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Storm King's Thunder Parte VI (Los relatos del bardo Ybd-el-Tarim) by diacritica

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Serie de relatos sobre las aventuras del paladín Kadash (dragonborn), bardo Caeldrim (elfo), exploradora Myev (semiorca), hechicera Nana (gnoma) y el pícaro Lint (humano) en la campaña de DnD5e Storm King's Thunder.
Primera parte disponible aquí
Segunda parte disponible aquí
Tercera parte disponible aquí
Cuarta parte aún no disponible
Quinta parte disponible aquí

Mi queridísimo público, espero que no hayan sufrido en exceso mi ausencia estos días. Me vi obligado a atender un asunto urgente en el este que me mantuvo apartado de vuestra atención demasiado tiempo.

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Ybd-el-Tarim

Quisiera retomar el relato donde lo dejó la propia Nana la hechicera en su diario pero volviendo a mi propia historia. Quiero creer que proporciona una visión más completa del grupo de aventureros aunque en el futuro pienso rescatar más fragmentos del diario de la gnoma.

Así pues nuestros héroes y heroínas habían terminado con la vida de nada menos que un gigante de la escarcha, aquél que pensaba que había encontrado en esa guarida un refugio seguro para encontrarse con un final tan inesperado como implacable.

Montaron campamento y Myev se encargó de los encantamientos para alertar de posibles intrusos. Algunos otros se apresuraron a mover con dificultad el cadáver del gigante aunque solo fueran unos pocos metros a la salida del refugio tras lo cual hicieron un fuego para entrar en calor. Al calor del fuego los comentarios nerviosos se sucedieron. Todavía en shock y algunos de ellos atendiendo sus heridas, sus pensamientos y sus palabras se concentraban en torno al tal Storbal, quién podría ser y si el encuentro estaba próximo.

Myev quiso desembarazarse de tales pensamiento anunciando que saldría a cazar pero Nana puso objeciones ya que la ventisca aún arreciaba y si le ocurría algo su rastro sería imposible de seguir en la nieve. Mientras Myev daba media vuelta la clara voz de Caeldrim empezó a sonar, aunque en un tono muy suave, mientras recitaba y ensayaba algunos nuevos poemas, como buen bardo que era. De donde se encontraba Kadash se escuchaban otros murmullos bien diferentes, entre los gritos de dolor ahogados por el estoicismo del paladín y la letanía de sus plegarias a Bahamuth.

Esa noche, el cansancio venció al frío y la mayoría pudo dormir unas pocas horas para despertarse con energías renovadas y la seguridad de tener muy cerca la vuelta a Bryn Shander. Como si el temporal en las montañas se hubiera apadiado de ellos, la mañana apareció más en calma y pudieron ponerse en marcha muy temprano.

Con Augrek al frente y paso decidido, continuaron descendiendo hasta alcanzar a media tarde la mismísima puerta norte de Bryn Shander, la vuelta a una aparente seguridad entre sus gruesos muros. Siguieron atravesando las calles principales hasta que Augrek los condujo hasta la mismísima casa de Duvessa Shane, en donde también se encontraba Markham.

Con él hubo ocasión de compartir todo lo acontecido y la confirmación de la mayor actividad de los gigantes tan cerca de Bryn Shander fue recibida con gesto serio pero lo que más llamó la atención a Markham fue la aparición de la dragona Arveiaturace, muy rara vez divisada tan al sur. Una vez asimilada la noticia, el propio Markham ofreció al grupo dormir en los barracones de la ciudad y se mostró generoso con la suma de oro a repartir entre todos.

Al poco rato hizo acto de presencia la propia Duvessa que se alegró de la vuelta de nuestros amigos y agradeció la ayuda prestada. También se apresuró a compartir la información que había conseguido recabar sobre Harshnag, a quien el grupo veía como un personaje importante en todo el misterio de los acontecimientos recientes. Waterdeep fue el lugar señalado por Duvessa como la ciudad más probable para seguir el rastro del gigante y viendo el deseo de partir del grupo de aventureros sumó a la información la posibilidad de emplear algunos de los barcos mercantes en Luskan para acortar el trayecto hasta Waterdeep.

Esa última tarde en Bryn Shander quisieron aprovecharla todo lo posible. Kadash y Lint fueron a la Casa de los Tres Dioses a comprobar que Sirac seguía allí al cuidado de Delvon. Para su sorpresa, ése no fue el caso. Delvon les contó con cierta conmoción que Sirac había abandonado a toda prisa Bryn Shander y que su destino parecía ser Luskan.

Caeldrim, Nana y Myev, que había ido al mercado, optaron por ir a la taberna. Allí se encontraron por sorpresa a Beldora, siempre amistosa pero igual de enigmática. Se interesó mucho por todo lo que le pudieran contar sobre su estancia en las montañas y aunque no satisfizo del todo su insaciable curiosidad se ofreció a prestarles ayuda de la mano de un amigo suyo, un gnomo de nombre Thwip, que vivía en Hundlestone, un pueblo de camino a la costa.

Caeldrim tardó poco en mezclarse con la parroquia que empezaba a llenar el establecimiento y a amenizarla en virtud de sus nuevos poemas y baladas que alternaba con clásicos de éxito asegurado a tenor de las reacciones entusiastas del público. Cuando por fin se unió al resto del grupo, al que se habían sumado Lint y Kadash, la conversación sobre qué hacer a continuación llevaba ya un buen rato.

Finalmente ocurrió lo que todos los aquí presentes conocen, pues de no ser así, su leyenda no se habría forjado y yo estaría aquí relatando las gestas de otros personajes quién sabe si de tan alta estima y grandiosidad. Efectivamente, decidieron ir al sur, pasando por Hundlestone de camino a Luskan, donde zarparían en uno de los barcos mercantes de Inirva Coldwater merced al favor de Duvessa Shane.

A la mañana siguiente empezaron los problemas en la forma de una extraordinaria dificultad para alquilar unas buenas monturas o bestias de carga a un halfling gruñón que veía con enorme recelo el riesgo que corría dejando partir a sus valiosos animales en esta época del año. Sin opción alguna, el grupo se despidió de Augrek y comenzó la marcha a pie hasta Hundlestone por el camino del sur.

Aunque el frío no relajaba su fuerza y se abría paso poco a poco entre los huecos que dejaban los abrigos de piel de yeti, el temporal no hizo acto de presencia y pudieron atravesar los pasos de las montañas sin gran dificultad. En un momento, sin embargo, divisaron en el aire y a lo lejos una enorme estructura voladora que solo cuando estuvo a unos pocos cientos de metros alcanzaron a identificar como un barco volador. La historia de nuestros amigos está llena de momentos insólitos y sin duda éste fue uno para ellos mismos, que sorprendidos por una visión tan extraordinaria apenas tuvieron tiempo de reacción. Sin embargo, la nave voladora no parecía resultar una amenanza. Delsephine, la que hacía muchas jornadas había pisado la torre voladora de Zephyros con una oferta de su señor, se asomaba ahora divertida por la proa. Anunció su intención de dirigirse al valle de Klauthan pero cuando iba a continuar con alguna otra cuestión, algunos de sus compañeros gritaron alarmados que un peligro se acercaba rápidamente por el oeste en dirección al grupo de aventureros.

A los pocos instantes, un gigante y dos lobos se abalanzaron contra nuestros amigos. El gigante portaba una enorme piedra que lanzó con toda su furia hacia Kadash que recibió el impacto de lleno y quedó gravemente malherido en el suelo. El resto se apresuró a organizar una defensa. Myev hacía silbar su arco, con certeras flechas al cuello de los lobos mientras Lint se agazapaba para atacarlos por sorpresa. Caedlrim y Nana preparaban sus hechizos mientras desde el barco caían algunas flechas que apenas lograban causar gran daño.

Cuando las tornas del combate parecían empezar a favorecer a nuestro héroes y ya sentían, en su agotamiento, que la victoria estaba cerca, se apareció de súbito un enorme y viejo dragón rojo, sin duda el mismísimo Klauth, que proyectó varios rayos de una energía verdosa capaces de desintegrar por completo al gigante y al único lobo que aún quedaba con vida. Más allá de la sorpresa, la propia presencia del dragón infundió un terror insoportable a Lynt, Myev y a Nana, que comenzaron a retroceder espantados.

Duró poco la impresión porque tras lo que pareció una risa malévola, Klauth se unió al barco volador y pronto se alejaron, en dirección a Klauthan.

Esto dejó al grupo perplejo. Cuando tuve la oportunidad de ahondar más en esta parte de la historia entendí que o bien la presencia de Klauth había sido fortuita, quizá como respuesta a una llamada previa de Delsephine por otros motivos, o todo lo contrario, como parte de la emboscada del gigante y los lobos para probar el coraje y poder del grupo de aventureros. Esta última es mi teoría, sobre todo si quiero creer lo que en los diarios de Nana ella creía haber oído decir a Klauth después de hacer acto de presencia, un "Suficiente" cargado de soberbia.

Tras recuperarse, el grupo apresuró de nuevo el paso para asegurar su llegada a Hundlestone antes del anochecer. A las pocas horas vislumbraron las primeras luces del pueblo en la oscuridad de la noche anunciando la buena nueva de que el descanso y un fuego estaban ya muy cerca.

Esto no fue tan sencillo cuando se aproximaron a la puerta ferozmente guardada por varios enanos bien armados. Kadash tuvo que presentarse como paladín que era para desterrar de la mente de aquellos enanos desconfiados la idea de que el grupo no era más que un conjunto de buscafortunas que iban a meterse en líos antes del amanecer.

Una vez dentro de los muros del pueblo, se dirigieron a una posada, ya con apenas gente, en la que una posadera malhumorada les ofreció una habitación comunal con jergones en el sótano, oferta que fue recibida sin rechistar tras el cansancio acumulado y la necesidad de restañar las heridas.

A la mañana siguiente, tras el desayuno, salieron a las calles del pueblo para descubrir una estampa sorprendente para ellos. Lo que durante la noche habían intuido se hacía a la luz del día una incontestable realidad. Hundlestone, pueblo de enanos, disponía una arquitectura de casas bajas, con tejados a dos aguas y semiexcavas en el propio suelo rocoso.

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Thwip Ironbottom: Fuente

Nana, durante el desayuno, había entablado conversación con unos gnomos, que admitían conocer al tal Thwip al que apodaban entre carcajadas "Culo de hierro" y que vivía a unas calles de la posada. Con esta información, todos se pusieron en marcha hasta el lugar indicado en donde efectivamente encontraron a Thwip "Culo de hierro". Pero de lo que hablaron y qué oferta les tenía preparado hablaremos ya mañana, se ha hecho tarde y aún no me he recuperado del todo del viaje. ¡Buenas noches!

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