La Marca Del Este – Ravenloft – Crónica 3ª parte

Seguimos atrapados en la tierra de terror y misterio dominada por el infame Conde Strahd von Zarovich. ¿Conseguiremos volver a Robleda?

Día 19

Esta noche vamos a pasarla en el templo del pueblo de Barovia, nuestros planes se han torcido de la forma más inesperada y ahora no nos queda más remedio que hacer una visita al castillo. El clérigo Donavich reza frente a su altar como cada noche intentando mantener el mal alejado de su pueblo y con su constante cantinela voy a intentar resumir lo que ha ocurrido hoy.

La noche en el campamento gitano transcurrió dentro de lo que ahora ya consideramos normal. Galian volvió a ver los espectros levantarse del cementerio y deslizarse en su marcha sin fin hacia el castillo de Strahd, durante mi guardia una sombra negra salió del castillo y desapareció en el pueblo y en la guardia de Saddin nos contó que había oído voces en el carromato de Madame Eva y que había distinguido claramente a la adivina diciendo: “No deseo intervenir, no en esta ocasión, mi Señor”.

Una vez terminado nuestro desayuno, regresamos al pueblo y a sus calles desiertas y desesperadas. Decidimos volver al templo con la idea de informar al clérigo del fin de Varikov y, por lo tanto, de su amenaza sobre los habitantes de Barovia. Su alivio fue genuino y nos agradeció profusamente que hubiésemos librado a la región de su amenaza, sin embargo, no pareció tan entusiasmado cuando le dijimos que habíamos pasado la noche con los gitanos. Imagino que la desconfianza hija de la protección única de la que los gitanos parecen disfrutar es más que justificada. A pesar de ello, Saddin Konnin no dudó en compartir con él las predicciones que nos hizo la gitana con la esperanza de que para él tuvieran más sentido que para nosotros.

La fortuna nos había arrojado los siguientes naipes y con cada uno, Madame Eva había realizado una interpretación llena de misterio.

Naipe del Tres de Corazones:
“Esta carta representa un símbolo de gran poder. Habla de una poderosa fuerza para el bien y la protección frente a las fuerzas de la oscuridad. Se encuentra en un lugar de tranquilidad, un destino para el magnífico y poderoso. Es un lugar de sabiduría, calor y desespero. Grandes secretos viven aquí. Veo una muy buena influencia aquí. Si llegáis a este lugar, los poderes del bien os ayudarán.”

Naipe del Cinco de Tréboles:
“Esta carta habla de de la Historia. Conocimientos antiguos que os ayudarán a conocer al enemigo. Deberíais buscar en un lugar cuidadosamente escondido de riqueza fastuosa. Veo una lira llameante protegiendo el lugar. El trébol sostiene vuestra fuerza en este lugar pero os aleja de la victoria, obligándoos a dedicar más tiempo de lo que sería normal”

Naipe de la Reina de Corazones:
“¡Éste es el objeto de vuestra búsqueda! ¡Ah, veo oscuridad y maldad tras esta carta! ¡Es un hombre poderoso que tiene a la luz como enemigo y cuyos poderes van más allá de la mortalidad!. Se encuentra en el lugar de la madre. En este lugar, las fuerzas del bien os ayudarán”.

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Naipe del As de Tréboles:
“Esta carta es buena para vosotros. Es una carta de poder y fortaleza, la carta del vencedor. Nos habla de una arma de luz, una arma para la venganza. ¡Veo una señal terrible! Se encuentra en el mismísimo corazón de la oscuridad; en su casa, en su fuente. Es su centro y su vida. Es el lugar al que él ha de retornar. Tendréis un soporte para vuestra fuerza pero al mismo tiempo vuestra victoria se os escapará y tendréis que dedicar más tiempo para conseguirla”.

Naipe del Cinco de Rombos:
“Esta carta habla de una herramienta para el mal. La oscuridad persigue un plan diabólico, dando seguridad a los corazones oscuros y protegiendolos del Bien. ¡No caigáis en las garras de este plan!”

Tras escuchar de nuestra mano las interpretaciones de Madame Eva, Donavich buscó y encontró un libro bellamente iluminado. En una de sus láminas, un hermoso símbolo llameante e inscripciones sobre un objeto sagrado perdido hace mucho tiempo parecieron confirmar lo que augura el tres de corazones y su símbolo de gran poder.

Tras comer con el clérigo y recibir su bendición merced a la declaración de Saddin de nuestra intención de acabar con Strahd -sí, eso dijo y, aunque mi intención en ese momento era volver a Robleda hoy mismo, parece que no va a ser así-, fuimos a la casa del burgomaestre por si podíamos encontrar alguna otra pista sobre las predicciones de Madame Eva. Sin embargo, la suerte no está de nuestro lado y sólo hemos averiguado que nadie ha salido de este lugar en los últimos siglos. ¡Cuán cierta ha probado ser esa afirmación!

Como si hubiéramos sido retados, corrimos a la misma puerta por la que entramos en este maldito lugar hace dos noches. La verja estaba firmemente cerrada y ninguna triquiñuela o fuerza han conseguido abrirla. Finalmente he trepado por ella y nada más tocar el suelo el aire ha dejado de llegar a mis pulmones, mi boca luchaba por aspirar una nueva bocanada de aire pero parecía como si a mi alrededor no hubiera nada. La puerta se abrió y Saddin salió pero, igualmente, nada más cruzar al otro lado ha empezado a ahogarse.

Así que ahora éste es nuestro objetivo, no hay más salida que ir al castillo y encontrar la forma de salir de aquí.

[…]

Los planes vienen y van, aquí nadie sabe nada y no hay nada escrito. Sin lugar a dudas, Lord Strahd sabe que iremos a por él y pensamos que la mejor opción puede ser ir a las claras y enfrentarnos a él. Esto no quiere decir que tengamos que luchar con él necesariamente, personalmente no creo que sea una buena idea después de todo lo que hemos oído, aunque si no hay más opción, así sea. Lakus cree que el mejor plan sería acercarnos a él de modo que pudiera abrazarlo y teletransportarse al desierto. Según pasaba el tiempo y nuestras ideas iban desde el intento de parlamentar al descabellado plan de Lakus, los ojos del clérigo iban abriéndose cada vez más hasta que no ha podido resistirse a intervenir. Según cree recordar, puede existir un libro que podría servirnos en nuestra empresa, un diario escrito por Strahd, en el que podríamos encontrar alguna debilidad. Nota mental: no escribir en mi diario acerca de mis debilidades, por si me convierto en una señora del mal.

Día 20

Afortunadamente la noche ha pasado sin contratiempos y esta mañana nos sentimos renovados y llenos de fuerza, parece que el mundo es más brillante y que no hay enemigo lo suficientemente grande para nosotros. Sospecho que Saddin ha estado haciendo cosas de paladines esta noche.
Hemos repasado lo que sabemos una vez más y aunque no tenemos la certeza de que vayamos a encontrar algo en ella, creemos que en la capilla del castillo podría hallarse alguno de los objetos a los que hacen referencia las cartas de Madame Eva. Hemos visto algunos mapas del castillo que se conservaban en el templo y tenemos idea de dónde podríamos encontrarla, así que en breve nos pondremos en camino hacia el castillo.

[…]

He perdido la noción del tiempo, no sé cuánto tiempo hemos pasado en ese lugar infernal. Mis recuerdos son terribles y confusos y, sin embargo, están bañados por una tristeza que no logro explicarme. Siento alegría por nuestro triunfo, ahora somos libres y podemos abandonar este lugar y a sus gentes sin espíritu que no merecían ser salvados, bueno, a excepción de Donavich, este clérigo es todo lo que sus compatriotas no son.

Voy a intentar relatar lo que he visto, al tiempo que intento comprenderlo. Lord Strahd, tal como sospechaban Lakus y Saddin, ¡era un vampiro! Aunque los rumores que habíamos ido escuchando sobre él y las pruebas iban dejando poco lugar a la duda, la corroboración de su naturaleza no fue menos terrible y aún así al final, después de saber todo lo que sé de él, me cuesta condenarlo.

Durante buena parte de la mañana avanzamos por el camino al castillo sin contratiempo, sólo nos cruzamos con un grupo de gitanos que se mostraron francamente sorprendidos de nuestra intención de visitar a Lord Strahd.

Seguimos avanzando, confiados aún en nuestras posibilidades, el sol lucía enfermizo en el cielo grisáceo de esta región. Igual que la primera vez, seguimos el curso del río hasta las cataratas en las que aún debe descansar el cuerpo de Varikov. De pronto, el oscuro aullido de los huargos ha helado nuestra sangre. Sin perder un instante, arcos y ballestas aparecieron en nuestra manos, dispuestos a parar el seguro ataque de las bestias malditas. Tres huargos bañados en la luz rojiza que sólo nuestro paladín podía ver aparecieron en el camino, enormes, implacables. Las saetas y flechas volaron veloces al encuentro de las criaturas y, a pesar de clavarse en sus cuerpos, su carga imparable los colocó rápidamente a nuestra altura. Ahora con nuestras espadas y dagas en las manos les hicimos frente cuerpo a cuerpo. Con dos certeros tajos de mi cimitarra y mi daga conseguí dejar a uno de ellos seriamente herido en la pata. Galian con una maniobra espectacular flanqueó a otro de los huargos hiriéndole gravemente y quedándose detrás de la bestia dispuesta a hundir sus cuchillos en ella una vez más. El tercer huargo, enfrentándose a Saddin Konnin no tuvo mejor suerte y un ataque fortuito de sus espada abrió una fea herida en una de sus patas. A pesar de sus heridas los huargos no estaban vencidos y uno de ellos consiguió abalanzarse sobre Saddin. A pesar de nuestra aparente ventaja no nos dejamos llevar por la euforia y continuamos atancándoles sin descanso. El alfanje de Lakus destripó al huargo que Galian había malherido y que en un intento fútil de atacarme dejó expuesto su costado al ataque del elfo.

Saddin, desembarazándose del que le había atacado, aprovechó su aturdimiento para cargar contra el que otro que quedaba con vida y con un elegante movimiento de su espada le cercenó una pata. La criatura aulló de dolor y se retiró. En medio del caos el grito de Galian nos puso en alerta de nuevo: “¡Se acerca uno más por el camino!” Nos preparamos para enfrentarnos al recién llegado sin olvidar a los dos que aún no estaban acabados del todo. Sin embargo, Velex debía de estar mirando a su paladín porque el huargo chocó en su rabiosa carrera contra el que Saddin se había quitado de en medio segundos antes.

Lakus y yo cargamos contra el nuevo contrincante y, primero su alfanje y luego mi cimitarra seguida por la daga, se hundieron en su costado abriendo una terrible herida. Aprovechando nuestro ataque, Saddin remató al huargo cojo, sin embargo Galian no tuvo tanta suerte y el otro se le escapó cuando intentaba terminar con su vida. Sin mucho esfuerzo evité el ataque de la bestia malherida, sin embargo, no tuve tanta suerte con el fallido ataque de Lakus que abrió una herida en mi mano. ¡Maldito elfo! En un instante parecía que la suerte se había tornado contra nosotros, ya que además de Lakus y su fallido ataque, el ataque de Galian se volvió contra ella y en la confusión del combate se abrió una herida también en la mano.

Centrándome en el enemigo real, me olvidé de mi mano y hundí mis armas en el huargo que tenía delante. Respiré aliviada y pude contemplar como Saddin hacía lo mismo con el último de los monstruos.

Retomamos el camino más cansados pero aún confiados en nuestras fuerzas. Cuatro huargos muertos eran el testigo de nuestro poder. Ascendimos durante mucho tiempo, acercándonos al peñasco en el que se encaramaba la majestuosa construcción que acechaba a todo el valle. Para nuestra sorpresa, muy cerca ya del final nos cruzamos con tres de los habitantes del pueblo que cargados con picos, espadas y antorchas iban exaltados gritándose: “¡Tenemos que volver!”

De la breve conversación con ellos conseguimos sacar dos cosas en claro: que hay alguna fuerza cerca del castillo que les obliga a darse la vuelta y que cargados con estacas y antorchas para acabar con el vampiro parecen tener un plan mejor que el nuestro. Esto no es ninguna novedad…

Emulando su ejemplo y asegurándoles que dejasen todo en nuestras manos, nos armamos con dos estacas cada uno y volvimos a ascender por el camino seguidos por los tres hombres. Al cabo de un rato llegamos a una bifurcación. A un lado, unas grandes puertas de metal como las que atravesamos al entrar en Barovia cerraban el camino; al otro, un carruaje imponente bloqueaba el camino. Nos acercamos al carruaje cautelosos, su elegancia gótica, oscura, acentuada por los dos bellísimos corceles negros que tiraban de él me dejó impresionada. Hacía mucho que no veía un carruaje de tan exquisita factura, pero la puerta abierta invitándonos a entrar en él me daba escalofríos.

Sin pensarlo dos veces Saddin saltó a su interior, seguido por Galian. Lakus y yo, menos confiados, trepamos al asiento vacío del conductor en el bello pero lúgubre vehículo. Sin tan siquiera poner la mano en las riendas los caballos empezaron a moverse a gran velocidad, galopando por un estrecho camino entre árboles cada vez más oscuros y ominosos. Tras una curva surgió el castillo, inmenso, agazapado en solitario sobre su atalaya de piedra y unido al resto del mundo por un puente levadizo. Todo él estaba rodeado por una magnífica muralla que hacía de él más una fortaleza que un castillo propiamente dicho, en su centro una torre destacaba por encima del resto de la estructura, orgullosa y amenazante.

El carruaje se detuvo antes de cruzar y descendimos de él. Dos torres de vigía vacías flanqueaban la entrada al puente. Poco a poco la sensación de euforia que nos había acompañado todo el día empezó a desvanecerse dejando en su lugar una profunda desesperanza. Con los corazones pesados y pensamientos lúgubres atravesamos el puente y el rastrillo, con la sensación de estar abandonando el mundo de los vivos para adentrarnos en una pesadilla.

El tiempo, como queriendo acompañarnos en nuestro estado de ánimo, se volvió frío casi de repente, trayendo un viento ululante que arrastraba pesadas nubes que oscurecieron el cielo en un instante enmascarando la tenue luz del mediodía de Barovia.

Crónicas de Ravenloft:

Imagen: Castle Ravenloft por Ralph Horsley de la web de Wizards.