La Provenza: Marsella
Parece mentira que haga un año que no escribo nada en el blog. ¡Qué vergüenza! Tengo un post medio escrito de la nueva campaña de rol que estamos jugando pero ahí está, cogiendo polvo virtual.
Este año las vacaciones son una gran excusa para amortizar las clases de francés de Pablo, que se ha empeñado en revivir sus tiempos mozos (cuando sabía francés) y se ha apuntado a unas clases. Lo que está intentando ahora es probar que no va a pasar el rato y que está estudiando mucho. Ya os informo de que ha empezado regular porque a la primera que tuvo que pedir algo le pusieron una jarra de vino en vez de un vaso y la segunda vez que quiso pedir otra cosa en otro sitio, le pusieron un bocadillo que no era el que quería. Sospechoso...
El sitio de los bocadillos. Muy ricos.
[Comentario de Pablo] ¡Jajajaja! ¿Por dónde empezar? Baste decir que la confusión del bocadillo nos supuso una invitación a los cafés y que quien nos atendió en la oficina de turismo me dijo "tu francés es muy bueno".
En fin, que como iba diciendo, empezamos nuestro viaje por Marsella. Volamos en un avión de juguete que nos trajo aquí en algo más de una hora. La primera tarde no hicimos mucho más que dar un paseo por los alrededores de nuestro alojamiento y buscar un sitio para cenar. Hemos de reconocer que la cena fue un poco regulera. El sitio tenía buenas reseñas y buena pinta pero luego tardaron la vida en atendernos y la comida pues estaba OK. Yo me pedí la especialidad: bacalao con verduras y Pablo la versión local de los callos, que no come en Madrid.
Los callos locales eran horribles de ver y oler y el pescado era sosísimo, al menos no estaba demasiado cocinado. Está claro que no nos estrenamos muy bien. ¡Esto sólo puede mejorar!
[Comentario de Pablo] El barrio en donde estábamos era el "casco viejo" o "Le Panier" y las callejuelas daban mucha vidilla pero eso también era compatible con "tourist traps" sofisticados. Tuve que insistir para que se creyeran que quería los "pieds et paquets", la camarera me lo describió con asco y todo y al final se resignó con un gesto de "lo que usted diga".
Graffitti por todas partes
En este viaje hemos decidido que en lugar de hacer un viaje en coche e ir parando donde nos apetezca o surja, vamos a tener tres bases de operaciones y a movernos desde allí. Así que para empezar vamos a pasar 4 días en Marsella y alrededores. El primer día completo lo hemos pasado en la misma Marsella.
Sin mucha prisa, hemos empezado por el Museo de Historia de Marsella para situarnos un poco en el contexto histórico. El museo cubre la historia de Marsella desde su fundación hasta la actualidad pero como tenemos mucha suerte, sólo estaba abierta la parte de la antigüedad hasta la Edad Media. Como sucede en muchos museos regionales, se centran exclusivamente en la historia de la zona, así que muchas veces saben a poco. En las cercanías de Marsella hay restos de ocupación humana desde la Prehistoria tanto en forma de cerámica neolítica como pinturas ruprestres del paleolítico. Para sorpresa de nadie, Marsella fue fundada por los griegos en el 600 a.e.c. y conocida como Massalia. Se mantuvo como una ciudad independiente incluso en época romana hasta que fue conquistada por Julio César en el 49 e.c.
Uno de los navíos expuestos, en este caso el romano
Lo más interesante que tiene el museo son restos recuperados de barcos griegos y romanos que se exhiben en unas amplias galerías muy luminosas y en las que se pueden apreciar detalles de su construcción.
Lamentablemte todo estaba en francés, así que una servidora ha entendido lo justo y ha tenido que mendigar alguna mísera explicación del francoparlante.
[Comentario de Pablo] El museo merece muchísimo la pena sobre todo por los barcos que comenta Angela, los más grandes de la época antigua de acceso público. Hablando con nuestra anfitriona, Sandy, me reconoció que no sabía ni que existía, confirmando la paradoja de un museo pensando para los "locales" que no visitan los locales.
Bubu, el gato de la familia que nos acoge. Nuestra habitación es la de la hermana mayor, que está estudiando en México
Desde el museo, previo paso por la oficina de turismo, nos hemos ido dando un largo paseo hasta un parque en la parte norte de la ciudad. El parque no es muy grande pero, al estar en un alto, tiene unas vistas muy majas de la ciudad y una fuente muy resultona. Allí nos hemos sentado un rato largo a disfrutar del buen tiempo y a no hacer nada. Para que lo sepáis, esto que llevamos haciendo desde que empezamos a viajar juntos, ahora se llama Slow Travel o Slow Tourism y es lo más de lo más para los que quieren evitar el agobio del turismo masificado. No entiendo nada o somos unos visionarios.
Angela y la fuente Longchamps detrás
El resto del día ha sido un poco lo mismo, pasear tranquilamente por distintas zonas de Marsella y tomarlo con calma.
Bonitas vistas al atardecer
Después de un día y medio mis impresiones de la ciudad son variadas. Por un lado, me recuerda a Nápoles en algunos aspectos. Hay mucha gente de un lado para otro y los diferentes barrios por los que hemos pasado estaban destartalados y con variados grados de suciedad en las calles. Hay calles que no están mal pero hay otras que están muy sucias. A veces al doblar una esquina te encuentras con una calle llena de macetas y plantas por todas partes (que parecen más un esfuerzo vecinal que del ayuntamiento) y en otra calle casi todos los edificios tiene pintados coloridos murales que llaman mucho la atención y dan mucha vida a los ya mencionados edificios destartalados. A pesar de ello, Marsella tiene un claro problema con los grafitis y es verdad que a veces hay una línea no muy clara entre lo que se puede considerar arte callejero y puro vandalismo. Personalmente creo que si algo pintado hace que la calle parezca más sucia es vandalismo.
Una pareja mayor que acababa de salir de su casa (la puerta a la derecha) comenta con el encargado del bar "la Ioconde"
Con esto y una cena en un sitio recomendado por la anfitriona de nuestro alojamiento, hemos dado el día por terminado. Mañana la idea es ir a Aix-en-Provence, que es una ciudad que está relativamente cerca de aquí.
[Comentario de Pablo] El "Puerto Viejo", que gestiona una lengua de agua en forma de U mayúscula, anima a dar paseos, correr o ir en bici por la zona peatonalizada a su alrededor y es parte del encanto de la ciudad. Me gustó mucho ver grandes macizos de tierra con arbustos y hasta árboles así como muchísimas opciones para sentarse en bancos y tumbonas de madera sin necesidad de tener que consumir.
Vista del otro lado del puerto desde la parte más antigua de la ciudad