La Provenza: Alpes de Alta Provenza

Siento haber tardado tanto en escribir, especialmente porque se me ha acumulado el trabajo, pero ayer Pablito me robó el portátil y me quedé sin poder hacer los deberes. Todo mal.

Despúes de Marsella hemos cambiado de "provincia" (aquí llamado departamento) y nos encontramos en los Alpes de Alta Provenza, en francés Alpes-de-Haute-Provence y en occitano, esa lengua que sólo sale en los crucigramas, Aups d'Auta Provença. Como base de operaciones hemos elegido un pueblo al sur que se llama Manosque.

Vinimos en autobús desde Marsella con la idea de ya alquilar un coche aquí.

Manosque es una ciudad pequeña de raíces medievales, no podía ser de otra forma, que se encuentra en el centro de varias regiones y parques naturales. Es una localidad moderadamente grande y cuenta con un casco histórico muy majo por el que pasear y en el que hay varios puntos de interés.

Con varios días por delante para explorar la zona nos plantamos en la oficina de turismo después de comer (aquí se come a las 12 y a nosotros nos gusta seguir los horarios locales, así que no penséis que íbamos con poco tiempo) y una mujer muy agradable, que además hablaba castellano, nos atendió y nos dio un montón de indicaciones y sugerencias para varios días, algunas que ya había fichado Pablo y otras que eran completamente nuevas.

Como aún no teníamos el coche nos decidimos por quedarnos en el pueblo esa tarde y visitar la fábrica de L'Occitane en Provence (la de las cremas). El pueblo es agardable y tiene algunos rincones curiosos, tiene algún centro de arte y algún museo que no hemos visto porque hemos preferido otros planes pero está bien, incluso tienen una tienda de comics en el centro histórico que está fenomemal, con tres plantas en un edificio antiguo muy chulo. Librairie Forum BD, se llama y aquí os dejo su web por si un día queréis pasaros a comprar un cómic en francés.

Carrerita mediante, para ver si cogíamos un autobús para llegar a la fábrica de L'Occitane a tiempo para el único tour en inglés que había, nos plantamos a las 15h en la entrada de un edificio con un jardincito muy mono en el que hay una muestra de muchas de las plantas que usan para las cremas. La visita estuvo bien, nada fuera de lo que te puedas imaginar, lo ves todo desde unos pasillos con ventanas porque eso de tener gente andando por zonas en las que se hacen cremas pues no es muy higiénico. Un hombre muy amable nos fue explicando a grandes rasgos el proceso de producción, el origen de las materias primas (se supone que todo menos el karité, que es africano, es de la región o de algunos productores italianos). Todo el discurso tiene un poco de tonillo de somos eco-friendly y de producción local y apoyamos muchas causas. Una nunca sabe cuánto creerse de estas cosas, pero bueno, la visita bien y nos dieron a probar algunas de las cremas más clásicas de la marca. En la entrada hay una tienda bastante grande en la que, por supuesto, puedes comprar lo que quieras. Nosotros aprovechamos para oler más colonias y perfumes y salimos de allí que parecía que nos había dado un paseo por El Corte Inglés. Ya os adelanto que Pablo se compró una colonia que era exclusiva de esta tienda (y de la de París) así que decidle que huele muy bien y tal que me ha costado un dineral :P

[Comentario de Pablo] No hace falta que me digáis nada, me basta con olerme yo mismo bien, jajajaja. Sobre la visita, yo creo que lo que más nos sorprendió fue que prácticamente toda la fabricación de productos de l'Occitane en el mundo sale de esa fábrica (de la que estaba prohibido hacer fotos). Me pareció un ejemplo interesante de maquinaria moderna y compacta que no exige grandes cantidades de metros cuadrados ni riadas de personas en todos sitios. Nos hubiera encantado ver los laboratorios de investigación química pero eso era un imposible.

¿Recordáis cuando os dije que no teníamos coche? Pues los de la fábrica no tenían muy claro dónde se coge el autobús de vuelta, esto estaba en una especie de polígono pequeñito, nos indicaron la misma parada en la que nos habíamos bajado y no lo vimos nada claro. Con el Maps en la mano nos pusimos a caminar por un camino que iba paralelo a la carretera buscando una parada en medio de la nada que marcaba san Google. Así, cual Mei y Satsuki en Mi vecino Totoro, nos vimos esperando. No llegó el gatobús de nuestras esperanzas pero llegó el autobús 114 tras una media hora y decidimos subirnos por si el gatobús nunca llegaba.


A nosotros no vino Totoro a hacernos compañía, pero iba en nuestros corazones y no llovía


Dos gatos nos saludan en Riez

Al día siguiente fuimos a recoger nuestro coche y a empezar con la exploración de la zona. Manosque está entre varias zonas de interés, una de ellas es Verdon, al este y la que íbamos a explorar el sábado y en la que hay un parque natural con unas gargantas muy interesantes. Hemos de reconocer que no planificamos muy bien y se nos hizo un poco tarde para recorrer todo lo que podríamos haber visto, pero aprendimos para el día siguiente y aún así disfrutamos mucho. La mayor parte del recorrido transcurre por carreteras de montaña y hay repartidos pueblos o vistas que pueden merecer una parada corta. Las paradas en los frecuentes miradores hacen que el trayecto no sea muy pesado y nosotros además paramos en algunos pueblecillos. Sin duda lo más interesante del día fue la primera parada en un pueblo llamado Riez. Estaban de mercado y el sentido arácnido de Pablo rápidamente le llevó a un puesto de salchichones o soshisón (en francés del bueno). Se compró 4 que hemos guardado en la guantera del coche y cada vez que la abrimos sale un pestazo a soshisón que no veas. Yo creo que van a tener que lavar el coche con aguarrás cuando lo devolvamos. Para compensar y que pareciera que no todo iba de él, se paró en un puesto de dulces en el que vendían una versión local de las delicias turcas que a mí me encantan y nunca me compra. Nos llevamos cuatro 2 de bergamota (las mías) y 2 de mandarina (las suyas). Que quede entre nosotras, pero Pablo es un poco flojo, en una parada en un mirador nos pusimos a comer los dulces y Pablo no pudo con el suyo entero. No sé qué del azúcar o algo así... todo mentiras.


Un rincón gracioso de Moustiers

Realmente lo más interesante del día, que no lo que ha traído más gracietas, ha sido el trayecto que hemos hecho y en especial una carreterilla que se llama Route des Cretes que es circular y tiene unos paisajes fantásticos. Los pueblos, siendo majos, no me parecen tan interesantes y la verdad es que, como comentamos después, nos dejaron un poco fríos, tal vez destacaría Moustiers Ste. Marie que era más mono, tenía más turistas y una capilla en el monte a la que se llegaba subiendo muchas escaleras.


Gorges del Verdon, en la Route des Crêtes

A última hora de la tarde paramos en un pueblo que parecía una urbanización de verano venida a más, para ver el lago de Ste. Croix y dar un paseo por su playa de piedras.

El lago Verdon desde la urbanización


El minigolf abandonado, seña de identidad de los ochenta y noventa

[Comentario de Pablo] Ese día empecé a sospechar que las recomendaciones de blogs de viajes e incluso en las oficinas de turismo se empeñan en marcarte una serie de pueblos "super monos" pero que en realidad están muertos por dentro. Solo estamos los turistas y los negocios para turistas, algunos rollo artesano-artístico de la cerámica para disimular un poco. Son como decorados para la postal de Instagram. Y eso que es temporada media-baja, no me quiero imaginar en temporada alta.


Una fotillo vespertina

Nos planteamos también ir a un museo de prehistoria que había por la zona y que parece que está muy bien, pero leyendo las reseñas vimos que todo estaa en francés y que no tenían ni un mísero folio que puedas ir leyendo tú en inglés, así que para que tuviéramos que ir en plan traducción simultánea decidimos no ir.

[Comentario de Pablo] Me dio mucha rabia por que a los dos nos encantan los buenos museos de la prehistoria (sobre todo a Angela) pero si solo yo voy a poder disfrutarlo, no merece la pena. Pasó igual en Marsella y creo que es la tónica de museos con un poco de solera, que solo están en francés.

El domingo nos fuimos al oeste que es la provincia de Vaucluse pero me afea el título del post así que lo pongo aquí y ya está. La zona que visitamos se denomina Luberon y también hay un parque nacional. La primera parada fue en un pueblo llamado Roussillon. El pueblo llama mucho la atención porque ha sido un centro muy importante de producción de ocre y todas las casas lucen distintas tonalidades de este pigmento usado desde la prehistoria.


Rincón de Roussillon

Además se puede visitar le sentier des ocres o el camino del ocre, que es un recorrido por una zona boscosa en la que la tierra tiene colores increíbles.


Haciendo el ganso en Les ocres


Angela y Les ocres


Más Ocres

A nosotros algunas vistas nos recordaban un poco a las Médulas en León. Hay que pagar 3,50€ por entrar y hay un camino corto y otro largo. El largo se supone que son 50 minutos pero sólo tardas eso si vas leyendo los frecuentes paneles explicativos (en inglés y francés) tres veces cada uno. Aquí volví a encontrarme con el curioso caso de las mujeres inexistentes. En el museo de Marsella creo que la única mujer que vimos o se menciona en algún punto era la Virgen y yo me fui pensando que en Provenza las mujeres se inventaron en la Edad Media. En el camino del ocre todos los paneles hablan de man o he o him, así que nada de mujeres tampoco. Me pregunto cómo ha podido estar esto poblado desde la prehistoria.

[Comentario de Pablo] Sobre la referencia al museo de la historia de Marsella, es que incluso en un documental de animación digital (rollo videojuego) todas las personas que aparecían en la ciudad romana, en la plaza, comprando, paseando, eran hombres. Había como unos 6 ó 7 modelos de hombre diferentes que habían repetido para generar "muchedumbres" pero no hacía más que destacar la total ausencia de mujeres en esa recreación digital.


Panorámica desde lo alto de Roussillon

Para comer fuimos a un pueblo llamado Gordes, que no estaba mal pero que tampoco nos causó mucha impresión. Sí disfrutamos, especialmente Pablo, de la exposición de fotografía de un tal Hans Silvester. La exposición tenía dos localizaciones, por el pueblo podías encontrarte en muros y rincones grandes fotografías de gatos y eran taaaaan monos... Además las fotos eran buenas, según Pablo. La segunda sede de la exposición era la torre del castillo aquí la temática no eran gatos sino los viajes de este fotógrafo por el mundo: Japón, India, Bolivia y distintos lugares de Europa y África.


Vista del pueblo colgante de Gordes

[Comentario de Pablo] Gordes se salva por la exposición de Hans Silvester. No conocía a este fotógrafo y quedé embelesado. Por decirlo un poco repipi, tiene una mirada especial para captar miradas especiales de los demás. Y eso por todo el mundo. De vuelta en Madrid compraré alguno de sus libros temáticos, sin duda. En Gordes, aparte de sentir que era un "pueblo bonito oficial", confirmé que la cocina "tradicional" que se ve en los restaurantes franceses (brasseries, etc) es muy cárnica. Todo es carnaza. Apenas hay pescado (o no hay variedad ¿bacalao, en serio?) y platos que ensalcen la huerta apenas hay. Sorprende ¿no?

Por la tarde nos fuimos al Ecomuseo del Ocre cerca de Roussillon. El museo está en lo que fue la antigua fábrica de ocre y aprovecha las edificios y exteriores para hablar de la industria que se desarrolló en el región hasta que dejó de ser relevante un poco antes de mediados del siglo XX. También tienen una especie de museo/laboratorio/taller del color en el que hablan del empleo del color en el arte o la construcción/decoración. Está bastante bien montado y yo creo que es especialmente interesante como actividad para colegios y con niños (yendo por la mañana cuando tengan algún taller).

[Comentario de Pablo] Este ecomuseo me encantó. ¿Cómo no iba a gustarme? Tenía maquinaria vieja, texturas variopintas, colorido intenso ¡y encima era una antigua fábrica! Si fuera mínimamente aficionado a la pintura seguramente habría hecho de esa visita un día entero y no poco rato comprando en la tienda...


Angela burlándose de mi fascinación fotografiando el ecomuseo

El domingo era día de colada, así que después del museo y de una parada corta en un pueblo llamado Apt, que nos podíamos haber ahorrado, nos volvimos a Manosque.

Hoy lunes hemos ido hacia el norte que también es Luberon. El día ha ido también de parar en pueblecitos pero nos hemos quedado con mejor sabor de boca que el domingo. Por aquí, entre tanta montaña, muchos pueblos se encuentran sobre colinas o encaramados a la ladera de alguna montaña más alta, con lo cual se avistan desde la carretera y los caminos. La mayoría de estos pueblos son de piedra y pasear por ellos requiere hacerse a la idea de que va a tocar subir y bajar cuestas empedradas constantemente.

Hemos empezado por un pueblo llamado Forcalquier, un pueblo muy resultón con una capilla románica de estilo bizantino en lo más alto del pueblo. Esta capilla y otras construcciones similares en otros pueblos se llaman ciudadelas y entendemos que es porque era o son recintos amurallados. En Forcalquier, junto a la capilla hay un carillón operado manualmente y que nos hemos encontrado en pleno uso cuando subíamos. Una buena señora estaba allí practicando con sus partituras, no sabemos si para algún evento próximo o si es que le gusta hacer partícipe a todo el pueblo de sus progresos con el instrumento.


Vistas desde la Citadelle de Forcalquier

[Comentario de Pablo] Había unas cuantas parejas jubiladas (francesas) en el recinto mientras tocaba la mujer (que llevaba protecciones para los oídos en plan operador de martillo neumático) y ellas no paraban de tararear las melodías tradicionales mientras grababan con su móviles cada interpretación. Me imagino sus grupos de whatsapp de ese día.

Tras un agradable paseo por el pueblo nos hemos puesto en camino hacia Vacheres. Este pueblecito era realmente pequeño pero bueno, tenía cierto encanto y nos han dado muy bien de comer en el único bar (o bistrot, como dicen aquí) del pueblo que además hacia las veces de colmado. El pueblo era muy mono y aunque contaba con dos iglesias y un museo, nos hemos ido sin verlos porque estaban cerrados.


Un rincón de Vachères. Lo que se no puede fotografiar es el fuerte viento Mistral...

[Comentario de Pablo] A mí Vachères me ha encantado. Lo tenía todo, incluso un colegio de preescolar y primaria que le daba vidilla a la hora del recreo. Para mi no-sorpresa, en el paseo nos hemos encontrado con personas de nuestra quinta arreglando su recién adquirida mini-propiedad. El único "pero" a una compra compulsiva de una casita intramuros en Vachères (aparte de la pasta que no será poca) es el Mistral, el viento frío del norte que en Francia viene del Golfo de León. Uff, cuando sopla (y suele soplar), hay que reconocer que es bastante desagradable.

Con los estómagos satisfechos hemos ido a la Garganta Oppedette con la idea de hacer una rutita corta. De las tres que proponían los carteles la de dos horas era la que tenía mejor pinta pero avisaba de algún tramo peligrosillo y como Pablo había ido con zapatos de princesa y estaba amenazando lluvia, nos hemos decantado por la ruta para familias. El paseo ha sido agradable y hemos tenido algunas vistas bonitas de la garganta y del río que estaba desaparecido en combate.


Vistas de las gargantas de Oppedette


Angela posa cual montaraz

[Comentario de Pablo] He aprovechado para identificar un poco la flora presente y aparte de los habituales pinos, encinas, olivos y robles (en este caso, el raro Quercus pubescens), también había arces de Montpellier, serbales comunes, cornicabras, agracejos y aladiernas.

Como íbamos bien de tiempo luego hemos visitado el pueblo de Simiane-la-Rotonde. Este pueblo se construyó alrededor de un castillo. Al parecer la primera mención que existe del lugar es de 1031 y fue construído entre los siglos XI y XVI. Estuvo habitado hasta el siglo XVI y siguió con algún tipo de uso hasta la Revolución en la que fue expropiado y más tarde vendido a una familia local que lo usaba de taller. La mayor parte del castillo ha desaparecido con el paso de los siglos pero actualmente se pueden ver una par de salas y una torre, la Rotonda, que fue construída alrededor de 1200 y es lo más antiguo que se conserva.


Angela simula ser una trobadora a la entrada del castillo


Oculus de la torre

Tiene la particularidad de que es la torre circular más antigua de la Provenza. En una de las salas hay un video explicativo en occitano, un idioma que no habíamos escuchado nunca. Ha sido una cosa curiosa porque aunque superficialmente suena a francés, hay una mezcla de sonidos que de repente se parecen más al castellano, catalán o al portugués, nos ha sorprendido mucho. Gracias a los subtítulos en francés hemos aprendido que la torre parece que tenía un uso artístico originalmente, dedicada tal vez al arte de los trovadores. Cuando hemos subido, Pablo no ha podido resistirse y se ha marcado una canción allí mismo y ha disfrutado de la magnífica acústica de la sala circular en la que estábamos. ¡Está hecho un hombre renacentista! No hay foto del evento porque no me ha dejado moverme para que no le estropeara la grabación que se ha hecho, ¡qué aguafiestas!

[Comentario de Pablo] Este "château" ha estado genial. Su historia como símbolo cultural para trovadores y banquetes ¿quizá con inspiración de las leyendas artúricas de Bretaña? le daba un noséqué muy especial. Lo del occitano (también llamado provenzal) usado por el parroquiano del vídeo-documental ha sido un deleite máximo, sobre todo porque iba viendo fácilmente las similitudes y diferencias con el francés de los subtítulos. ¡De repente quiero saber más de la lengua de Oc! Y hablando de lenguas, la canción a capella con la que hemos disfrutado de la acústica está escrita en Quenya (un poema de mi proyecto Cirya) y habla del juego y de la vida, más no se podía pedir). Podéis escuchar la grabación que hice in situ (mejor con auriculares para notar la cústica y también los desafines, jajajaja).


Panorámica desde el Château de la Rotonde

Como última parada del día hemos ido a un pueblo llamado Mane en el que también había una ciudadela. Hemos dado una vueltecilla pero no hemos podido ver la ciudadela más que por fuera del muro porque no había forma de entrar :( Lo bueno ha sido que nos hemos encontrado algunos gatos por la calle y alguno se ha dejado acariciar, ¡bien!

Perseguidos por la lluvia hemos dado por terminado el día. Mañana cambiamos de base de operaciones aunque seguiremos por la zona porque aún nos hemos quedado con ganas de algunas cosillas por aquí.

Algo que nos estamos encontrando es que todo está bastante vacío. El mayor inconveniente es que a veces no es fiable la información de Google Maps en lo que respecta a comercios y restaurantes. Por otro lado, hay muy pocos turistas y podemos verlo todo muy tranquilamente. Otro tipo de tranquilidad que estamos encontrando es que todo está bastante vacío de habitantes y no sólo los pueblos pequeñitos en los que está claro que hay pocos habitantes, en pueblos más grandes en los que se ve que vive la gente, no hay mucha gente por la calle y a partir de las 17 se esconden todos. La vida nocturna es 0, incluso en viernes, ¡vaya rollo!


Un gato en Mane. Es una foto inspirada por el de Hans Silvester