Storm King's Thunder Parte III (Los relatos del bardo Ybd-el-Tarim)

Serie de relatos sobre las aventuras del paladín Kadash (dragonborn), bardo Caeldrim (elfo), exploradora Myev (semiorca), hechicera Nana (gnoma) y el pícaro Lint (humano) en la campaña de DnD5e Storm King's Thunder.
Primera parte disponible aquí
Segunda parte disponible aquí

Cuando nuestros héroes y heroínas pudieron descansar un poco en Nightstone, Kadash fue al encuentro de Felgolos, el dragón de bronce, aún en su peculiar forma halfling. Le preguntó por la suerte de Xolkin y Felgolos le aseguró que seguía a buena recaudo en las celdas del castillo más al sur, con arreglo a la promesa que el dragón le había hecho al paladín.


Ybd-el-Tarim

Felgolos aprovechó para tratar de ayudar a resolver el misterio de la torre voladora y el ataque de los gigantes y propuso al resto viajar hasta el pueblo de Bryn Shander, en Icewind Dale, para dar con Duvessa Shane. Ella, según el dragón, podría estar al tanto de actividad inusual de los gigantes.

Tras dormir en la posada de la plaza principal, todavía muy dañada pero con estancias en buen estado, Morak el enano, dueño de la propia posada, les buscó en el desayuno para hacerles entrega de una muestra de gratitud del pueblo de Nightstone por haber rescatado a los supervivientes en las cuevas de los goblins. El grupo agradeció el gesto, dos pociones curativas y alrededor de 50 piezas de oro, una cantidad que en ningún modo suponía un gran sacrificio para un muy necesitado pueblo. Pero cuando Morak supo de los planes del grupo para ir a Bryn Shander, suplicó informar al hermano de una amiga suya, muerta durante el ataque, del aciago fin de su hermana. Incluso ofreció una extraordinaria gema como compensación por las molestias pero el grupo, con Nana a la cabeza, rechazó la gema y prometió transmitir el mensaje de igual modo.

Estaba Morak aún volviendo a guardar la gema en uno de sus saquillos cuando afuera de la posada, en la plaza del pueblo, se empezaron a oír gritos de terror como de gente corriendo despavorida. Un casi inaudible "¡Ups!" por parte del halfling-dragón fue toda la pista que Myev y Nana tuvieron antes de asomarse a la salida de la posada. Una enorme torre voladora de unos 60 metros de alto con un extraño sombrero de mago a modo de cúpula se acercaba desde el norte sobre una extraña nube. Myev ordenó rápidamente a Morak que condujera a los habitantes a una zona a salvo a las afueras de la fortaleza, al este de Nightstone mientras el resto contemplaba como la insólita torre se detenía a unos cien metros de altura, justo encima de la entrada oeste del pueblo.

Felgolos salió corriendo al encuentro de la extraña torre, que para entonces había extendido hasta el suelo una suerte de escaleras de un material semejante a la nube sobre la que se asentaba. Kadash y Lint, sin pensárselo dos veces, corrieron para seguir al halfling y pronto estuvieron subiendo esos extraños escalones de una consistencia dura y alejada de lo que uno hubiera podido imaginar de una nube.

Caeldrim, Myev y Nana también llegaron poco después a la base de la blanca escalinata y tras unos momentos de duda, decidieron no dejar a su suerte a sus compañeros y emprendieron la subida a toda velocidad.

La torre, de apariencia recia, construida toda de piedra y de tres alturas, tenía una planta de forma hexagonal. Felgolos y nuestro grupo atravesaron el velo de entrada y se sumergieron en una estancia enorme, de unos treinta metros de altura. En la pared opuesta se encontraba un trono de dimensiones gigantescas tras una mesa de madera de escala similar en donde grandes libros y pergaminos descansaban junto a enormes tinteros y otros objetos sobredimensionados. A gran altura, por todas las paredes, candelabros de forja desprendían llamas de fuego mágico e iluminaban generosamente la estancia. Al poco rato, directamente desde el techo, a través de una abertura circular de unos seis metros de diámetro, aparecieron de improviso dos pies, que por efecto de la perspectiva, parecieron pequeños al principio antes de crecer a medida que una enorme figura vestida con una gran túnica ricamente decorada descendía hacia el centro de la estancia.

Mientras algunos en el grupo estaban aún boquiabertos, el desparpajo y naturalidad de Felgolos sirvió para dar la bienvenida a un gigante de siete metros de altura, con apenas algo de pelo cubriendo las orejas y nuca, más abundante en una blanca barba de chivo. -"¡Zephyros, viejo amigo, has venido a mi llamada!" a lo que el tal Zephyros respondió muy lentamente y como desorientado "¡Uhm, sí, sí, cierto, he venido porque me llamaste". Un gigante con apareciencia de drogado dominando una estancia casi cerrada no es la mejor de las perspectivas así que el grupo miró con cierta desazón al halfling, confiando en que pudiera obtener algo de información del aturdido gigante. Felgolos tardó poco en frustrarse él mismo, viendo que el estado de su amigo no era el más propicio para entablar una conversación sobre amenazas, gigantes y reliquias poderosas en forma de piedras, por lo que decidió sacar rédito de la visita del gigante de otra forma. Con un susurro que no pasó inadvertido para el resto, le pidió como favor que llevara al grupo hasta Bryn Shander a lo que Zephyros aceptó aun en su particular estado aletargado. Felgolos optó entonces por despedirse de todos y salió corriendo por el velo para transformarse de nuevo en dragón y continuar su camino volando y no a pie hacia arriba en el cielo.

Fuente: Storm King's Thunder

Zephyros entonces ascendió de nuevo al piso superior, inaccesible de ninguna otra forma y al poco rato, las escaleras con aspecto de nube se replegaron, la torre ascendió unos cien metros más y comenzó a moverse hacia el norte, de momento, según las dotes de orientación de Myev, en una dirección válida para encontrarse con Bryn Shander.

Por Zephyros supieron que la velocidad de la torre rondaba las 3 ó 4 millas por hora y que, dado que parecía no descansar, alcanzarían Bryn Shander en aproximadamente una semana de viaje. Comparado con los más de veinte días que el mismo trayecto hubiera supuesto sobre el terreno, sintieron cierto alivio al poder ir más rápido y a salvo de peligros.

Este alivio pronto se transformó en frustración cuando las horas empezaron a transcurrir lentamente. Zephyros no era en absoluto la imagen que de un poderoso mago pudiera tener uno. Aun advertidos por Felgolos antes de su marcha, no podían imaginar cuán lentos eran los pensamientos del gigante. Hablaba despacio y con palabras simples. Sus vuelos hacia la estancia de arriba y su vuelta hacia abajo eran inesperados y erráticos. Pronto el grupo hubo explorado toda la estancia inferior y al no obtener respuesta del mago por mucho que gritaran su nombre, pensaron en lanzar una cuerda con un par de garfios y dejarla sujeta y clavada en la superficie de la estancia superior a la que no tenían acceso por ningún otro medio. En esas estaban cuando un último intento por llamar la atención de Zephyros provocó que dejara caer una enorme soga hasta ellos. Por ella subieron primero Kadash y Lint y una vez arriba, dejaron caer una cuerda que uno de ellos portaba y de más fácil manejo por la que subieron a pulso primero a Caeldrim, luego a Nana y finalmente a Myev que se aseguró de tranquilizar a su jabalina, Bryn, a quien dejó abajo.

La estancia superior era claramente el dormitorio del gigante. Una cama de las dimensiones apropiadas para el señor de la torre y un cofre de tres metros de largo por uno y medio de alto lograron dar la impresión de que hasta Kadash era de pequeño tamaño. Zephyros estaba manipulando un orbe liso, flotando a unos tres metros de altura en la pared opuesta a la cama. Murmuraba de vez en cuando mientras sus manos, apenas tocando la esfera, la giraban o desplazaban ligeramente.

El pícaro Lint interrumpió a Zephyros para pedirle que le mostrara las maravillas que consultaba en la "esfera" a la que en privado se había referido Felgolos horas antes. El gigante accedió con el mismo tono lento y como ido pero en lugar de emplear el orbe, se alejó de él y se sentó en la cama para gesticular con las manos y susurrar un sortilegio. El hechizo salió mal. Durante la concentración del gigante la conexión con Lint se debió de romper y ambos chillaron de dolor y se arrojaron al suelo gritando y sufriendo violentos espasmos. Alarmados, el resto fue a socorrer a Lint primero y a Zephyros después pero no podían hacer nada, ambos estaban fuera de su capacidad sanadora y solo pudieron trasladar al humano a la cama del gigante para que al menos estuviera sobre una superficie cómoda mientras trataban de no ser golpeados fortuitamente por los aspavientos del inconsciente mago.

Myev fue entonces a abrir el enorme cofre pero apenas encontró nada de utilidad con excepción de un libro de hechizos indescifrable y un peine de tamaño considerable. Sin otra opción que seguir investigando la estancia, Caeldrim se subió al cofre, ahora de nuevo tapado, con la intención de inspeccionar el orbe flotante, que estaba próximo al baúl. Nana propuso subirse a hombros de Caeldrim para cubrir algo más de altura y así poder ver la parte superior del orbe, en donde Caeldrim había creído ver algún tipo de inscripción.

Apenas acababa Nana de ponerse de pie sobre los hombros del bardo, uno de sus pies se deslizó hacía adelante y al tratar de recuperar el equilibrio no hizo otra cosa que impulsarse hacia atrás con mayor fuerza, yendo a dar con su espalda en el suelo en un tremendo costalazo.

Veo en la concurrida parroquia aquí en la taberna muecas de dolor imaginario y no os culpo, la pobre gnoma aullaba de dolor tratando de respirar más fuerte que sus gritos y conteniendo el aire en sus pulmones para no unirse al canto desgarrado del gigante y el humano. Caeldrim se giró y le preguntó si "la orbe tenía una runa inscrita" a lo que la hechicera respondió literalmente "Se dice EL orbe", expulsó con fuerza el poco aire que le quedaba y tras unos segundos de lucha contra el dolor que ya estaba enrojeciendo su rostro, finalmente pudo hablar y compartir lo poco que sabía, que era una runa en la lengua de los gigantes.

Pasados unos minutos, pareció recuperarse y volvieron a evaluar la situación. Estaban en una gran estancia, de unos 15 metros de alto, con Lint y Zephyros inconscientes. Cerca del centro de la estancia se abría un agujero de unos siete metros de diámetro que daba a la estancia inferior. Arriba, en el techo se abría otro agujero similar, que daba a otra sala aún por descubrir. Nana propuso repetir el proceso de lanzar la cuerda con los garfios y Kadash la secundó efectuando un lanzamiento perfecto que hizo que tuvieran una cuerda perfectamente fijada por la que subir. La propia gnoma decidió subir la primera pero a los pocos metros se escurrió y cayó de nuevo con fuerza al suelo. Muy dignamente se incorporó y dijo acusar el tacto excesivamente sedoso de la cuerda. Myev no pareció tener problema algo con la cuerda porque subió con agilidad felina los 15 metros de altura y apareció en la tercera y última estancia de la torre. Caeldrim que decidió seguirla prácticamente calcó los movimientos de la semiorca mientras Nana murmuraba frustrada sin que nadie entendiera sus palabras.

Aquí yacían durmientes dos enorme grifos en sendos nidos junto a otros dos nidos vacíos. La estancia contenía a su vez un enorme armario que hacía las veces de alacena y los muros aquí se abrían con generosidad al exterior en forma de ventanales mucho más amplios. A pesar del carácter más expuesto de esta estancia, era imposible obviar el intenso olor a nido y a detritus procedente de los grifos pero nada de eso importunó a Myev que decidió en todo caso bajar rápidamente con el bardo para informar el resto del hallazgo.

La primera noche transcurrió sin incidentes mientras Nana se interesaba por el estado de Lint y en cierta medida de Zephyros. Ambos parecían estar recuperándose en sueños, ya sin movimientos ni gritos.

Por la mañana el grupo se despertó con un aleteo fuerte cerca de la entrada del torre y Myev y Kadash bajaron por la soga a la estancia principal para averiguar de qué se trataba. Cinco figuras todas cubiertas por unas armaduras y máscaras negras de textura aterciopelada entraron en la sala y una que se hacía llamar Delsephine exigió hablar con el señor de la torre. La semiorca fue la que dio un paso al frente e hizo las veces de interlocutora del señor de la torre. Delsephine dudó un instante pero rápidamente se sonrió y volvió a exigir hablar con el verdadero señor de la torre sin desvelar ni un solo dato más de quiénes eran, a quien servían o cuál era su propósito más allá de entregar un mensaje en persona.

Caeldrim optó por despertar a Zephyros, quien ya disfrutaba de una respiración acompasada y un mejor aspecto en general. Zephyros, muy desorientado, pero con cierto nerviosismo se dejó caer suavemente en su lento vuelo hacia abajo y se presentó ante el nuevo grupo. Delsephine entonces dijo ser enviada de Klauth y pedir el concurso del gigante para proteger el orden, al que hizo entrega de un pequeño saquillo. Zephyros, con idéntica lentitud en el habla subió de nuevo al dormitorio y tanto Caeldrim como Nana y Lint, que también se había despertado, vieron cómo el mago se concentraba con parecidos ademanes con los que había fracasado el día anterior. Esta vez, no pareció tener problema y al minuto volvió de su trance, más desorientado si cabe, bajó a donde estaba el grupo junto con Kadash y Myev y le transmitió a Delsephine que no aceptaba la oferta de Klauth.

Delsephine apenas pudo ocultar su rabia tras la máscara de terciopelo pero respondió con cortesía, lamentando la decisión y despidiéndose por poco tiempo. Volviéndose junto con los otros cuatro hacia afuera, fue al encuentro de otros tantos acólitos que esperaban junto a nueve buitres gigantes, sin duda sus monturas. En pocos segundos emprendieron el vuelo y desaparecieron de la vista de todos.

Zephyros ascendió de nuevo y al subir al dormitorio le dio el saquillo a Nana como quien entrega un pequeño obsequio sin importancia a un invitado. En el saquillo, para sorpresa de la gnoma, había polvo de duende. Abrió los ojos incrédula y lo puso a buen recaudo entre sus ropas.

De pronto Zephyros murmuró "Serissa está en peligro" y el desconcierto reinó en el grupo, de nuevo reunido en el dormitorio. ¿Quién era esa tal Serissa? ¿Qué le pasaba a Zephyros? ¿Quién era Klauth?

Nana decidió que la situación era insostenible y mirando directamente a los ojos del gigante le hizo prometer que no buscaría el conocimiento en esos trances al menos por un día completo. El mago pareció dudar pero finalmente, ante la insistencia de Nana y las advertencias sobre su salud, aceptó y prometió no realizar esos "viajes".

Desafortunadamente, cuando transcurrió el día, éste sin mayores incidentes, Zephyros no parecía estar más lúcido así que Nana decidió no esperar más y pasó a formular todas las preguntas que pudo. Con cierta dificultad consiguió sonsacar al gigante que existe un Orden y una jerarquía en ese orden, en donde hay gigantes de la Tormenta, de las Nubes, de la Escarcha, de Piedra, de Fuego, de las Colinas y luego criaturas como los Ettins. Ese orden parece haberse roto y esto permite que cualquiera pueda cambiar su posición en la jerarquía. En cuanto a Klauth, se trata de un dragón que no tiene un alineamiento claro pero que oculta dobles intenciones y es tremendamente peligroso.

El cuarto día se hizo tan largo como un día sin pan pero el grupo entero junto con Zephyros aprovecharon para descansar.

El quinto día comenzó con cierta actividad en la parte más alta de la torre, donde los grifos parecían estar yendo y viniendo con más frecuencia, quizá como signo de cercanía a colinas o terrenos más elevados o una mejor caza. Myev decidió volver a subir, esta vez sola, para tratar de hablar con uno de ellos. Empleando sus capacidades para entender a las bestias, le preguntó a uno de ellos qué es lo que veía en sus vuelos fuera de la torre. Entre los chillidos del grifo, Myev consiguió entender conceptos como "montaña", "hielo", "tundra", "caballos" y "comida" pero cuando inquirió sobre posibles peligros, el grifo habló de "dragones", "cosas que vuelan" y "enemigos de Zephyros siempre".

Nana volvió a dirigirse a Zephyros para someterse ella al trance conjuntamente y averiguar qué es lo que le sucedía al mago cuando formulaba ese hechizo. Zephyros aceptó encantado y pronto unieron sus consciencias. Esta vez no hubo problema en el sortilegio, Nana pudo canalizar su propia energía arcana, en parte procedente de otros planos, para dar forma al propio viaje y al poder impulsor de Zephyros. Al cabo de unos minutos, la gnoma se encontró en una oscuridad impenetrable, con la idea de Zephyros ya lejana pero con una presencia nueva cerca de ella, inalcanzable pero imposible de obviar. Nana sintió entonces el deseo de preguntar a aquella entidad y preguntó qué era el orden, por qué se había roto, quién o qué era Klauth y cuáles eran sus intenciones. La presencia respondía de forma mucho más precisa que Zephyros pero al mismo tiempo recurría a los acertijos. Aun así, Nana pudo entrever partes de la realidad y la verdad en sus palabras y volver con ellas cuando el hechizo se deshizo y volvió a encontrarse sentada en el suelo del dormitorio. Se encontraba tremendamente agotada y aturdida y pidió al resto del grupo que la dejaran descansar un rato para reponer fuerzas. Cuando se hubo recobrado les compartió su experiencia, que Klauth es una criatura ambigua y peligrosa, que el orden está amenazado por todos y a la vez ningún gigante y que afecta a todos los clanes. Y sobre la misteriosa Serissa, al parecer "le acecha el desorden y la pérdida de poder".

Ese día no sucedió nada más y todos pasaron el tiempo como mejor pudieron.

En el sexto día, por la tarde, estando el grupo repartido por la estancia de abajo y el dormitorio, sucedió algo extraordinario. Acercaos más y prestad atención al relato de lo que allí ocurrió porque sin duda intuiréis el tejido del que están hechas las grandes gestas y hazañas de héroes y heroínas.

Un enorme rugido de dragón sonó en la distancia, lejos entre las nubes. Un rugido, sí, pero tan majestuoso como lleno de dolor. Al asomarse por una de las ventanas del dormitorio, pudieron ver a un dragón de bronce volando frenético con movimientos erráticos y defendiéndose de ¿las nubes? tratando de alcanzar la propia torre donde se encontraban todos.

Todos volvieron su mirada a Zephyros, esperando encontrar en el gigante una fuerza y un poder capaces de doblegar a lo que quisiera que estuviese hostigando a todo un dragón broncíneo. El mago, sin embargo, presa del pánico, fue a refugiarse a un extremo del dormitorio, cerca de la cama y a enterrar su cara en sus manos mientras gemía de miedo. Kadash, Myev, Nana, Caeldrim y Lint buscaron dentro de sí el ingenio y el coraje para resolver por sí mismos una situación desesperada y cada uno, como guiado por una consciencia más antigua y más sabia, se apresuró a vaciarse en lo que se adivinaba un combate mortal.


Fuente: http://dndaw.com/2015/02/premium-brass-dragon-announced/

Felgolos estaba ahora más cerca y, como arrastrados junto con él, tres poderosos elementales del aire fueron por fin claramente visibles. Sedosas formas de aire de las que salían extremidades cual látigos con garras vaporosas como extremos. Cada uno de los elementales atacaba al dragón por un lado diferente, siempre cambiando y turnándose en el acoso a Felgolos. Su aliento de dragón, que de cuando en cuando surcaba el cielo e impactaba de lleno en los elementales, no parecía causar gran daño y el agotamiento empezaba a sentirse en el poderoso batir de sus enormes alas, demasiadas veces en vuelo defensivo.

Nana, desde la ventana del dormitorio, comenzó a murmurar palabras de poder mientras los dedos de sus manos describían rapidísimos movimientos en el aire y cerca de su cuerpo. Varios rayos de fuego y energía caótica surgieron entonces de sus manos que fueron a impactar de lleno en dos de las criaturas elementales. Caeldrim llenó de aire sus pulmones y gritó con fuerza el nombre de Felgolos transmitiendo con su voz seguridad y apoyo y asegurándose de que el dragón era consciente de que la ayuda estaba ya en camino. ¡Felgolos! ¡Felgolos! se oyó clara la voz del bardo. Inmediatamente después, el bardo se concentró en los elementales y recurriendo a magia bárdica trató de aterrorizarlos con sonidos y susurros arcanos que sólo ellos podían escuchar.

Mientras, Myev había tenido una idea. Subió ágilmente por la cuerda hasta la planta superior, donde aún reposaban dos grifos y se fue directa a hablar con el que había conseguido entablar una conversación primaria días atrás. La semiorca lo conminó a luchar para defender la torre pidiéndole que buscara al paladín como jinete. Las palabras de la exploradora, duras y a la vez serenas, obraron el milagro y el grifo se irguió poderoso, como comprendiendo su papel, y dando media vuelta salió volando a toda velocidad por la ventana de la torre que daba a Felgolos.


Fuente: http://www.giantitp.com/forums/archive/index.php/t-406864.html

Así, mientras Lint lanzaba una sucesión de rayos eléctricos a cualquier elemental que osara acercarse a la torre, al que entonces atrapaba y mantenía bajo su influencia, un grifo voló en picado a encontrarse con Kadash. Con escudo y espada desenvainada corrió a saltar encima del grifo cuando éste apenas tocaba suelo para volver a subir como un águila hubiera hecho, en plena caza aérea. El paladín, marcando a un elemental como su presa, insufló su espada con un conjuro flamígero y así, como una criatura de leyenda, a lomos de un grifo que chillaba en la antiquísima lengua de las águilas, fue al encuentro de cada uno de los elementales, describiendo tajos que los debilitaban cada vez un poco más.

Felgolos seguía notando el azote de los elementales, que a pesar de estar sufriendo el ataque combinado de los cinco, eran capaces de reponerse y atacar con fiereza adoptando ora forma de torbellino, ora nieblas con aguijones. Myev se giró entonces hacia el segundo grifo y le suplicó que venciera el miedo que sentía y saliera también a atacar en el aire a las criaturas enemigas. El grifo entendió a la semiorca y, como despertado de un terror que lo atenazaba, siguió al primer grifo, atravesó la estancia y salió por el ventanal para abalanzarse sobre los elemantales. Myev corrió a asomarse por la ventana justo a tiempo de ver al grifo atacar a uno del elemantales mientras preparaba una flecha en su arco. Myev se sorprendió a sí misma rezando porque estas criaturas fueran vulnerables a las flechas y tensó la cuerda.


Fuente: https://adampaquette.deviantart.com/art/Griffin-Dreamfinder-430710521

Si pudiéramos congelar la batalla en este momento seríamos testigos de una acción frenética, con magia, combate y gritos a cientos de metros de altitud, en donde una torre voladora daba cobijo a un pícaro, una hechichera, un bardo y a una exploradora mientras que afuera, un paladín a lomos de un grifo luchaba junto a otro de su misma especie. Todos juntos con la única misión de acabar con tres formidables elementales del aire que tenían a todo un dragón de bronce como Felgolos al límite del agotamiento, rugiendo y batiendo las alas mientras mordía y golpeaba desesperado con su cola a los perseguidores.

Y en ese momento, la acción y poder combinada de Myev, Caeldrim, Lint y Kadash consiguieron golpear y dañar con tanta fuerza y tanta determinación a los elementales una vez tras otra, que dos de ellos se disiparon en el propio aire y no retornaron más dejando a uno aún activo y decidido a acabar con Kadash desequilibrando con tremenda fuerza al grifo que lo transportaba. Entonces cantó la cuerda de un arco, el de Myev, y una flecha salió desde lo alto de la torre y voló recta y decidida hacia lo que pudiera bien ser la cabeza del elemental. La flecha lo atravesó mientras las plumas de la flecha giraban a su vez como un dulce baile y el elemental miró hacia arriba, hacia el origen de la flecha, pero eso fue lo último que hizo antes de desvanecerse a su vez y perder la cohesión arcana que lo mantenía unido.

Felgolos, en un último esfuerzo, fue a posarse agotado en la base de la torre. Tenía extrañas y feas heridas por todo su cuerpo pero parecía necesitar apenas unos minutos de descanso para recuperarse. Cuando volvió a erguirse con orgullo, agradeció a todos su ayuda en la lucha, les deseó lo mejor en su empresa y les hizo entrega de una extraña diadema con una piedra opaca en su centro sobre la que estaba inscrita una runa. Todos estaban deseando preguntarle por lo que acaba de suceder pero apenas habían empezando a pronunciar las primeras palabras, Felgolos se levantó sobre sus patas traseras y batiendo las alas con energía se elevó inmediatamente y, dirigiendo su vuelo hacia el este, desapareció de la vista a los pocos segundos, dejando al grupo aún en un estado de estupefacción.

El mismo estado en el que creo que os encontráis todos tras escuchar mis palabras, imagino. Por esta noche es suficiente, mañana espero veros para seguir narrándoos las aventuras de nuestros héroes y heroínas una vez que llegaron a Bryn Shander.