Corea del Sur: de vuelta a Seúl nos despedimos

Como solemos hacer, los últimos días del viaje nos gusta pasarlos en la ciudad de la que vaya a salir nuestro avión, generalmente la capital. Así que, como otras veces, dividimos nuestra visita a Seúl entre unos días al principio y otros pocos más al final.

Desde Suwon se puede viajar a Seúl fácilmente en transporte público, algo así como una combinación de Cercanías y metro o autobús en función de tu destino. Esta vez, en lugar de ir a la zona norte de la ciudad, por encima del río Han, decidimos probar la zona super-mega-fashion que es Gangnam, la de aquella canción tan machacona que sonaba hace unos años.


Una de las avenidas principales

Gangnam no sólo es un barrio muy moderno lleno de tiendas, también es un distrito financiero en el que se amontonan los rascacielos, algunos de apariencia llamativa y original.


El Gangnam square

A pesar de esta cara, en cuanto sales de la cuadrícula que forman las enormes avenidas, se fracciona todo en callejuelas atestadas de sitios para comer más pequeñajos y menos fashion.


Aquí estamos en un punto intermedio

Nuestro objetivo en estos últimos días era tomarnos las cosas con calma y pasear un poco. La primera tarde nos metimos en una de las avenidas en la que había casi un Starbucks en cada esquina, sin exagerar, y nos acercamos a un parquecillo cercano. La sorpresa fue que en el parquecillo, en el que había que pagar unos testimoniales 1000 won, se encontraban tres tumbas de la dinastía Joseon. Las tumbas típicas de este tipo son unos túmulos semiesféricos precedidos por altares y estatuas de humanos y animales. Aquí pongo un esquema que lo deja más claro:


Fuente: http://world.kbs.co.kr/special/unesco/contents/excellent/e9.htm?lang=e


La tumba de la Reina

Después de este agradable paseo nos fuimos a cenar a un japonés cerca del hotel (estaba todo buenísimo) y nos fuimos a la camita pronto que al día siguiente había que madrugar mucho para ir a la DMZ.

Madrugón mediante, nos pusimos en marcha al punto de encuentro del tour que Pablo había contratado en Madrid. La verdad es que yo no tenía mucho interés en ir a la DMZ porque no tengo claro que sea un sitio que deba ser turístico, aunque es cierto que siempre cabe la posibilidad de que esté bien enfocado y puedas aprender.

El tour no empezó muy bien, tras subirnos al autobús, el guía, que era un señor muy dicharachero, nos dijo que la visita a la JSA, que es la zona perteneciente a las Naciones Unidas en las que se reúnen las delegaciones de las dos Coreas y los mediadores internacionales, se tenía que cancelar. Nos imaginamos que estaba relacionado con las reuniones que van a tener lugar en ellas dentro de unos días.

Pablo se quedó bastante chafado porque era la parte de la visita que más le interesaba. Pero bueno, ya que estábamos allí y después del madrugón (creo que ya lo había mencionado) decidimos seguir con el tour. Nuestro guía, SP Hong, nos propuso como plan alternativo ir al Museo de la Guerra a la vuelta, que estaba muy bien y eso... Además nos dijo que íbamos a comer en la cantina de una de las zonas de la DMZ que era algo único. También hay que decir que si no se hubiera cancelado la mitad del tour habríamos comido allí de todas formas, pero que no sea por no adornar las cosas, jeje.

Por supuesto, la primera pregunta que le hizo alguien al guía cuando este preguntó si preferíamos tal o cual plan B fue sobre el refund, es decir, que si nos iban a devolver los dineros, pero lo dijo un poco con tonillo borde. En este caso fue un ruso al que yo le sacaba una cabeza, juas. Siempre hay alguien así y Pablo y yo acordamos que, como ese tipo de personas suelen ser problemáticas, si pasaba algo como que nos atacaran unos zombies o nos cogieran prisioneros por ejemplo, nos libraríamos de él el primero para que los demás tuviésemos más tiempo para escapar.

El caso es que tras una hora en el autobús llegamos a la DMZ. La verdad es que no hay mucho que contar de la visita, lo más interesante fue bajar a uno de los túneles que Corea del Norte ha excavado a lo largo de los años para colarse en Corea del Sur o, según creen aquí, lanzar ataques sorpresa.


Lazos de buenos deseos en la primera parada del bus, cerca del puente de la libertad (llamado así por los gritos de los prisioneros intercambiados tras el armisticio)

La idea general del tour es que vas en autobús de un sitio a otro, te dejan suelto entre 20 y 30 minutos y al siguiente. Además del tunel, visitamos un observatorio desde el que se ve Corea del Norte. Mucha montaña, una ciudad y un pueblo de pega que construyeron y que aquí llaman el Pueblo Propaganda con una bandera que rivaliza con la que tienen sus vecinos del sur en un pueblo que no está vació pero en el que sólo viven 200 personas, parece que dedicadas a la agricultura. También se puede ver un complejo industrial que construyó Corea del Sur para tender lazos y hacer una especie de zona comercial pero que cerraron hace dos años, tras diez en funcionamiento, en protesta por la reanudación de las pruebas nucleares en el norte.


Corea del Norte tan cerca como se puede ver desde un observatorio

Comimos en un edificio que está a la entrada de la autopista que llevaba a al complejo industrial, ya os digo que era una cantina típica de un sitio así, y nos llevaron a la estación de tren que tienen cerca y en la que para un tren al día. Esperan que en el futuro los trenes puedan llegar a Pyonyang, como antes de la guerra.

Todo fue un poco meh, no voy a decir que no aprendiéramos nada, porque no sería cierto. Pero tampoco era dificíl teniendo en cuenta lo poquísimo que sabemos en España de la historia de esta zona del mundo. Pero, como ya nos ha pasado otras veces en este viaje, la profundidad de lo que te enseñan es muy escasa y es una oportunidad desaprovechada de ilustrar una situación tan compleja como la que tienen y una guerra civil auspiciada por la Guerra Fría y la interferencia de la URSS y China, parece que primero, y USA después.

Lo más interesante fue hablar con SP Hong y tratar de averiguar algo más sobre la historia, la percepción de la situación actual en la sociedad y la posibilidad de una reunificación.


La estación de tren que podría unir Corea del Sur y Corea del Norte, lista incluso con instrucciones del tipo "inmigración" pero cerrada a cal y canto

De vuelta a Seúl, el autobús nos dejó en el Museo de la Guerra (de Corea). La verdad es que ya no teníamos muchas ganas ni de museo ni de nada, pero por curiosidad, nos metimos detrás del guía porque el hombre seguía yendo de un sitio a otro contando cosas de manera bastante apresurada. La cosa fue entre cómica y absurda, todos siguiendo al hombrecillo un poco a matacaballo. Pablo intentó que hiciéramos mutis por el foro, pero después del madrugón, del tour y del absurdo, lo agarré por el brazo y lo fui arrastrando detrás de SP para ver cómo acababa la cosa. Algo así como en media hora nos llevó por las salas principales y de repente ¡desapareció!


Esperábamos una despedida formal, con aplausos y eso, pero de pronto se desvaneció

Pues nada, como estábamos a tomar vientos de nuestro hotel, nos armamos de paciencia y nos subimos a un autobús que nos dejaba relativamente cerca. Lo que quedaba de tarde nos dimos un paseo por la calle más luminosa, comercial y llena de gente de Gangnam, nos metimos en una tienda de Samsung a tocar todos los móviles, tablets y portátiles que nos apeteció, nos tomamos una cervecilla en un bar rockero lleno de carteles de las leyendas del rock en el que Pablo pidió un par de canciones (una de Aretha Franklin y otra de Jethro Tul) y dimos por concluído el día.


El "garito", en un sótano, se llamaba Woodstock, muy recomendable

Nuestro último día pensamos en ir a uno de los dos museos arqueros que sabemos que hay "cerca" de Seúl. Sabíamos que el mejor está en Paju, cerca de la DMZ, pero las dos horas de trayecto en transporte público nos decidieron por el segundo, a una hora. El museíto es enanísimo, tiene una especie de pasillo en "U" en el que está todo, una especie de aula en la que deben dar charlas y clases y una galería de tiro enana para que los niños tiren con unos arquitos de jueguete. La exibición recorre de forma muy somera algunos puntos destacables del tiro con arco coreano, un poco de historia, algunos hechos curiosos como las competiciones y poco más. Como era de suponer, todo está en coreano, pero en algunos puntos tienen unos QRs que se pueden escaner y llevan a una explicación en inglés. Además, a medio camino se nos acercó un señor y, con su escaso inglés, se esforzó en explicarnos algunas cosas.


Uno de los arcos tradicionales, en este caso llamado "cola de tigre" creemos que por el tipo de empuñadura


artilugio y flecha para la técnica secreta de la flecha corta con tubo proyector, flechas imposibles de reutilizar por el enemigo por ser demasiado cortas


Pablo posa delante de una colección de flechas bastante interesante

Aunque nos supo a muy poco nos fuimos bastante contentos.


Fuera del museo había un campo de tiro con arco pero en este caso estaba siendo empleado por un grupo con movilidad reducida jugando a una especie de minigolf, muy buena iniciativa

Por la tarde, tras investigar un poco y no encontrar nada que nos apeteciera un montón o que no supusiera mucho tiempo en transporte público, nos dejamos caer por un templo budista cerca de Gangnam, Bongeunsa, que fue una muy agradable sorpresa y luego nos dimos un largo paseo por la zona hasta el río.


El Trade Center de Seúl


El edificio principal de Bongeunsa


Una bonita flor de loto en una zona tras la entrada


Farolillos blancos en el pasaje desde la entrada hasta la zona de los edificios principales

Nuestro gran error fue meternos en un parque. Al principio parecía una buena idea, pero en un momento dado nos dimos cuenta de que no había forma de escapar de esa franja verde que discurría paralela a la orilla del río y que al otro lado sólo tenía un muro o verjas ininterrumpidas.


Uno de los varios "excalextrics" en los puentes del río Han


Fue un paseo bastante agradable en general, aquí cierro los ojos para que no me dé la luz del sol mientras Pablo me hacía alguna foto

¡Socorro! Finalmente, cuando ya recurrimos al móvil para encontrar una salida, un alma caritativa se apiadó de nosotros y nos preguntó que si estábamos perdidos. Según Pablo no lo estábamos, pero vamos yo le dije sin rodeos que estábamos intentando salir del parque pero que no encontrábamos la salida. ¡Salvados! La salida estaba algo más adelante.

No hay mucho más que contar, nos hemos arriesgado por última vez con la comida coreana y hemos cenado en un restaurante de la que llaman barbacoa coreana tras asegurarnos de que todo lo que íbamos a comer tenía poco riesgo de causarnos problemas gastrointestinales. Al final nos hemos comido el equivalente coreano al chuletón de Ávila. Una carne jugosa y muy tierna hecha sobre una parrilla pequeña y unas brasas que te ponen en tu mesa. Todo muy rico y seguro :P


Carne de vacuno coreana de primera categoría 1++, la verdad es que estaba muy rica tal cual y apenas le pusimos aderezos

Pues hasta aquí llegan nuestras aventuras por tierras coreanas. Estamos pensando en escribir un post adicional de consideraciones, reflexiones o cosas curiosas en los próximos días para condensar muchas ideas que hemos estado discutiendo y que queremos poder recordar más adelante.