Storm King's Thunder Parte V (Los relatos del bardo Ybd-el-Tarim)

Serie de relatos sobre las aventuras del paladín Kadash (dragonborn), bardo Caeldrim (elfo), exploradora Myev (semiorca), hechicera Nana (gnoma) y el pícaro Lint (humano) en la campaña de DnD5e Storm King's Thunder.
Primera parte disponible aquí
Segunda parte disponible aquí
Tercera parte disponible aquí
Cuarta parte aún no disponible

Permitidme que siga leyéndoos algunos fragmentos directamente de los diarios de Nana la hechicera, que ya veo que os supusieron toda una revelación ayer a esta misma hora.


Ybd-el-Tarim

«Creo que el frío potencia mi vínculo esotérico con los otros planos pero debo continuar experimentando con la canalización de la energía a través de mi cuerpo. Frío, sin duda, fue lo que sentí durante los últimos tres soles y tres lunas cuando finalmente accedimos a explorar las montañas al norte de Bryn Shander. Frío como nunca había sentido. Por mucho que me arrebujara en mi abrigo de piel de yeti, no conseguía acumular ni una gota del reconfortante calor de mi tierra, al sur. Al pálido sol, como un astro derrotado por la tierra, era mejor ni mirarlo para no desesperar.

Augrek, la enana, nos hizo de guía por los diversos caminos. Ella parecía estar en sintonía con el entorno y el clima e iba más animada que nosotros. Su ánimo se truncó pronto, no obstante, cuando a las horas de iniciar la marcha descubrimos en mitad del camino varias bestias de carga y humanos muertos por un ataque de gigantes. Ninguno se sorprendió del todo y menos tras el ataque coordinado de los gigantes dos días atrás al pueblo de Bryn Shander.»

Nana aquí sin duda se refiere al brutal ataque a Bryn Shander que luego se llamaría el "ataque de los veintitrés gigantes" y que sabemos por varias fuentes que unos héreos extranjeros ayudaron a repeler al mando de Markham. Algunas crónicas se refieren directamente a un paladín dragonborn y hay menciones a una orca, sin duda Myev, aunque los autores no se ponen de acuerdo sobre si se encontraba hechizada por otro de los héroes que mantenía su impulso destructivo a raya.

«Caminamos penosamente durante horas tras dar una rápida sepultura a los cadáveres, Kadash a los humanos y Myev a las bestias. Al fin, Augrek pareció estar satisfecha por haber llegado a un buen lugar de acampada que ella conocía. Myev no tardó en encontrar el refugio a su gusto y dio rápidamente con un pequeño escondrijo que los montaraces y exploradores usan para dejarse algo de carne curada. El frío y la nieve lo eran todo y vi a Kadash sufrir de veras ¿por qué se empeñaría en no aceptar uno de los abrigos de piel de yeti? Hicimos un fuego que nos dio algo de luz y apenas un poco de calor y tras una cena frugal Myev dispuso su habilidad mágica para detectar peligro durante el descanso nocturno.»

«Recuerdo mi guardia con Caeldrim como si fuera una eternidad. Él no parecía estar sufriendo tanto el azote del viento helado pero yo no dejaba de moverme para acumular todo el calor que pudiera antes de acurrucarme. Hubo un momento que sí me quedé como petrificada, cuando escuché, en la lejanía, un lamento largo y amargo. No pude identificar la criatura tras esos aullidos y el resto de la noche la pasé fatal»


Fuente: https://www.maxpixel.net/Alp-Glacier-Snow-Mountains-Mountain-Range-1209497

«El día siguiente lo recordaré toda mi vida. Tras una mañana caminando en la ventisca, paramos a hacer un fuego. Myev desapareció para cazar algún animal y al rato volvió con una sonrisa de satisfacción, una flecha en una mano, en perfecto estado, y una liebre de las montañas en la otra. La pusimos al fuego tras despellejarla y fue un cambio agradable en la dieta de tiras de carne en salazón.»

«Al rato, llegamos a un desfiladero y Augrek nos prometió unas vistas impresionantes al final de éste. No necesitábamos una excusa para ir más rápidos pero aceleramos el paso. Vi a Kadash murmurar por lo bajo, probablemente plegarías a su diosa, para mantenerse en pie y seguir la marcha sin abrigo de ningún tipo mientras el resto tratábamos de no ofrecer ni una mota de piel al blanco día que nos rodeaba.»

«El desfiladero, de unos quince metros de ancho por el que caminábamos, acababa en curva y según la recorríamos se fue descubriendo una maravillosa vista de una laguna helada en el centro de un gran ensanche del desfiladero. Poco nos duró el regalo a la vista porque cuando quedaba poco para alcanzar la entrada a la laguna azul congelada descubrimos en el extremo oeste a un enorme gigante de la escarcha. Apenas tuvimos tiempo de hablar entre nosotros porque un estruendo sobre nuestras cabezas casi nos echa al suelo. Los que nos atrevimos a mirar arriba vimos como un enorme dragón blanco saltaba en zigzag por entre las cornisas del desfiladero provocando la caída de grandes rocas y nieves hacia donde estábamos nosotros.»

«Vi por el rabillo del ojo a Kadash murmurar con mucha mayor intensidad ahora y recuperar mucha de la vitalidad que le había abandonado ese día. Luego volví la mirada al dragón a tiempo para ver cómo se abalanzaba con toda su rabia sobre el gigante y trataba de morder y desgarrar la piel de éste mientras el gigante trataba de desembarazarse y contraatacar con una enorme maza que portaba»


Fuente: Ben Wootten - http://paizo.com/community/blog/v5748dyo5l9vs?Art-of-Dragons-Revisited

«En pocos segundos, el inhóspito y estéril paisaje se había transformado en una lucha sin cuartel entre dos formidables criaturas, un gigante de la escarcha y un magnífico dragón blanco. Nos miramos entre nosotros sin saber muy bien qué hacer ¿interveníamos? ¿retrocedíamos? ¿tratábamos de alcanzar el otro extremo de la laguna por donde continuaba el desfiladero? El paladín, muy serio, pareció dar con la solución cuando dijo "Una lucha siempre es emocionante pero hay que saber de qué lado luchar". Nosotros no lo sabíamos.»

«Caeldrim creía que no nos habían visto y que teníamos la oportunidad de correr por el lado este de la laguna helada y alcanzar el otro estremo. Augrek estuvo de acuerdo y todos nos lanzamos a la carrera confiando en que, enfrascados en su lucha de garras, mordiscos, puños y mazas, unas pequeñas figuras corriendo por el lado opuesto de la laguna no despertaran interés.»

«Al principio nos fue bien, corriendo sin descanso por el lado opuesto, siempre sin poder dejar de mirar la brutal pelea que no parecía decantarse por ninguno de los dos. Nos separaba la laguna helada, una superficie azul que parecía de cristal pero que había empezado a resquebrajarse cerca de las dos moles. Yo corría tan rápido como podía pero no podía mantener el ritmo de las grandes zancadas del resto. Myev también se retrasó un poco preocupada por las dudas de su jabalina siguiendo el grupo y con miedo del gigante y el dragón. Esa separación casi nos costó la vida. En un momento, el dragón blanco proyectó un aliento helado contra el gigante que este esquivó pero esa gélida llamarada continuó con fuerza hasta impactar contra la nieve que se acumulaba por encima de nuestras cabezas. Esto congeló inmediatamente tanta nieve que el recién formado hielo se resquebrajó y cayó como un alúd sobre nosotras. Sentí el golpe como de muchos martillos helados que tumbaron y me dejaron aturdida, igual que a la semiorca, pero al poco unos brazos de nuestros compañeros que habían dado media vuelta nos sacaron a rastras mientras recupérabamos el control de nuestro cuerpo bajo el intenso dolor y las magulladuras.»

«El gigante con su maza había golpeado ya varias veces a la orilla de la laguna y ésta empezaba a mostrar unas preocupantes grietas en la superficie. Nosotros seguimos corriendo pero Kadash se detuvo en seco cuando escuchó el rugido del dragón increparlo por algo. No entendí lo que a su vez le gritaba a Caeldrim pero parecía que el dragón esperaba que el elfo hiciera algo y, efectivamente, cuando estábamos a punto de llegar al final de la laguna, el bardo se giró y conjuró su poder para crear una suerte de terremoto dirigido hacia el gigante y el dragón pero que a su paso terminó de agrietar la superficie helada de la laguna. Esto tuvo una consecuencia inmediata y es que el gigante, que apoyaba todo su peso en la laguna en ese momento, perdió el equilibrio y se cayó por entre los bloques de hielo adentro de la laguna y su agua. Esto lo aprovechó el dragón que con el gigante atrapado de cintura para abajo, atacó sin piedad cebándose con él mientras el gigante gritaba con todas sus fuerzas ¡AURIL!»

«El final del gigante llegó pronto y el enorme cuerpo inmóvil quedó como desencajado entre témpanos de hielo en mitad de la laguna mientras el dragón, algo alejado, se lamía algunas heridas de feo aspecto. Kadash, con mucho respeto y cuidado, se acercó lo justo para presentarse y el dragón reveló su nombre, Arveiaturace. También mencionó a Ulthar, que parecía referirse a una especie de momia humana que hacía las veces de montura pero que no parecía moverse ni hablar, probablemente inerme desde hacúa mucho tiempo para asida al dragón para siempre.»

«El dragón habló mucho de la importancia del respeto hacia los dragones, respeto que parecían haber perdido los gigantes, a quienes estaba claro que detestaba. Nos dijo que podíamos pasar pero antes de hacerlo, nos fijamos en que el gigante mostraba en su cinto una runa de aspecto similar a otras que habíamos visto en los días anteriores.»

«Augrek nos dijo más tarde esa noche, cuando todos pudimos recuperar la cordura, que esa laguna era la famosa Laguna de Cristal pero para mí siempre será la Laguna de Arveiaturace ya que es a ella a quien debo respetar si vuelvo por esa parte del mundo en el futuro. Caeldrim también pareció haber quedado muy impactado por lo sucedido, aunque lo canalizó como tan bien se le da, con unos poemas con cierto ritmo cancionero que hablaban de su valor en la batalla entre el gigante y el dragón. Con esa tonadilla iniciamos las guardias esa noche, junto al fuego, que transcurrieron sin incidentes.»

«A la mañana siguiente, tras desayunar de nuevo gracias al nuen hacer de Augrek, nos pusimos de nuevo en camino sabiendo que habíamos cubierto ya aproximadamente la mitad de todo el trayecto previsto antes de llegar a Bryn Shander de nuevo. Desde luego, si el objetivo de esta expedición era obtener información de actividad de los gigantes en las montañas, el informe sería extenso y muy valorado pero pronto añadiríamos un nuevo volumen a la historia, solo tuvimos que esperar unas horas a que la ventisca de esa zona de las montañas, mucho menos resguardada, nos atacara sin piedad y nos obligara a buscar un refugio de emergencia. Mientras lo buscábamos, algunos vimos unas figuras de humanos muy arriba en la montaña, como observándonos. Augrek intentó tranquilizarnos asegurando que muy probablemente eran bárbaros de la tribu del oso y no de la del tigre o el lobo, que sí nos podrían causar problemas.»

«Al fin, el bardo y yo dimos con un refugio prometedor pero cuando todos cubrimos la distancia subiendo por una especie de camino, lo que nos encontramos casi nos detuvo el corazón. Un enorme gigante de la escarcha ya estaba allí en el refugio y sin presentarse nos inquirió directamente por un anillo, como si supiéramos de él y su poder. Yo ya ni recuerdo que le respondí entre enojada y aterrada pero el resultado fue que nos atacó de inmediato y a mí me lanzó una red enorme que tiró al suelo y me dejó casi inmovilizada.»

«Fue una lucha por nuestras vidas entre la nieve y la ventisca casi a la entrada de un refugio natural contra un gigante que parecía estar doblemente armado y ser doblemente rápido. Pero algo nos sobrevino a todos, como una desesperación audaz que tiró de lo mejor de cada uno de nosotros. Vi a Caeldrim ejecutar su poderoso terremoto y susurrar palabras de confusión al gigante. Vi a Myev hacer cantar su arco como nunca, con las flechas silbando de dos en dos y hasta de tres en tres. Vi a Kadash, el paladín, jurar en alto su venganza eterna contra el gigante y cargar con su espada flamígera contra la enorme criatura y vi a Augrek emplearse a fondo con su martillo de guerra. Hasta la jabalina Brin parecía decidida a hacer caer al gigante. Por mi parte, aun atrapada en la red, busqué en mi interior otros planos y otras fuentes de energía que me liberaron del desgarrador frío y escaparon violentas por los dedos de mis manos contra el gigante. Varias veces descargué energía prestada de otros mundos contra la mole que me castigaba con su maza y me dejaba cada vez más malherida bajo la red.»

«Fue Myev quien acabó con la vida del gigante con tres flechas que se clavaron una detrás de la otra en el mismo lugar de su pecho, hundiéndose cada vez en la carne del monstruo. Con la vida escapándose rápidamente de su cuerpo, el gigante chilló ¡Storbal acabará con vosotros! tan fuerte como el estruendo de su cuerpo al caer al suelo y expirar.»

«Muy malherida y con la mirada enturbiada, mientras mis amigos me libraban de la red y notaba unas apresuradas manos sanadoras sobre mi cuerpo, me preguntaba quién sería Storbal y qué nuevos peligros nos estarían esperando si seguíamos esa pista. ¡Ay!»