Entre Altlanta y Washington

El lunes 5 de septiembre continuó lloviendo en Atlanta y por ello  todo pareció estar más triste y abandonado. Se suponía que era un día  más de DragonCon y todo eso, pero el estado de ánimo de la gente y la  inminente clausura se conjuraban para provocar una auténtica sensación  de pérdida. Donde los otros días se apelotonaban fans disfrazados o  haciendo cola para prácticamente cualquier cosa, ahora sólo se dejaban  dos o tres y con las maletas preparadas. Los pasillos estaban desiertos,  sobre todo el Sheraton, lugar del registro y muchos eventos  importantes.  Realmente llegaba a ser tentador el no haber visto así la  DragonCon y que todo hubiera concluido la noche anterior. El refugio  natural para los que aún teníamos todo el día por delante era las  tiendas y algunas charlas interesantes.

Las dos charlas a las que fuimos estuvieron bastante bien y nos  hicieron olvidar por un buen rato que fuera de las salas, la gente  desfilaba agotada camino a sus casas. Primero fue “Firefly and Critical  Theory on the Raggedy Edge” que tuvo un “extra” con una intervención de  otra persona sobre Buffy Cazavampiros y su papel como “street level  beaurocrat”. El paper que daba título a la charla siguió después con esa  manía anglosajona de leerlo sin más. Esta charla analizaba Firefly tras  un prisma crítico con la visión controladora de la Alianza y cómo usaba  diferentes medios, de sobra conocidos, para forzar a los disidentes a  una vida fuera de la ley. Ambas ponencias fueron interesantes y las  preguntas posteriores elevaron más aún el tono.

Tras esto fuimos a compartir alivio con otros como nosotros en las  tiendas. No compramos nada pero fue un paseo muy agradable. Por cierto,  que había muchísimas tiendas vendiendo corsés por lo que entiendo que es  una moda que durará unos cuantos años más.

Nuestra siguiente parada fue “Everything Doctor Who” en el desolador  Sheraton. El formato era uno muy usado en la DragonCon; el público hace  preguntas y los de la mesa tratan de responder lo mejor que pueden (eran  überfans con cargos interesantes, poco más). A mí me gusta mucho Doctor  Who, sobre todo tras estar expuesto a él mucho tiempo por insistencia  (indirecta) de Angela pero si estas charlas o paneles no son  entretenidos, me aburro. Afortunadamente, no fue el caso y aguantamos  perfectamente hasta cinco minutos antes del final, momento en el que  iban a soltar los prometidos spoilers de lo que no queríamos saber nada  (la mayor parte de la gente se quedó, por cierto).

Nos dirigimos entonces a la clausura, pensando que sería algo “gordo”  y que nos elevaría el estado de ánimo pero al llegar temprano a la sala  donde estaba prevista y ver lo canija que era, huimos despavoridos ante  un panorama poco halagüeño.

Como nos habían timado con el alojamiento de Nueva York (eso prefiero  ni comentarlo y además podría acabar bien), teníamos que resolver esa  papeleta y de vuelta al hotel nos pusimos como locos a mirar hoteles,  B&B’s, apartamentos, habitaciones privadas, etc. Lanzamos nuestras  peticiones y confiamos en que a la mañana siguiente tuvieramos algún OK.  Cenamos en un mejicano cercano y acabamos jugando al billar en el  hotel.

El martes 6 de septiembre nos despertamos pronto para coger el vuelo  de Atlanta – Washington. Teníamos reservado un shuttle (16$ por cabeza)  así que esa parte controlada. En el aeropuerto no recuerdo nada especial  (eso es bueno) y el avión llegó puntual al Washington Ronald Reagan  (que yo pronuncio Rigan y ellos Regan). En Washington teníamos alquilado  una casa entera para nosotros en el 1600 aprox de la 6ª. Llegamos algo  pronto y nos encontramos con la chica que la limpiaba para los dueños  (tres hermanos). La casa realmente era un edificio que habría sido un  garaje en otro tiempo y que ahora tenía dos plantas, la segunda de las  cuales hacía de miniapartamento. Entre que no estaba muy limpio y que  cometí el error de decirle a Angela que Washington no era una ciudad muy  segura, aquello empezó bastante mal.

Pero fue a peor, claro, cuando salimos sin paraguas de la casa hacia  una estación de metro que tenía su truco mientras caía una lluvia  torrencial, productor de uno de los huracantes posteriores a Irense.  Para cuando conseguimos resguardarnos en la estación habíamos estado 10  minutos bajo esa lluvia y no teníamos ni un centímetro de ropa seca.  Decidimos seguir con nuestro plan y coger el metro hasta el centro para  ver el museo del aire y el espacio. Nos encantó. Dos enormes plantas  llenas de exposiciones, maquetas y material real con pantallas  interactivas. Lógicamente, EE.UU es el país que más puede contar de  esto, sobre todo en lo que se refiere al espacio. De hecho, pudimos ver  un módulo lunar REAL, el LM-2, que no llegó a usarse porque el primero  superó con éxito todas las pruebas (Apollo 11). Intenté hacer fotos pero  mi objetivo de 35mm no era capaz de captar las dimensiones y belleza de  los artilugios allí expuestos. En nuestra cuenta de fickr tengo una de  la cápsula Gemini que no le hace justicia. Realmente, mrece mucho la  pena visitar ese museo y ver aviones de la segunda guerra mundial,  misiles nucleares, cápsulas especiales, vídeos históricos, juegos  mecánicos, etc. Ah, y también agradecimos los secadores de manos de los  lavabos…. durante 15 minutos.

De vuelta en casa, cenamos comida preparada (noodles deshidratados)  porque sólo disponíamos de un microondas y fruta de la que venden mucho  en este país, pelada, troceada y envasada. Creo que el resto del tiempo  antes de acostarnos lo invertimos en escribir entradas de nuestro viaje  de la DragonCon.