sol era muy difícil adivinar que había hueco suficiente entre la nube y el mar.

De este modo, bien pasadas las 20:30 pudimos ver la puesta de sol. Nunca llegamos a ver el sol por completo pero pudimos disfrutar de toda la gama de colores del ocaso, ya sea del mismo sol, del reflejo en el agua o en las mismas nubes. Rojos, naranjas, morados contrastando con la oscuridad creciente en los acantilados y la oscilante luz del faro.

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La puesta de sol. La luz natural y la luz artifical se dan el relevo

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Minutos después de la puesta de sol, el cielo seguía proporcionando tonalidades preciosas a escalas inabarcables

Para terminar el día con una nota muy positiva, cuando estábamos de vuelta ya con nuestros móviles de linterna, una pareja en una furgoneta nos recogió y nos llevó de vuelta al pueblo. Los pobres habían intentado ir a ver el atarceder pero habían llegado tarde, de hecho pasaron a nuestro lado cuando ya estábamos en la carretera. ¡Qué majos!

Nuestro segundo día en Donegal nos levantamos sin prisa, teníamos el ferry a las 11:15 y ya sabíamos que salvo algún paseo no íbamos a hacer mucho. Tal cual, aunque tuvimos una charla interesante con la del B&B.

De vuelta en el coche había planeado seguir más hacia el norte para ver un par o tres de cosillas más, según fuéramos de tiempo. Decidimos seguir nuevamente la Atlantic Way y, como ya he comentado, nos dimos alguna grata sorpresa con algunos paisajes, especialmente cuando la abandonamos y nos metimos por una carretera más rural.

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Parada obligada para contemplar Donegal

La primera parada del día decimos hacerla en la Workhouse de Dunfanaghy. Hasta ahora no habíamos tocado nada el tema de la hambruna que hubo en Irlanda a mediados del siglo diecinueve, así que estando por la zona nos pareció una buena oportunidad. Estas instituciones se establecieron en Irlanda (ya había algunas en Inglaterra) para acoger a gente en estado de pobreza extrema y a cambio de comida y cama estas personas trabajaban allí. Como os podéis imaginar era trabajo esclavo en unas condiciones horribles en las que además separaban a las familias completamente, hombres por un lado, mujeres por otro, niños y niñas también separados e incluso los bebés. Terrible. Para entrar en ellos había que demostrar que uno no tenía absolutamente nada ni ninguna forma de mantenerse. Una sólo puede tratar de imaginar lo mal que debían estar estas personas para que esa vida tan dura fuera preferible a la que tenían fuera. En la visita, que es muy cortita, se habla del caso de una mujer que entró en la que visitamos y las circunstancias que la llevaron a ello y cómo fue una de las sobrevivientes de la hambruna. Es una forma de poner una historia y un nombre a una de esas miles de personas que pasaron por esas situaciones y que no se quede en el número impersonal. No sabemos muy bien cuánta desconexión o no tienen los irlandeses de ese pasado reciente, si hay algún trauma generacional o cómo se trata en sus escuelas o en los medios, pero sería un tema interesante de averiguar.

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Solo tenemos una foto del café, que tiene libros de segunda mano, que en otro tiempo fue una de las estructuras principales de esta Workhouse

A escasos 10 minutos de Dunfanaghy se encuentran los bosques de Ard (Ards Forest Park) donde pensábamos hacer una ruta por la tarde. Al llegar se puso a llover con ganas, pero decidimos darle una oportunidad y, tras 15 o 20 minutos en el coche mientras buscábamos planes alternativos por si no escampaba, la lluvia paró y nos pusimos en marcha. Hicimos el que denominan Heritage Trail porque daba la sensación de que pasaba por sitios de interés arqueológico (o eso declaraban en la web), pero luego no ha sido para tanto, todo sea dicho. El camino no estaba muy bien marcado al principio y nos metimos por uno muy cortito que luego resultó que enlazaba con el nuestro y que pasaba por unas marismas muy chulas.

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Un momento curioso del recorrido por el bosque

El resto de la ruta se desarrollaba principalmente por un bosque de coníferas a veces más tupido y otras... otras nada tupido porque es uno de esos parques que intenta mantener un equilibrio entre naturaleza y explotación comercial y estaban con talas. El camino no era muy complicado aunque tenía alguna pendiente en algún tramo. Los puntos de interés "arqueológico" pues eran sitios curiosos con rocas en los que la gente deja exvotos religiosos, no sabemos por qué aunque tiene más pinta de ser sitios donde dejarías ofrendas a las hadas que estampas de santos y rosarios pero igual son esos sitios que han sido paganos hasta que alguien cambió un hada por un santo y así nadie se queja, o algo.

[Comentario de Pablo]
Como muchas atracciones en Irlanda, abusan del término "heritage" y lo asocian con cualquier caso para darle un valor extra. Seguramente, otros recorridos del bosque, sin tanto "heritage" tenían más interés. Quizá cuando volvamos en otros 17 años...
[Fin del comentario]

Nuestro B&B de hoy está un tanto apartado de todo pero es muy agradable, así que hemos ido a cenar al mejor restaurante del pueblo grande más cercano y que nos ha parecido tan parado como todos los demás que hemos visto. La comida estaba bien, eso no lo vamos a negar y el restaurante era agradable. Así que lo consideraremos un éxito claramente.

[Comentario de Pablo]
Letterkenny, que es como la segunda ciudad en importancia del condado de Donegal tras... la propia Donegal, está muy paradito y eso que era aún temporada alta. El restaurante "Yellow Pepper" es de lo mejores hasta ahora. Su pierna de cordero de Donegal asada a fuego lento estaba realmente buena.
[Fin del comentario]

Mañana ya nos ponemos en camino a Irlanda del Norte y llegaremos a la última etapa de nuestro viaje.

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