El deshielo del fin del mundo - Crónica de Aventuras en la Marca del Este
Ésta es la crónica de la última partida que jugamos con nuestro personajes tradicionales de Aventuras en la Marca del Este. Tras esta aventura que abre la puerta a la siguiente etapa en las vidas de Saddin Konnin, Galian, Lakus y Sharra Nirthanbei, hemos cambiado de director de juego y de personajes por un tiempo. Para que os hagáis una idea, ahora Saddin es el director de juego, Pablo (el antiguo director de juego) lleva un bardo, Lakus el elfo es un clérigo, Galian una maga y yo, que llevaba a la asesina Sharra Nirthanbei, llevo a una paladina.
La crónica está dividida en dos partes, la primera se sitúa justo después de los eventos referidos en la serie de Perdidos en Neferu y la segunda transcurre unos meses después.
Pero vamos con la crónica…
Día 1
Tras la desastrosa expedición a Neferu al menos hemos conseguido recuperar el libro que el maestro de Lakus guardaba con tanto celo. En él el elfo ha encontrado una nota en la que Morkas dice a Jack Tresdedos que destruya el hechizo por el que tanto hemos peleado si en una determinada fecha no se ha reunido con él.
No tenemos muchas alternativas, la única opción es intentar llegar hasta él antes de que se cumpla el plazo. Desde que llegamos al Asylum, Saddin ha desaparecido y aquí nadie parece dispuesto a decirnos dónde encontrarlo, así que lamentablemente en esta ocasión tendremos que dejarlo atrás y poner rumbo a las Islas Piratas nosotros tres.
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Día 2
Imagino que Saddin no era tan difícil de localizar como sus correligionarios de la Orden del Dragón pretendían hacernos creer. Esta mañana, antes de que zarpara el barco que nos conducirá hasta las Islas Piratas, el paladín ha aparecido en el muelle perfectamente pertrechado para la travesía. ¡Esperemos que el viaje sea tranquilo!
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Día 15
¡Daría una pequeña fortuna por ver las caras de Jack y sus compinches en la taberna!
El hechizo está en nuestro poder y ha sido sorprendentemente fácil esta vez.
Llegamos a puerto cuando caía la noche, la visión de la ciudad en la noche desde el mar era como la de una noche clara plagada de estrellas. En la parte central y hacia el este un gran cúmulo de luces delataban los barrios más prósperos de la ciudad, mientras que hacia el oeste las luces se hacían cada vez más tenues y dispersas. Una brisa fresca, cargada de una humedad pegajosa soplaba desde el mar hacia la ciudad revolviendo el aire nauseabundo que emanaba de sus callejuelas y recovecos.
Una vez hecho un reconocimiento de la ciudad, regresamos a Robleda a pasar la noche en un lugar seguro y por la mañana, todo gracias al queridísimo hechizo de teletransporte de Lakus, regresamos para emprender la búsqueda de Jack Tresdedos.
El halfling es un personaje bien conocido y sin mucha dificultad encontramos un amable ciudadano que arregló una entrevista entre él y Saddin y Lakus en una taberna de mala muerte. Así es que mientras ellos se encontraban con él en un reservado, Galian y yo esperamos en la sala principal, esperando la emboscada que veíamos clara. En apenas unos minutos paladín y elfo salieron del reservado y tras un escueto “Vámonos” de Lakus, su hechizo de teletransporte nos devolvió a Robleda en el mismo instante en el que todas las luces de la taberna se apagaban…
Día 1
Han pasado ya varios meses desde que nos hiciéramos con el hechizo de Morkas y el elfo aún no se ha puesto en contacto. Estoy en la más absoluta oscuridad, ¿será capaz de aprenderlo y usarlo? ¿Averiguaremos lo que ocurrió durante esos días que se han borrado de nuestras memorias?
Mientras tanto unos extraños sueños han empezado a asaltarme. Durante los meses que han transcurrido desde nuestra breve excursión a las Islas Piratas, no he mantenido el contacto con ninguno de mis compañeros y no entiendo por qué ahora tengo sueños en los que parece que Galian se encuentra en apuros. En ellos, bañada por la luz maravillosa procedente de un arca dorada sobre la que reposan tres objetos, una figura ataviada de negro habla con la exploradora. En un momento, la figura se acerca al arca con la mano extendida y de todos lados multitud de sombras se abalanzan sobre ésta para impedirlo.
¿Qué hace Galian en este sueño? ¿Quién es la persona que se esconde tras la figura de negro? ¿Qué se supone que significa esto? Yo no soy persona amiga de visiones y aunque respeto en cierta medida los dictados de los dioses, intento mantenerlos lo más alejados que puedo de mis asuntos o yo de los suyos.
No sin cierta reticencia, creo que no me quedará más remedio que averiguarlo y hacer un alto en estos meses de reflexión.
[…]
Día 8
Parece que todos tuvimos la misma visión y la misma idea. La Jarra de Oro estaba tan atestada como siempre y, como siempre también, el bueno de Laurus Cortezaverde, nos dejó usar uno de sus discretos reservados y nos sirvió una de sus magníficas botellas de vino de la bodega Rojosauce.
Galian no está en peligro pero aun así necesita nuestra ayuda. La misteriosa figura de la visión que todos compartimos pertenece a un hombre llamado Elgoir, viejo amigo de Galian. De acuerdo con los conocimientos de Lakus, el arca es un artefacto élfico en el que, según las leyendas de los elfos, se guardan las herramientas de la creación. Esta arca es por tanto un objeto de increíble poder que los elfos protegerán a toda costa. Lo extraño es que esta arca nunca se ha situado en Valion, sino en las tierras ancestrales de las que vinieron los elfos.
Galian no sólo recibió esta visión compartida, su amigo le envió un mensaje apremiándola a ir a una fortaleza fuente del peligro impreso en la visión.
Considerando los avisos y los conocimientos de Lakus, nuestras opciones parecían dos en ese momento: ir a la fortaleza y averiguar cuál es ese peligro o investigar más acerca del arca en el Bosque Viejo. Finalmente nos decantamos por ir a la fortaleza, así que mañana partiremos. La primera parte del camino la haremos a partir del Fuerte Empalizado, lugar al que el elfo nos transportará para acortar ese tramo, a partir de ahí nos quedará un día de camino a caballo.
Como siempre ocurre, no está claro si podremos viajar en cuatro caballos o tendremos que compartir las monturas, el monstruoso caballo de batalla de Saddin, con todos sus pertrechos, además de los del propio paladín, son una prueba para cualquier hechizo de teletransporte y parece que todos los demás hemos de repartirnos el poco peso que nos deja lo mejor que podemos. Creo que o bien el paladín pone a dieta a su caballo o no sé qué vamos a hacer, además, como bien le recordó Lakus, cuesta una fortuna alimentarlo y él siempre está escaso de fondos con eso de dar casi todas sus ganancias a su orden. No creo que el elfo ande muy desencaminado cuando dice que ese caballo de vez en cuando “se come a un pobre”. En fin, los problemas logísticos de todo viaje…
[…]
Día 9
El viaje transcurrió sin demasiados contratiempos, tras aparecer en un lugar convenientemente apartado cerca del Fuerte Empalizado, pusimos rumbo hacia el norte. Sin muchos problemas convencimos a los hombres de Ermegar, recelosos de cualquier viajero cercano a la frontera de Ungoloz, que guardan el camino de que nos dirigíamos a la región de Barovia, bien conocida por nosotros tras nuestra forzada estancia en la zona.
Esta noche, tras recorrer el resto de camino por una calzada sorprendentemente bien pavimentada para estar en un lugar apartado y abandonado, y alcanzar la fortaleza, hemos decidido acampar fuera de sus muros y de su foso. Repondremos fuerzas antes de aventurarnos a entrar.
Día 10
La noche transcurrió sin ningún hecho digno de mención salvo tal vez la leve vibración de la tierra que parece venir del fortín.
A la luz del día la construcción se veía sólida pero tanto su arquitectura como sus técnicas de construcción delataban su antigüedad. Calculamos que el edificio debe llevar en pie al menos un milenio. Dentro de él encontramos restos de un pozo, barracones y puestos para una guardia de unos 50 hombres. La exploración de la planta baja reveló un pasadizo que se adentraba en las entrañas de la tierra.
Una vez que Saddin hubo lanzado su hechizo de luz sobre un palo, descendimos por este pasadizo oblicuo hasta que encontramos una puerta de metal. Tras ella un pasillo desembocaba en una nueva puerta ante la que el paladín detectó una trampa situada en las paredes. Mientras Saddin iba activando laboriosamente cada uno de los resortes para hacer saltar la trampa, los demás desandamos el camino y recuperamos unos cuantos tablones con los que asegurarnos de que efectivamente nada pudiera afectarnos al pasar por ese tramo del pasillo apoyándolos contra las paredes.
La puerta se abría a una enorme sala cuyo techo se sustentaba en cuatro magníficas columnas. Sin embargo, lo que inmediatamente nos llamó la atención fue que la sala parecía estar en uso. La suciedad o el polvo no se amontonaban en el suelo o en las esquinas de modo que alguien estaba manteniéndola en buenas condiciones.
Dungeon con Dwarven Tiles (detalle)
Con cautela nos acercamos a las columnas. Toda su superficie estaba cubierta por grabados. Lakus, el único capaz de reconocer la escritura confirmó nuestras sospechas cuando anunció que un mago no muerto habitaba los subterráneos. Más no muertos…
En el extremo opuesto de la sala descubrimos unas ventanas y una puerta e inmediatamente Saddin sintió un aura maligna dibujarse tras ellas. Nos preparamos para el combate. El paladín abrió la puerta y descubrió tras ella a seis hobgoblins negros, tres portando espada y escudo y tres blandiendo hachas de mano. Sin dudarlo un instante Saddin se colocó delante de la puerta, bloqueando el paso de cualquiera de las criaturas hacia la sala de la que veníamos. Así con algunos de ellos situados tras las ventanas, y el paladín bloqueando la puerta empezamos el combate.
Inmediatamente Saddin se enzarzó con dos de las criaturas, intercambiando y parando sus golpes sin excesiva dificultad. Galian, con su arco en la mano acertó a alguno de los que se agazapaban detrás de las ventanas. Mientras Lakus parecía concentrarse en un hechizo que no llegó a buen puerto y yo esperaba la ocasión de atacar a uno de los hobgoblins con mi ballesta.
Desde mi posición podía ver cómo Saddin rechazaba los ataques de las dos criaturas y los devolvía con la espada o el escudo y cómo los hobgoblins en un instante de pánico se abalanzaban sobre él tropezando y entorpeciendo sus intentos de herir al paladín. Al tiempo, tres de los hobgoblins que se escondían detrás de las ventanas saltaron por ellas hacia la sala, sus gritos confusos y sus movimientos imprecisos y apresurados. Enseguida una suave ola de pánico llegó hasta mí, cerré los ojos un instante y la dejé pasar.
Una nueva flecha voló del arco de Galian y volvió a hundirse en la criatura que acababa de cruzar la ventana. Lakus cambió la ballesta que había usado mientras las criaturas permanecían escondidas por su alfanje y atacó a uno de ellos cercenándole un pie limpiamente, sin embargo, una vez en el suelo, el ansia de lucha del hobgoblin mutilado no se había extinguido y arrastrándose intentó morder al elfo que ágilmente esquivó sus intentos.
La lucha no duró mucho más, con golpes certeros y rápidos despachamos a todos los atacantes. Así, la espada de Saddin hundiendo al último de ellos en el suelo mientras su sangre salpicaba a su alrededor, dio por terminado el combate.
La puerta tras la que se escondían los hobgoblins se abría a una red de pasillos y pasadizos. Despacio exploramos el complejo subterráneo, revelando trampas ocultas y nuevos escondrijos donde los hobgoblins se agazapaban con la vana esperanza de tendernos una emboscada. En una pequeña habitación, tras un angosto pasadizo por el que nos introdujimos Lakus y yo, encontramos cuatro más de estas criaturas. Ambos retrocedimos y, por el estrecho hueco que habíamos cruzado el elfo lanzó una bola de fuego que desintegró a dos de ellos y envolvió a los otros dos. Sus aullidos de dolor inundaron los silenciosos pasadizos, mientras las criaturas intentaban huir de la habitación. El alfanje cercenó la cabeza de uno acallando sus gritos para siempre, mientras el otro se consumía cada vez más quieto en el suelo.
El descubrimiento más interesante que realizamos fue el de una biblioteca oculta tras una poderosa runa. Cientos de libros de una antigüedad incalculable se amontonaban por doquier. Lakus pudo adivinar el autor de algunos de ellos, un legendario místico llamado Abdul Al-Hazred. Esa información le ayudó a deducir que el mago que habitaba estas estancias había perseguido sesudos estudios sobre otros planos. Ninguno de los libros aportó más información, tan pronto como nuestros dedos rozaban uno de ellos, éste se disolvía en un fino polvo que caía a nuestros pies.
Continuamos avanzando despacio hasta que alcanzamos una nueva sala. Una hilera de brillantes pociones se disponían una junto a otra en una mesa. El paladín no tardó en anunciar que una brillante aura rojiza se desprendía de cada una. Lakus se acercó a ellas y tomó una de las redomas en su mano, entonces un mago muy anciano se materializó en la habitación. El aura rojiza que Saddin detectó a su alrededor no sorprendió a ninguno y todos nos preparamos para lo peor.
Galian, susurró entre dientes: “Cuidado, tiene pinta de yonki,” a lo que Lakus respondió jugando despreocupadamente con la redoma que tenía en la mano.
La mandíbula del mago se cerró marcando cada uno de los tendones de su cuello. Su voz levemente chillona se unió al tintineo de la poción con la que jugaba Lakus cada vez que el cristal rozaba alguno de los adornos metálicos de sus brazales. Saddin se acercó al mago, en contra de mi advertencia de que se mantuviera alejado de él por el momento.
“¿Qué hacéis aquí?”, gritó.
“Busco una señal”, intervino Saddin. Todos le miramos sorprendidos. Parecía que nuestro paladín estaba a punto de revelar algo más de lo que debería.
“¿Quieres ver la señal del fin del mundo?”, rio el mago.
De pronto la espada de Saddin se levantó en el aire, y con una rapidez sorprendente se lanzó contra el elfo. Lakus intentó esquivar, pero el súbito ataque del paladín le cogió completamente desprevenido y no pudo evitar a tiempo que la espada rasgara su costado. ¡Ojalá el maldito paladín nos hiciera caso de vez en cuando!
Mientras Lakus se preparaba para defenderse y atacar al paladín y Galian cargaba su arco, recordé la poción de invisibilidad que durante meses había cargado conmigo, por si llegaba la ocasión en que fuera necesaria. Era muy consciente que la clave para liberar al paladín pasaba por el mago y que enfrentarme a Saddin cara a cara no era una opción. Retirándome lo más que pude, aprovechando la confusión, la saqué de mis saquillos. El líquido cosquilleó en mi garganta y enseguida perdí la vista de mis manos. Despacio me acerqué al mago, intentando no obstaculizar a mis compañeros, al hacerlo, me dí cuenta de que la habitación hacía un ángulo que no habíamos visto al entrar y allí, entre las sombras, una de las criaturas más horribles que he visto en mi vida esperaba. El ser tenía la forma de un hombre muy alto y corpulento pero su cabeza no era la de un hombre, su cráneo sin pelo terminaba en unas facciones de pesadilla. Alrededor de su boca cuatro tentáculos se agitaban despacio rodeando las mandíbulas entre las que hileras de colmillos chorreantes asomaban.
Lakus atacó a Saddin, el tajo fue superficial, pero Saddin pareció quedarse aturdido dándonos unos instantes preciosos. Galian tensó su arco, la flecha salió disparada describiendo un vuelo sin desviarse y se clavó en el mago. Sin embargo, seguía concentrado en lo que debía ser el hechizo que estaba empleando para controlar a nuestro compañero. De sus manos salió entonces un torbellino de aire gélido que se esparció por la sala. Lakus cayó al suelo inconsciente, Galian gritó de dolor y su cuerpo se contrajo, Saddin se estremeció y yo misma sentí cómo el frío hacía presa en mi cuerpo.
O bien el frío logró romper el control que el mago estaba ejerciendo sobre Saddin o tal vez el mago rompió el enlace para liberar el torbellino, pero el paladín pareció recuperarse de su estupor y, mientras yo seguía avanzando despacio hacia él, ví a Saddin correr hacia el elfo. Durante un instante me pregunté si su dios respondería a sus plegarias después del jaleo que había creado, pero el leve movimiento del cuerpo de Lakus reveló en seguida que seguía gozando del favor de Velex.
Con la esperanza de que la criatura no fuera inmune al efecto de la poción de invisibilidad, conseguí situarme tras el mago al tiempo que otra de las flechas de Galian se clavaba en él. Aún así el anciano no estaba ni mucho menos fuera de combate. Con un rápido movimiento el bastón que portaba se cubrió de un brillo azulado, un rayo se formó en su punta y con otro movimiento lo lanzó contra Saddin, a pesar de ello, el paladín se levantó del suelo y cargó contra él.
En ese momento la criatura se movió por primera vez y el golpe que Saddin estaba descargando contra el hechicero rebotó brutalmente contra algo frente a él. Aprovechando ese momento, deslicé mi daga alrededor del cuello del viejo, la hoja se abrió camino a través de su carne, pero tal vez a causa de los movimientos que éste hacía intentando esquivar el ataque de Saddin o por el miedo a que la criatura detectase mi presencia en el momento en el que asestara mi golpe, la hoja no se hundió todo lo que debía y no pude acabar con su vida.
Galian volvió a dispararle y a clavar una flecha en su enjuto cuerpo. Pero aún así nos sorprendió a todos al salir corriendo de allí. Lakus, que tras recuperar parte de su vitalidad merced a la intercesión de Velex, sacó de su mochila un extraño cetro y apuntó al mago en su huída. Saddin, consciente ya de la presencia de la criatura cambió su objetivo y lanzó un violento ataque contra ella. Dándome así tiempo para sacar mi ballesta y clavar un virote en su cuerpo.
Del cetro de Lakus salió un rayo que alcanzó al mago antes de que huyera de la habitación y haciéndole detenerse de golpe. La cara del mago se retorció por la sorpresa al ver todo su cuerpo, su piel, la ropa que vestía, el bastón en su mano teñirse de color azul. La risa de Galian rompió la tensión del momento, sin embargo ello no evitó que su la flecha que liberaba en ese momento se clavara en él.
Al mismo tiempo Saddin hundió su espada por segunda vez en el horripilante monstruo y, para nuestro alivio, el ser empezó a disolverse rápidamente en una informe masa viscosa.
Eliminada esa amenaza volvimos a centrarnos en el hechicero aún con vida. Pero tan sólo un nuevo ataque certero del paladín terminó con su vida de una vez.
Tomamos aire un momento, oyendo cómo el elfo descargaba su frustración contra las redomas que se hacían añicos a sus pies.
Miramos a nuestro alrededor y vimos que una puerta era el único otro elemento que había en la habitación. Saddin se acercó y con voz seria dijo que el bien emanaba de ella. Nos acercamos despacio, cansados, heridos y llenos de curiosidad. Tras ella una pequeña habitación contenía un bloque de hielo benigno que envolvía el mal más puro y la visión más asombrosa que yo había contemplado en mi vida: hundido en una enorme cavidad del suelo, apresado y congelado en un inmenso bloque de hielo, había un titán.