Perdidos en Neferu - Crónica 1ª parte (transición entre aventuras)
Nota del Narrador: La aventura es la de El Templo del Desierto, de Norkak. Apliqué algunas modificaciones importantes para adaptarla a la realidad del grupo de juego. Balus pasó a ser Morkas, el antiguo maestro del elfo Lakus, del grupo, y el trasfondo creció en complejidad. Os dejo con la primera parte de la crónica (transición entre dos aventuras) de Ghilbrae a través de los ojos de su personaje, Sharra Nirthanbei.
La segunda parte de la crónica se encuentra aquí.
La tercera parte de la crónica se encuentra aquí
La cuarta parte de la crónica se encuentra aquí
La quinta parte de la crónica se encuentra aquí
No puedo creer que haya aceptado la propuesta del elfo, todo ha sido demasiado rápido y, sin embargo, ¿podía hacer otra cosa?
La noche tras nuestro regreso al pueblo de Barovia hubo una gran celebración en honor a los héroes que habían acabado con Lord Strahd. Mientras mis compañeros disfrutaban de un bien ganado homenaje, yo me retiré al templo para intentar recoger en mis diarios lo que había sucedido antes de que los recuerdos empezaran a desvanecerse de mi memoria.
Una vez terminada la fiesta, llegó el primer indicio de que algo se estaba cociendo en la cabeza de Lakus. Como si se tratase de un paseo sin importancia, nos propuso acompañarlo a Neferu, ¡nada menos! Le miramos entre sorprendidos y desconfiados. ¿Puede esperar que sin apenas detalles o una razón de peso estemos dispuestos a seguirle a otro continente?
Al día siguiente partimos de Barovia y aunque tengo cierta sensación de que volveré a oír hablar de ella, fue con alivio que dejé atrás las puertas de hierro que nos recibieran hacía lo que ahora me parece una eternidad, ¡dos días!.
Viajamos hacia el sur, con la intención de alcanzar la misma posada en la que habíamos parado la noche anterior a nuestra llegada a Barovia. El sol brillaba de nuevo sobre nuestras cabezas y los sonidos de la naturaleza ya no estaban deformados en imitaciones retorcidas. Durante el viaje Lakus volvió a repetir su proposición, pero se le veía más silencioso que de costumbre, no sé si ponderando nuestra reacción o su posible curso de acción.
La luz del sol empezaba a desvanecerse en el horizonte cuando llegamos a la posada. Reservamos habitaciones y nos reunimos junto al hogar para comer y beber. Antes de comenzar, Lakus hizo un último intento para convencernos, pero cuando llegó la comida olvidamos sus palabras y nos centramos en la perspectiva de disfrutar una comida caliente y tranquila. Entonces Lakus se encogió de hombros, suspiró y se despidió de nosotros antes de salir por la puerta de la taberna.
Nos quedamos mirando la puerta sorprendidos por la actitud del elfo. Nunca le habíamos visto así pero a estas alturas todavía no sé lo que puedo considerar un comportamiento extraño en Lakus. Continuamos comiendo en silencio, pensativos. Al otro lado de la puerta el primer aviso de una tormenta lejana retumbó en anticipación de lo que estaba por venir.
Algo dentro de mí se agitó, sin darme tiempo a pensar di un golpe en la mesa y me levanté. Durante un instante fijé la mirada en la puerta y luego la descansé sobre mis compañeros. La taberna quedó en silencio, a la espera de mi siguiente movimiento. Aparté la silla y, en el instante en el que me dirigía a la puerta, ésta se abrió. Lakus, completamente calado con su su mirada severa clavada en el suelo, entró. Sus ojos se despegaron del suelo y se encontraron en los míos, detrás de mí noté que Saddin también se había puesto en pie y que Galian, como un rayo, se había llevado la mano al cinto. Sin decir nada se acercó a la mesa y, dejándose caer en la silla que ocupara minutos antes, se dirigió a nosotros en los términos más serios que jamás le habíamos escuchado:
Al lío. Si alguien tiene curiosidad por saber quién nos ha manipulado e ignorado después, deberá buscar su rastro en la isla. Yo estoy encantado de llevaros hasta allí. Es decir, lo estaría si pudiera. Sea lo que sea lo que protege los secretos del peñón de las narices, mi magia no puede superarlo… aún. Con la ayuda de Morkas espero poder rasgar el velo que esconde los secretos de nuestro pasado perdido. Además, ya que os gusta coleccionar monedas, os recuerdo que quedaba gran cantidad de oro que no nos pudimos llevar. No se me ocurre a nadie con quien prefiriera afrontar lo que nos espera allí. El paso previo es bastante más aburrido, encontrar a mi antiguo maestro y convencerlo de que me preste su ayuda. Sin embargo, cuando coopere sólo me llevará un par de días aprender lo que necesito, una semana máximo. En ese tiempo apenas os va a dar tiempo a llegar a Robleda. Podéis descansar en Neferu y aprovechar su gran mercado de joyas para cambiar esas baratijas y todo el metálico que lleváis encima por unas gemas de fácil transporte. Todo ventajas. Lo cierto es que es más divertido viajar con vosotros que solo.”
Los recuerdos de aquella isla maldita volvieron a mi mente en rápida sucesión, la desazón de no saber dónde estábamos ni cómo habíamos llegado hasta allí, la sensación de saber que alguien jugaba con nosotros y no entender nada. De alguna forma había conseguido dejar todo ello encerrado en mi mente, supongo que esperando el momento adecuado para volver a aflorar. Sin un momento de duda le respondí:
“Si necesitas ayuda o compañía en tu viaje a Neferu, puedes contar conmigo. Además nunca he estado en Neferu y he oído decir que tienen maravillas dignas de verse…”. Sonreí en anticipación de lo que nos esperaba allí.
“Mis queridos amigos ¿conspiración? suena algo descabellado. Sin embargo una cosa es cierta, hemos perdido una semana de nuestras vidas y no nos hemos preocupado en recuperarla. Quizá ya es hora de saber qué pasó en ese tiempo que no recordamos. Además, Lakus, tanto me has hablado de Neferu que has despertado mi curiosidad y las ganas de verlo con mis propios ojos, espero que la realidad no desmerezca de tus relatos. Así que también podéis contar conmigo”.
El paladín se quedó allí plantado, sin decir nada durante largo tiempo. ¿Su mente daba vueltas a algo o no sabía qué hacer? Por fin, como si saliese de un trance, añadió:
Pero tal vez podamos reposar aquí y partir por la mañana, no sé cómo lo veis, pero una noche sin tener que hacer guardias lo agraden el cuerpo y el alma, compañeros. Piensa, elfo, que algunos somos unos pobres mortales y los años no pasan en balde”.
Se sentó cansadamente en la mesa instándonos a imitarle. Ciertamente desde que se enfrentara al fantasma en la gruta bajo el castillo parecía más cansado y marchito.
Hemos acordado viajar mañana al Asylum de Robleda, lugar que ya hemos visitado en ocasiones anteriores y en el que la orden de Saddin tiene un importante bastión. Allí aprovecharemos para reponer algunos suministros y descansar una noche más antes de partir hacia Neferu en busca de Morkas, el maestro de Lakus.