Día 3. Juego más odiado
Vamos a por la tercera pregunta del desafío, el juego más odiado. Mmmmm, déjame que lo piense… ¡No, espera! No tengo que pensarlo es Rolemaster.
Hay juegos que no me han gustado, juegos que me han aburrido y juegos que simplemente han pasado sin pena ni gloria, pero con Rolemaster una sola sesión fue suficiente para saber que no quiero volver a ver ese juego ni en pintura.
Pues nada, una tarde nos reunió a varios en casa y se dispuso a dirigir una partidita. Ya no sé ni qué personaje llevaba, pero el recuerdo de una pelea con un simple bicho (tres personajes vs. un bicho!) que se alargó tooooda la tarde y en la que además no tenía ninguna libertad para hacer lo que quisiera, es suficiente para que la frustración vuelva con toda su fuerza. En fin, si digo, intento rodearlo y ponerme en el costado, pues que una tabla venga y me diga que no, que lo que hago es atacar por la espalda es… ¡argh!
En fin, que entiendo que tenga su público, especialmente entre los jugadores a los que les guste la simulación más realista, pero yo no soy ese público claramente. Para mí el rol es contar o que me cuenten una historia en la que todos participan. En mis partidas quiero que las reglas estén al servicio de lo que se cuenta y no al contrario y el realismo… de eso ya tengo bastante en el trabajo, gracias. Creo que es por eso que los sistemas que más me han gustado hayan sido los de La Llamada de Cthulhu (no el d20) o el de Mundo de Tinieblas.