Rumanía: es preciosa, te va a encantar

Cuando anunciamos que este año nos íbamos de vacaciones a Rumanía, la respuesta más común que recibimos fue un "es un país precioso, os va a encantar". Nos quedamos un tanto sorprendidos porque por lo que yo había estado mirando no es un país que tenga una gran industria turística, así que nos quedamos asombrados de que tanta gente hubiera estado o conociese a alguien que se lo había recomendado.

Con un mapa lleno de pins, la guía de viajes y unos cuantos posts de otros viajeros, nos plantamos en Bucarest en medio de una de las olas de calor de este veranito.


Un abanico consigue hacer soportable el calor húmedo de Bucarest

Llegamos a nuestro alojamiento en una quinta planta sin ascensor de un edificio viejecillo a eso de las 15 (hora local, es decir una hora más que en España) y con el calor que hacía pues nos pusimos en la calle con ánimo de encontrar un sangüichito con el que engañar nuestros estómagos hasta la hora de cenar. Probamos un par de sitios y al final nos metimos en un café de estilo desangelado industrial y nos quedamos allí atrincherados un buen rato decidiendo qué hacer. Entre la hora un poco tardía y que nos habían dicho que Bucarest como ciudad tiene poco atractivo turístico, estábamos un poco despistados sobre cómo disfrutarla mejor sin acabar como dos charcos en medio de la calle. Decidimos dar una vuelta por el casco antiguo persiguiendo la sombra y las cosas más interesantes que ver en un paseo. Lo cierto es que salvo una iglesia y alguna cosa más esta zona no daba para mucho ya que la mayoría de las calles están tomadas por terrazas de restaurantes y bares que hacen el tránsito incómodo y poco interesante. Cualquier rincón curioso queda ahogado por la gente, la música y las terrazas.


La iglesia-monasterio de Stavropoleos, de 1724 y parcialmente reconstruida a principios del s.XX tras un terremoto tenía un gran encanto

[Comentario de Pablo] Como supimos en nuestro "checkout" dos días después, donde nos alojamos tiene el honor de ser donde se escondió Nicolae Ceaușescu durante unas semanas en 1940. Desde 1933 el PCR había sido declarado ilegal y los "jefecillos" como Ceaușescu iban buscando lugares donde estar a salvo de la policía. Sabemos que estuvo en la planta de nuestro edificio porque finalmente lo arrestaron y apareció su dirección en el informe policial.

Un poco huyendo de esa zona pero entregándonos al atractivo turístico, nos fuimos a cenar a un restaurante de comida local que se encuentra en una antigua posada. El edificio es bastante grande y tiene una planta cuadrada con un gran patio interior al que en otro tiempo debían dar las habitaciones. Hoy en día desde el patio, en el que estaban las mesas, se pueden apreciar dos galerías de madera que lo rodean en las dos plantas del edificio. Era un sitio bastante evocador y digno de inspiración para futuras posadas en alguna partida de rol.


Manuc's Inn, de principio del siglo XIX, muy en línea con la pseudo Edad Media de las series de fantasía.


Ambientazo. Había música en directo.


Escaleras enormes (pero no habilitadas) para acceder desde el patio a las galerías.

Después de cenar y de un breve paseo, nos fuimos a la habitación a colocarnos frente al ventilador y no intentar morir. Confiábamos en que el hecho de habernos levantado a las 4 de la mañana nos ayudara a conciliar el sueño a pesar del calorazo.

[Comentario de Pablo] Con la ventana muy abierta, el ventilador casi al máximo y echando "niebla" gracias al depósito de agua, pudimos conciliar el sueño hasta que a las 4.30h de la mañana lo apagué porque la brisa fresca empezaba a ser demasiado incómoda.

Al día siguiente habíamos quedado para desayunar con una mujer que conoció Pablo cuando estuvo en Nigeria y así aprovechar que nos contara un poco su visión del país y que también nos diera algunas recomendaciones.

[Comentario de Pablo: surgieron muchos temas de calado con Andreea sobre Rumanía y sus gentes pero pensamos que es mejor ir desgranándolos a medida que conozcamos más el país y podamos dar una visión más personal de ello. Sí podemos adelantar que tenía una visión relativamente crítica con su país. Ella vive en Italia y trabaja en remoto para Canonical aunque está dada de alta como autónoma en Rumanía.]

Como ya habíamos visto que el casco histórico tenía poco que ofrecer y seguía haciendo un calor horroroso, nos decidimos por plan museístico pero la suerte no nos acompañó y los que más nos intersaban estaban cerrados... Así que sin muchas ganas de dar tumbos y buscando aire acondicionado nos metimos en uno de arte que tenía cuatro exhibiciones. La primera de Ion Alin Gheorghiu, un artista abstracto rumano al que le gustaban mucho los jardines colgantes (la mayoría de los cuadros expuestos tenían ese título).


Paisaje de Praga, de Gheorghiu

La segunda exhibición se llamana Love Stories y estaba hecha en colaboración con la National Portrait Gallery de Londres y que, como su nombre indica, se centraba en historias de amor más o menos inspiradoras, truculentas o felices, a través de retratos y fotografías con personajes como Lord Nelson o Mick Jagger. Pues ok pero vamos que se habían pasado con el aire acondicionado y hacía mucho frío en todas las salas de esta exposición, igual para no inflamar las pasiones o algo.

La tercera exposición se titulaba Ondine & Baraka y se centraba en estos dos artistas contraponiendo el estilo suave y convencionalmente bonito de mujeres lánguidas de ojos azules de los cuadros de la artista rumana Ondine con la oscuridad y desesperación de las figuras de los cuadros y esculturas del otro artista.


Una de las muchas esculturas "sufrientes" de Baraka

A nosotros nos pareció que decía más el segundo pero eso es algo bastante personal y sus obras podían resultar un poco perturbadoras.

[Comentario de Pablo] La galería de arte Art Safari se encuentra dentro de un edificio de la época monárquica (diría que de estilo neorenacentista) que en algún momento ha sido medio vaciado por dentro para acomodar plantas, pasillos y salas donde colgar cuadros y otras obras de arte. En la portada del edificio había un llamativo arco gigante hecho de osos de peluche de tamaño humano. Este enfoque pastel instagramero vinculado a la exposición "Love Stories" era un ejercicio deshonesto de gestión de expectativas y, cuando por la noche veíamos colas de parejas jóvenes esperando poder entrar cual discoteca de moda, me preguntaba cuánto tardarían en torcer el morro una vez dentro.

Por la tarde, confiando en que habrían bajado un poco las temperaturas, nos apuntamos a un tour por la ciudad que se centraba en la historia de Bucarest y el impacto en la misma de la mornarquía y el comunismo. Fue un tour intersante porque la monarquía rumana tuvo exactamente cuatro reyes, el primero Carol I (1866) fue un alemán que se buscaron cuando los estados de Wallachia y Moldavia consiguieron independizarse del Imperio Otomano, se unieron y buscaron la forma de darse legitimidad y apoyo ante el resto de Europa. El último murió en 2017 y sólo fue rey brevemente en su juventud.

El tour empieza en el Ateneo, una de las institituciones que fomentó el rey y con la que las élites francófilas querían equipararse a otras ciudades contemporáneas y recorre diversas localizaciones que van ilustrando los cambios de la ciudad y el país a lo largo del siglo XX: la neutralidad y posterior apoyo a los Aliados en la Primera Guerra Mundial, el alineamiento con el Eje en la Segunda y la venida del Comunismo tras la guerra. Fue interesante porque además todas esas situaciones se reflejan en los edificios de la ciudad, desde los más típicos de finales del XIX que hemos visto en otras ciudades europeas, alguna influencia Art Decó y después la gran influencia del comunismo y unos edificios más utilitarios. A nosotros la parte central de la ciudad (con la excepción del casco histórico tomado por restaurantes) nos recordaba un poco a Berlín oriental con la diferencia de que aquí la mayor parte de los edificios se caen a pedazos y está bastante más sucia. Nos pareció que había mucho potencial para que la ciudad tuviera, al menos en esos barrios, mucha personalidad pero que lamentablemente no debe de haber dinero para invertirlo en eso.


Uno de tantos edificios que veíamos con el "Port Vibes" de Portugal de hace muchos años

Lo que se nos quedó pendiente de ver bien fue la mole del Palacio del Parlamento. Sólo pudimos apreciarla al final del tour pero nos la dejamos pendiente para cuando volvamos a Bucarest al final del viaje.

[Comentario de Pablo] Sucedió una cosa curiosa durante el tour, algo que yo no recuerdo que nos haya sucedido nunca antes. Éramos dos estadounidenses, un austriaco, una rumana y nosotros dos. Pues la rumana pronto se animó a "enriquecer" el relato de la guía. Al principio pedía disculpas "por interrumpir" pero viendo que la guía no la cortaba de raíz y que el resto no éramos hostiles a ese comportamiento, se fue animando más y más. Para mí fue violento y trataba siempre de mirar a la guía (¡el poder del lenguaje corporal!) pero al final me resigné a tener a dos guías (éste es un tour de los que pagas al final, quizá la guía no quiso correr el riesgo de quedarse sin un buen pago, no sé). Lo único positivo de esta injerencia fue ver cómo ambas personas, la guía y la espontánea, "debatían" sobre ciertos relatos durante el comunismo. Por ejemplo, la espontánea defendía que nadie había pasado hambre durante la década de los 80, cuando Nicolae Ceaușescu se volvió particularmente extremista con la devolución de todos los préstamos al FMI aún a costa de exportar toda la comida y no dejar nada a la población. La guía disentía claramente porque "comer pan y manteca de cerdo durante meses, quizá no te mate de hambre pero...". El otro punto discordante fue cuando la guía comentó la flexibilidad con la iglesia ortodoxa del partido comunista también en las décadas setenta y ochenta comparado con las primeras décadas.La espontánea tenía una visión mucho más terrorífica de lo que era ser un cura durante todo el periodo comunista. Como se puede ver, no es que hubiera una a favor y otra en contra, dependía del asunto en cuestión. ¿Quizá mereciera la pena tener a una espontánea después de todo? Todavía no lo tengo claro.

Tras Bucarest hemos puesto rumbo al norte, con temperaturas más bajas y más árboles.