Starship Troopers
La elección de Las Brigadas del Espacio, Starship Troopers, viene determinada por “la peli”, claro. Sí recuerdo bien una crítica que leí cuando ésta se estrenó, “… los bichos tienen mejor diálogo que los personajes…”, sin embargo, con el paso de los años, la película que era una porquería se ha transformado en una de ésas a las que siempre me engancho y que, no importa cuantas veces la vea, siempre me divierte. Y ésta es una razón tan buena como otra cualquiera para leer el libro.
Como es bien sabido, la película y el libro no tienen demasiado en común y según ciertas opiniones sus mensajes son completamente opuestos, y donde una se supone una crítica contra los gobiernos militarizados a la occidental (extrema derecha), el otro despliega un ensalzamiento de esos valores militares un tanto alarmantes.
Es posible que yo me pierda mucho contexto y no tenga mucha idea del mensaje detrás de la obra de Heinlein, pero ciertamente el libro contiene extensos discursos sobre educación, moralidad, criminalidad o las bondades del servicio militar. En honor a la verdad, nunca llegan a ser aburridas aunque más de una vez despierten una sonrisa condescendiente en esta lectora. Aunque pueda parecer un tanto evangelizador en algunos de estos monólogos, nunca llega a explorar a conciencia las ramificaciones de lo que afirma con bastante contundencia. Especialmente famoso es que en este futuro únicamente pueden votar aquellos que hayan servido en el ejército. La base de esta idea es que sólo tras haber sido soldado, una persona tiene el sentido de responsabilidad suficiente para tomar decisiones en beneficio de toda la sociedad. No hace falta profundizar demasiado en esta idea para empezar a encontrar toda clase de problemas en ella y, en mi opinión, expresa una concepción un tanto inocente de lo que es un ejército y lo que se pide de los soldados.
Algo que nunca pasa inadvertido para mí es el papel de la mujer en la sociedad que se pinta en la novela. Afortunadamente este aspecto no ha sido una fuente de sufrimiento y si bien hombres y mujeres desempeñan papeles distintos dentro del ejército, ningún sexo es excluído de su derecho a servir y de tener la oportunidad de convertirse en ciudadano con derecho a voto.
Todo el libro está contado en primera persona, siendo el protagonista Johnny Rico quien va contando la historia que, un poco en el estilo de primera parte de La Chaqueta Metálica (o al revés), se centra en el entrenamiento y aprendizaje de Rico, intercalando pequeños capítulos en los que realmente se ocupa del combate para el que tanto se ha preparado. No hay por tanto una verdadera historia en esta novela sino más el relato de un veterano sobre sus años de formación.
La edición que he leído es una de Ace de 1987, de segunda mano con sus páginas debidamente amarillentas, para hacer perfecta una experiencia de literatura retro.