Hiroshima
Desde Osaka hasta Hiroshima se puede tomar un shinkansen que las comunica en menos de dos horas. El día se levantó nublado y bastante lluvioso, aún así Pablo insistió en que fuéramos a un partido de béisbol del equipo local: Hiroshima Carps (las carpas de Hiroshima). En Japón hay bastante afición al béisbol, así que tampoco era una mala idea ver en qué consistía. Llegamos al estadio de las Carpas a eso de las 12.30 (el partido empezaba a las 13.30) y yo no podía dejar de preguntarme qué hacía yo allí si en España no piso un campo de fútbol ni aunque me maten… En cualquier caso allí estábamos. Cuando llegamos a las taquilla un señora nos vendió unas entradas que no quería de la zona ‘free’, que es básicamente que te sientas donde puedes. Con un par de chubasqueros y el paraguas nos dispusimos a esperar bajo la lluvia a que empezara el partido. Jugaban los Hiroshima Carps contra los Hanshin Tigers de la ciudad de Osaka. En las fotos que pondremos en flickr, los fans de las Carpas van de rojo y los de los tigres de amarillo. Como he dicho, nunca he ido a un estadio de fútbol así que mis comparaciones son fruto de lo que percibo de lo que he visto en televisión y de lo que se oye en los telediarios. La afición está sin ninguina duda entregada a su equipo, animan constantemente con banderas, cánticos y unos pequeños bates de béisbol hechos de plástico que golpean rítmicamente al son de sus himnos. Sin embargo, parecen bastante respetuosos con la afición del contrario y mientras unos cantan o animan los otros esperan.
Aproximadamente una hora después de que empezara, cuando iban por la tercera entrada de las diez que hay decidimos irnos. Como experimento era tiempo suficiente y creo que más que de sobra para un deporte que parece algo lentillo. Cuando nos fuimos los visitantes iban ganando 2 a 0 y aún no sabemos como terminó :(.
Después de partido decidimos ir al Museo de la Paz ya que llovía y era mejor un plan de interior. Como seres humanos creo que es importante visitar este museo, ya que es un recordatorio de lo que no debe hacerse, ya sea con armas atómicas como con las de cualquier otro tipo (aunque a mí me parecen especialmente preocupantes las biológicas, porque son bastante menos locales que las nucleares). En sí mismo el museo es correcto. Nos pareció que intentaba ser objetivo, sin caer en un victimismo empalagoso y cansino. Insistía en los hechos y en que entre las víctimas había chinos y coreanos que realizaban trabajos forzados en Hiroshima en la época. A pesar de todo, no nos pareció que el museo aportara un conocimiento que nosotros no poseyéramos ya. La historia de por qué se eligieron Hiroshima y Nagasaki ya la conocíamos, así como el funcionanmiento de una bomaba nuclear y el principio físico detrás del proceso. Además, los materiales gráficos son los que que ya hemos visto en infinidad de reportajes y artículos a lo largo de los años. A pesar de esto, insisto en que es importante visitarlo, tal vez más como tributo que como visita informativa, al menos en nuestro caso. Absolutamente innecesaria es la audio-guia, además de que el narrador en español es insufrible, cualquiera que sepa inglés puede perfectamente leer los carteles y ahorrarse la locución que, de verdad, no aporta nada de nada. Lo más destacable del museo son un par de maquetas del antes/después de que cayera la bomba. Eso sí que es bastante impresionate, especialmente cuando sales del museo, miras a tu alrededor y piensas que hace sesenta años la gran ciudad que se extiende a tu alrededor estaba literalmente desolada, la gente moría horriblemente en las calles y que aún hay gente viva que lo vio. Eso sí que es sobrecogedor.
La visita a los monumentos conmemorativos y al Parque de la Paz aún las tenemos pendientes, pero tenemos pensado ir antes de marcharnos de Hiroshima, después de ir a Onomichi y Miyajima.
Pablo insite en que escriba un poco del sitio en el que cenamos. En nuestra primera visita a Japón ya notamos que aquí no se puede ir por la calle sin hacer caso de lo que ocurre en los pisos por encima del nivel de la calle. En un tercer, cuarto o sexto piso se puede encontrar la tienda o el restaurante más interesante e inespreado que uno se pueda imaginar. Así que el domingo cenamos en un restaurante bastante curioso en una quinta planta de un edificio de Hiroshima. El restaurante estaba montado entre el hormigón de un edificio. Daba topda la impresión de ser un restaurante de los que en Madrid se consideraría como super fashion y mega original, oye, pero que aquí es un restaurante moderno, curioso y agradable más en una planta cualquiera. En fin, que cenamos muy bien en un ambiente muy agradable.
[nota de Pablo: fue especialmente útil el conocimiento de japonés de Angela para tratar con el camarero]