Cómo decíamos ayer, el sábado teníamos fijado el plan de tarde pero no el de mañana. Así que pensamos que la idea de quedarnos por la zona de la casa rural era la mejor para no arriesgar mucho.
Con esta intención, preguntamos a Albina, la dueña de la casa, por opciones de rutas cortas. El destino final de nuestro paseo era un mirador de ésos que te encuentras por la carretera. Para llegar a él la idea era ir por caminos rurales y pistas forestales. Como tenía pinta de que parte del recorrido iba a ser al sol, decidimos salir relativamente pronto para evitar las horas de sol más fuerte.
La rutilla fue variada pero no muy excitante desde el punto de vista del paisaje, lo peor las moscas plastas que nos acosaron gran parte del trayecto. ¡Qué pesadilla! Lo sudamos todo por las cuestas y llegamos un tado cansados al mirador. Afortunadamente la vista sí que merecía la pena y además de una buena panorámica pudimos apreciar los cortados al otro lado del valle. Después de unos buenos tragos de agua y un tentempié nos volvimos por la misma ruta (más o menos) y llegamos a casa con buen tiempo para ducharnos, comer y descansar un rato. En total fue una salida de poco menos de tres horas.
[Nota de Pablo]: la ruta en sí mejoraría mucho con solo dos cambios, un cielo limpio para ver en lontonanza y elegir una hora incluso más temprana o a partir de media tarde. La ventaja de ir por poca sombra no la pudimos aprovechar. Por otro lado, aún no comprendo cómo es que no hice ninguna foto. Creo que se me fue toda la atención a los prismáticos.
Actualización Pablo Ruiz: el penúltimo día volvimos al mirador y pude sacar una foto para compensar la ausencia en este post.
A media hora de la puesta de sol, se ve Librán en sus últimos momentos de calorcito vespertino
Por la tarde el plan era ir al Palacio de Canedo a hacer una visita guiada y una cata de vinos. La zona donde está el Palacio/hotel/restaurante/bodega es muy agradable y los viñedos que cubren las laderas aledañas al edificio le dan un aire toscano a lo berciano. Ayuda mucho a ello el clima pseudo-mediterráneo que disfruta la zona.
Vista desde uno de los caminos que recorren la finca
La visita guiada fue moderadamente interesante. Por un lado la parte sobre la fabricación de vinos, sobre las viñas y las uvas o los procesos que siguen de fermentación, envejecimiento o embotellado estuvieron bien, pero había casi la misma cantidad de culto al líder durante toda ella. Toda la empresa gira en torno al fundador, un tal José Luis Prada, que empezó con una tienda de ropa en los 70 (Prada a Tope) y terminó comprando el palacio y los terrenos y haciendo realidad su sueño de hacer vinos, o algo. El caso es que hablaban tanto del señor que se hacía un poco pesado y nosotros nos fuimos con la sensación de que debe tener un ego que no cabe en el palacio.
Nuestros egos, que los tenemos
[Nota de Pablo]: estuve leyendo un poco más acerca del personaje y fue hasta Alcalde de Cacabelos. Empresario de éxito y Señor Alcalde. Por otro lado, es un buen argumento para crear una marca diferenciada que seguramente a algunos se nos hace muy empalagosa pero que funciona. En cuanto al tour, fue muy interesante la nave de fermentación del vinagre que también producen y su estrategia con la "limonada" (que no es lo que estáis pensando) en EE.UU. Ver en directo cómo preparaban las conservas de pimientos asados pelados a mano estuvo genial también.
Sala de fermentación con variios tanques y varios vinos en diferentes procesos
Laboratorio enológico ¡química!
La cata pues no estuvo mal, especialmente teniendo en cuenta que a mí el vino no me gusta mucho. Probamos tres, uno blanco que se hace con uva godella (pa' que veáis lo que he aprendido...) que bueno, no me entusiasmó pero tampoco estaba mal; el segundo fue un tinto que caduca en un año y se fermenta a lo carbónico o algo así, el resumen es que es un vino que se supone que sabe a lo que huele la bodega de pueblo del tío abuelo a la que ibas de pequeño y te daban un chupito y una rodaja de chorizo cortado con un cuchillo que no ha visto el jabón en decenios. Whatever, ni fú ni fá, ni chicha ni limoná.
El tercer vino era el equivalente a un crianza, que no sé muy bien qué significa pero tampoco necesito que esa información ocupe espacio en mi cerebro que podría ser ocupado por otro poco de historia de los elfos en Dragon Age. En cualquier caso, fue el mejor de los tres y no sabía a chupar tablas, todo un éxito :P
Los vinos iban acompañados de una tabla de embutidos y quesos que eran un poco mediocres, pero bueno, nos los comimos porque era poco y se supone que es lo que haces entre vino y vino para cambiar el sabor.
[Nota de Pablo]: La cata estuvo bien, no me perdí en los conceptos. Al final lo que buscas en estas catas cuando eres bastante novato es dar con un vino que te guste y resulte sorprendente, un poco especial. Para mí eso fue el Maceración, el segundo que probamos. Me recordó a la sensación de estar en una cava probando vinos muy sencillos caseros de un familiar entusiasta y que saben ricos por donde estás. La gracia de estos vinos desaparece al año y medio, es un proceso químico inevitable, así que nada de dejarlo envejecer, hay que beber estos vinos cuanto antes y eso haremos.
Preparados para la cata
Antes de terminar tomamos una merienda-cena en la cafetería del sitio, disfrutando de unas vistas muy agradables y nos volvimos a casa sin cogorza ni nada. Creo que nuestras experiencias en las catas de cervezas nos han generado demasiadas expectativas a ese respecto :D
"sin cogorza ni nada"
Para el domingo el plan era ir a los Ancares y disfrutar del paisaje y las famosas pallozas.
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